Capitulo 42

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Tras varias rondas de preguntas descubro que el primer detenido es una simple marioneta y que no está informado. Le han pagado para hacer lo que hizo sin más explicaciones. Alguien le dio una foto de Laura y tenía que hacerla llegar hasta allí. El Carnicero siempre actúa así. De ese modo evita que podamos obtener información. Necesito hablar con el otro y ver qué descubro. Hago un gesto hacia el espejo y segundos después dos agentes vienen con el segundo detenido. No puedo verle la cara hasta que no está cerca de la lámpara.

—Volvemos a encontrarnos —esa voz atrae rápidamente mi atención. Lo miro con sorpresa al descubrir de quién se trata. Es el Mugre, el hijo de puta que ayudó al Carnicero a tendernos la trampa a Gema y a mí, su mano derecha. No entiendo cómo ha logrado salir de la cárcel tan pronto.

—Tú... —lucho por contenerme. Le mataría con mis propias manos en este mismo momento—. Sentadle ahí —señalo la silla. No tendré piedad. Le conozco demasiado bien y sé que tendré que llevarlo al límite para que hable. Mis compañeros hacen lo que les pido y se marchan. Uno de ellos, con el que hablé por teléfono, se acerca a mí y me habla.

—Sabía que le había visto en algún sitio. Imagino que ya no hace falta que te diga de quién se trata. Alguien pagó su fianza hace unas semanas, y te aseguro que fue una gran suma —asiento, agradeciendo la información—. Duro con él, amigo. Tienes mi apoyo —golpea mi hombro cuando se marcha.

Me acerco a él y pongo las manos sobre la mesa.

—Voy a hacerte una pregunta —me mira desafiante y eso es un punto a mi favor. Su atención es esencial para examinarle—. ¿Vas a decirme todo lo que necesito saber? —sonrío para que me sienta confiado.

—No —responde y estudio sus gestos. Trata de parecer calmado—. ¿Qué tal Gema? —cierro los puños hasta clavarme las uñas en las palmas de las manos—. Todavía recuerdo cómo gritaste su nombre. Parecías un niño pequeño al que le habían robado su caramelo —carcajea. Respiro profundamente buscando calmarme—. Obraste como un completo idiota aquel día —vuelve a reír sonoramente—. Parece mentira que seas policía —miro hacia el espejo de la habitación. Sé que Laura está escuchando tras él y temo que, al oír esto, cambie su forma de verme—. Esa imprudencia hizo que mataran a tu amiguita. El Carnicero la tenía reservada para otra cosa. Una pena, estaba muy rica esa mujer —comienzo a perder el control—. Apuesto a que no sabes que nos la tiramos esa tarde. Lloraba y lloraba mientras la hacíamos nuestra.

Mi corazón lucha por salir de mi pecho. Mis pupilas se dilatan y un horrible calor se apodera de mi cuerpo. Levanto la silla vacía con rabia y la estrello contra su cabeza. Cae de espaldas. No puede defenderse porque tiene las manos sujetas a su espalda, pero no me importa. Comienzo a golpearle sin control. Siento cómo sus dientes se rompen al contacto con mis nudillos y su mandíbula cruje con cada impacto. Soy incapaz de parar. Es tal la enajenación mental a la que me ha llevado que no sé ni dónde estoy. Solo quiero acabar con él. Unas fuertes manos me sujetan por los hombros y lucho contra ellas. Necesito matar a ese cabrón. Dos manos más agarran mis brazos y consiguen separarme de él.

—Álex, calma, amigo —es el agente de antes—. Cálmate o lo matarás. Está indefenso y el juez podría darle la razón —siento un gran sofoco y apenas escucho—. Lo hemos oído todo. Deja que sea otro quien termine el interrogatorio. No estás en condiciones.

—Largaos —grito y trato de soltarme. Tras tres intentos, por fin me dejan libre—. Quiero terminar yo con esto —levantan al Mugre del suelo y lo colocan como estaba. Tiene la cara totalmente ensangrentada y escupe trozos de dientes.

—Contrólate. Si vuelve a pasar perderás tu oportunidad —asiento y limpio mis nudillos en la camiseta. Sentir su sangre en ellos me produce asco. Mis manos tiemblan y soy consciente de que necesito unos minutos para estabilizarme emocionalmente o realmente no podré seguir. Tomo una gran bocanada de aire y con dificultad le hablo al agente.

El tormento de Álex - (GRATIS)Where stories live. Discover now