Capítulo 3.

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El reloj victoriano dio las 11 y media. Todos los niños estaban ya en sus respectivas camas, durmiendo, soñando y quizás, por un momento, olvidándose de lo mal que lo estábamos pasando. Bueno, todos menos Nate. Normalmente a las 11 solía estar de vuelta, pero hoy algo iba mal. Decidí quedarme hasta las doce y media, sentada en el sofá junto a la chimenea, arropada con una manta y con una taza de chocolate caliente entre las manos mientras veía mi serie favorita: Bones. Si a esa hora no estaba de vuelta, iría a buscarle yo misma.

El ruido de la puerta al abrirse me despertó; me había quedado dormida. Miré el reloj enfadada ya conmigo misma por si se había pasado la hora y no había salido en su busca. Afortunadamente, eran las doce y cuarto cuando Nate, empapado por la lluvia, apareció en el salón, asombrado al oír el murmullo de la televisión.

-¿Qué haces despierta?- me miró entrecerrando los ojos, como para querer asegurarse de que en realidad estaba allí.

-Estaba esperándote, me tenías preocupada, ¿por qué has tardado tanto?

Se quitó la chaqueta y las zapatillas y se sentó a mi lado. Le ofrecí un trozo de la manta para que entrase en calor, pero la rechazó con un gesto.

-Mira lo que he conseguido. – sacó del bolsillo de su cazadora un taco de papeles doblados en trocitos muy pequeños. Los desenvolvió, los alisó con suavidad y me los entregó. Era una carta escrita hace bastante tiempo, arrugada y amarillenta. La empecé a leer en voz alta.

'Everybody's waiting, everybody's watching

Even when you're sleeping

Keep your e-eyes open

The tricky thing is yesterday

We were just children

Playing soldiers, just pretending

Dreaming dreams with happy endings.´

Reconocí desde el principio aquella letra. Era nuestra canción, de Nate y mía. Hablaba de estar alerta, de que el mundo no era el mismo de cuando éramos pequeños, que ahora tenías que mantener los ojos abiertos, porque sino acabarías hecho pedazos.

Me acaricié la frente con los dedos y Nate me pasó el brazo por los hombros, acercando sus labios a mi oreja.

-Everybody’s waiting, for you to breakdown.

-Everybody’s watching, to see the fallout.

-Even when you’re sleeping, sleeping...

-Keep you e-eyes open.

Se separó y me miro sonriente.

-Venga, sigue leyendo.

Me salté el resto de la canción y me topé con una carta:

'Amor mío, te mando esto para que no me olvides nunca. Siento que aún sigues vivo, a pesar de la forma tan brutal que te han tratado los guardias. Nunca te culpes de lo que está pasando, recuerda que fue una casualidad. No sabes lo que daría por volver a ese día y evitar que descubriésemos a aquellos hombres saboteando la mina de petróleo. Espero volver a verte pronto.

Tuya,

Maggie.´

-¡Wow! ¿Crees que se encontraron?

-No lo sé, pero quizás podemos encontrarles, el remitente data de 2100, eso hace 5 años…

-Justo cuando empezó la guerra... ¿Crees que ellos lo empezaron todo? Quiero decir, que ellos descubrieron a estos hombres que dice en la carta, y así empezó la guerra.

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