21. El efecto de Holmes Chapel.

206K 8.7K 1.4K
                                    

                                                                  21.    El efecto de Holmes Chapel.

Corrí por las calles de Holmes Chapel sin siquiera fijarme hacia donde me dirigía y cuando noté como mis piernas comenzaban a temblar, paré en uno de los callejones de lo que debía ser London Road, debido a que había pasado corriendo delante de la iglesia de St John's. Me senté en el escalón de una casa que parecía caerse por momentos y, acurrucándome en mis rodillas, seguí llorando.


                            (...)


Comenzaba a atardecer en Holmes Chapel y el frío se colaba bajo mi piel, elevé mi mirada al cielo y observé como miles de nubes grises comenzaban a agruparse. Iba a llover y yo estaba en la calle y sin ninguna idea lo suficientemente clara de cómo volver a casa. Mi móvil junto con mis libros se habían quedado en la cafetería cuando salí de allí y no tenía ninguna otra forma de contactar con nadie, ¿estarían preocupados por mi? Lo dudaba. Tanto Ashton como Luke y Samantha se alegraría de que hubiese desaparecido de sus vidas al menos un día.

Me levanté mientras me frotaba los brazos intentando eliminar el frío algo que fue imposible mientras vagaba por las calles sin rumbo ninguno. No quería volver a casa, no de momento, quería que las cosas se calmasen y si para eso tenía que dormir en un banco de un parque lo haría con tal de no llevarme una bronca desagradable de mi hermano junto con un prominente paliza por parte de mi padre, y no nos olvidemos del director que, posiblemente, me tendría castigada en la biblioteca durante todos los días de mi vida.

Entré en una cafetería, la única que encontré abierta a esas horas de la noche, y agradecí el calor que esta me brindó. Hurgué en los bolsillos traseros de mis pantalones vaqueros hasta que di con unas monedas, no las suficientes para comprar un café junto con algo de comer pero sí me daba para la bebida caliente que tanto necesitaba.

—Hola —saludó una chica cuyo cabello largo y negro estaba recogido en una trenza—. ¿Qué quiere tomar?

—Um... Un descafeinado, por favor —respondí mientras esperaba junto a la barra a que la chica me diese el pedido.

—Perdona que me meta pero... ¿se encuentra bien? —quiso saber la chica mirándome mientras vertía la leche en el vaso.

—Sí, ¿por qué? —Fruncí el ceño.

—Tiene... eh... Los ojos muy rojos. —Observó y los abrí.

—No estoy drogada —aseguré tan rápido como capté a que se refería ella.

—¿Entonces?

—Cansada de todo, supongo —confesé, mis palabras fluyeron sin poder pararlas y ni siquiera supe por qué le estaba contando aquello a esa chica que cuyo cartel apuntaba a que se llamaba Beezus.

—Sé que no es de mi incumbencia pero, si quiere, puede contármelo.

—Y tú puedes tutearme. —Sonrió.—¿Nunca te ha pasado que por una mentira, a partir de entonces, nadie te cree? ¿Qué desde ese momento cuestionan cada cosa que sale de tu boca? ¿Qué piensan que todo lo que estás diciendo es una completa mentira —intenté explicarme y ella negó—. Pues me alegro por ti, la verdad, ¿sabes? Yo antes siempre solía hacer lo correcto, ser la chica buena y desde que llegué aquí mi mundo se ha vuelto completamente loco.

—El efecto de Holmes Chapel —pronunció Beezus encogiéndose de hombros y sonreí. Me ofreció el café y le di el primer sorbo a pesar de que estaba ardiendo—. Pero, sea lo que sea, se solucionará, después de la tormenta viene la calma.

Rebeldía (Luke Hemmings)Where stories live. Discover now