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El vestido por fin era mío. La señora que llevaba la tienda trataba de decirme que no podía comprarlo ya que no estaba en venta, cuando claramente había un cartel que decía que sí se estaba vendiendo. Harry terminó tirando el dinero en efectivo en el mostrador enfadado, diciéndole que se podía quedar el cambio y salimos con el vestido. Por eso sólo, Harry había sido útil.

Era un vestido blanco, con la espalda descubierta viéndose mi piel bronceada. Me quedaba perfectamente. El material era suave, fresco y ajustado alrededor de mi cuerpo. Me encantaba. Me enamoré de ese vestido y lo personifiqué de forma que fuese mi amigo. Mi único amigo.

Una vez que me mudaba no podía ponerme en contacto con mis antiguos amigos, no importaba lo mucho que me quisieran. No importaba lo cercanos que fuéramos que no podía contactar con ellos en ese tiempo en el que estuviera en una localización específica. Incluso era malo por mi parte que intentase marcar algún número sin el consentimiento de mi padre. Era horrible el no tener un solo amigo. Pero era la vida que tenía.

Cuando volví me recibió mi hermana Paige. Tenía quince años, dos más joven que yo. Intenté darle una sonrisa y cuando lo hice ella rechazó la idea de parecer feliz o mostrar algún tipo de consuelo hacia mí. Decía que yo era la hija favorita. La bonita, la más querida.

No sé cuánto tiempo llevo tratando de convencerla de que eso no es cierto. Paige me odia y odia la atención que recibo, que es la misma que ella tiene, pero se niega a creerlo. Pero cuando le dije que iba a la fiesta y ella me contó que la obligaron a quedarse en casa, pude ver la envidia y el odio en sus ojos.

Me senté en mi cama, mirando a la pared que tenía en frente. Por suerte, Harry estaba en otra parte. Parecía estar trabajando en algo con mi padre y dijo que se iba a dar una siesta antes de la fiesta. Paige estaba en la otra habitación contigua a la mía. Ocasionalmente le preguntaba a uno de los hombres por un vaso de agua o algo que pudiera usar para entretenerse.

Pero no se acercaba a mí.

Suspiré pesadamente para mí, diciéndome que si no quería verme estaba bien, y que debería empezar a arreglarme ya. Empecé por el maquillaje. Perfectas alas en mis párpados y algo de sombra de ojos. Rímel en las pestañas y me di cuenta de que había terminado antes de lo que pensaba. No iba a usar base ya que no tenía.

Había una plancha en uno de los cajones del mueble, y me sorprendí al verla. Que conveniente. Al parecer, mi padre me conocía. La usé para hacer que mi pelo estuviera decente, y pensé que dejarlo caer sobre los hombros sería lo mejor. Pasaron otros treinta minutos antes de mirar el reloj. Ya eran las 19:20.

Me desnudé, quitando prendas de vestir hasta que me quedé en tan solo mi ropa interior. Decidí que usar un sujetador con el vestido no era necesario,teniendo en cuenta que no se transparentaba y el material no era fino. Además, como enseñaba la espalda no quedaría bien usar un sujetador. Al segundo en el que me di la vuelta, la puerta se abrió.

Un gritó desgarrador salió de lo más profundo de mi garganta cuando vi el par de ojos que llegué a sentir incómodos por un segundo antes de gritar: "¡Fuera!" Tenía el corazón desbocado, sabiendo que sólo me había visto desnuda de cintura para arriba.

Se sintió como ser violada con la vista. Sentí mi cara arder y apreté mis manos en mi pechos, cubriéndolos de él. No había cerrado la puerta, hasta que salió de su asombro, unos tres segundos después de que le gritara para que se fuera.

Tosí, inhalando fuertemente. A ésto le siguió un carraspeo para aclararme la garganta. Quería tirarme por la ventana que tenía a mi derecha, sabiendo que eso daría a fin a esto. Sería menos doloroso que ver a Harry otra vez después de lo sucedido. Ahora tendrá una imaginación vívida conmigo. Dios, esto es muy, muy, muy desconcertante.

Dust Bones [ES] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora