28. Discusiones como modo de vida.

202K 8.3K 301
                                    

                                                                 28.    Discusiones como modo de vida.

¿Se puede saber que haces aquí? —dije mientras le miraba como si no pudiese creerlo y él se levantaba de la cama con las facciones de su rostro más enfadadas que hace unos segundos. Luke no podía estar ahí, si mi padre o hermano llegasen a descubrirle le matarían. Literalmente.

—¿Estabas con Brook? —quiso saber mientras seguía fulminándome con la miraba y yo todavía estaba en estado de shock por tenerle justo en frente de mí, en mi habitación y a esas horas.

—Tienes que irte, Luke, tienes que irte ya —presioné mientras mis nervios eran colapsados por su mirada furiosa.

—No puedo creerlo, Mickie, yo estaba arrepentido y tú estabas por ahí con Brook. —Quise echarme a reír por aquella acusación.

—¿Me reprochas esto cuando tú te has follado a otra hace a penas unas horas, Hemmings?—escupí las palabras enfureciéndome por sus injustificadas acciones.

—Estoy arrepentido, te lo he dicho.

—¿Y qué? Me importa una mierda. Tú mismo dijiste que no somos nada Luke, no sé por qué, siquiera, estás aquí. —Retrocedí un paso al ver como el daba uno hacia mí.

—Porque me importas, ángel, maldita sea, me importas —susurró con su estado de furia casi suavizado.

—No lo creo, ahora solo vete.

—Mickie... —pronunció comenzando a alterarse de nuevo—. Joder... No sé que hacer contigo. —Se agarró el flequillo y tiró de él hacia atrás.

—Vete.

—Lo siento.

—Oh, no, no lo sientes.

—Te lo he dicho miles de veces desde ayer, lo siento, lo siento, ¿qué quieres que hagas para que me creas? ¿Tatuármelo en la frente o qué? —Una parte de mi estaba disfrutando viéndole  frustrado.

—No estaría mal.

—Mickie, no juegues conmigo porque...

—Tienes que irte.

—Oh, joder, Mickie...

—Que te vayas.

—¡Te he arreglado la puñetera ventana y estoy aquí como un gilipollas, arrastrándome y comiéndome mi orgullo para que me perdones! ¿Qué coño tengo que hacer para que aceptes mis disculpas? —vociferó y mis ojos se abrieron horrorizados.

—¿Mickie? ¿Qué coño estás haciendo? —Escuché la voz de mi padre y mi mirada seguía puesta en Luke que me miraba, ahora, más arrepentido que antes por haberla cagado.

—Tienes que irte —insistí casi al borde de un ataque de nervios y Luke gruñó para, segundos después, salir por la ventana dejándome aliviada sentada en la cama.

—¿Mickie, se puede saber qué mierda haces? —preguntó mi padre al abrir la puerta de mi habitación mientras yo escuchaba el motor de una moto alejarse cada vez más.

—Tenía puesta la televisión muy alta, perdón —mentí rezando porque no me llevase una paliza por las voces de Luke. Mi padre se tensó y me lanzó una mirada de furia antes de desaparecer de mi habitación susurrando "Maldita mocosa"


                                          (...)


Era domingo por la mañana y no había tenido novedades de Luke, una parte de mí deseaba que me dejase en paz pero otra estaba a la espera de que apareciese de nuevo, aunque fuese rompiendo la ventana otra vez.

—Mickie, voy a salir. —Ashton entró en mi habitación.

—¿Salir a donde? —quise saber pero él solo besó mi frente y salió de nuevo de allí, después de que me descubriese besándome con Luke habíamos estado un poco tensos y me dijese todo aquello de chica de usar y tirar, no habíamos hablado del tema, pero sabía que Ashton no tardaría en explotar de nuevo y soltarme mierda sobre todo lo que pensaba sobre aquello, y yo lo esperaba ansiosa.

                        (...)



Caminé por los pasillos dirigiéndome a historia aquel lunes de la semana después de haber estado todo el domingo ni siquiera saliendo de mi habitación, centrándome en estudiar. Cuando entré en el aula, observé como Luke estaba apoyado sobre su mesa mientras miraba hacia su teléfono relajado. Era raro que estuviese allí, él casi siempre faltaba a esa clase y que se presentase al examen me parecía puro masoquismo.

—Saquen sus bolígrafos, el examen durará cincuenta y cinco minutos, pueden empezar —habló la señorita Parker cuando hubo repartido los folios y, después se rozar suavemente mi collar cuyo dije era una moneda partida a la mitad, lo cual era una manía para antes de un examen, comencé a escribir sobre aquel folio.

Salí del examen mientras resoplaba maldiciendo por mi examen, no creía que fuese a suspender pero el seis no me le quitaba nadie y yo era una chica de un ocho de media. Holmes Chapel estaba afectando a mi vida, tanto emocional como académicamente, aunque realmente, era culpa mía.

Suspiré mientras pensé que quizá debería llamar a Elizabeth, una de mis amigas de Australia, cuando me mudé borré sus números de teléfonos y toda conexión que pudiese mantener con ellas, las amistades a distancia no son buenas y yo lo sabía, cada vez la amistad disminuye hasta que se queda en nada, y es mejor cortarlo de raíz antes que ir sufriendo poco a poco, pero necesitaba a Elizabeth, por muchas veces que discutiésemos debido a sus ideas macabras, su amor hacia todo ser viviente y sus ganas exageradas de salvar el mundo, extrañaba a esa idiota. Pero antes de pensar como conseguiría su número de nuevo, una mano me agarró de la muñeca tirando de mí hacia, lo que parecía ser, el cuarto de la limpieza.

—¿Pero qué...?

—Cállate, por una puta vez en tu vida, cállate. —Luke me estaba sosteniendo junto a la puerta y su ceño fruncido me indicaba lo cabreado que estaba pero antes de replicar sus labios ya estaban violentamente sobre los míos, abrumándome, dejándome sin sentido y sus manos pasaron de estar apoyadas en la madera de la puerta a mi cintura, empujándome contra él. Estaba furioso, yo lo estaba y eso tornaba el beso más apasionado. Subí mis manos a su pelo comenzando a despeinarlo y acariciarlo robándole algunos gemidos que me provocaban seguir con aquella opción. Sus manos ejercieron más presión sobre mis caderas y sus labios comenzaron a descender por mi cuello haciéndome rodar la cabeza hacia atrás mientras cerraba mis ojos del placer.  Seguí acariciando su pelo atrayéndole más a mi cuello. Le gustaba besarme el cuello y a mí me encantaba que lo hiciese.

—Luke... —susurré cuando un momento de coherencia abarcó mi mente.

—Cállate, joder, solo hazlo —rugió rudamente y le empujé volviendo a la realidad.

—Puede... puede que a las chicas con las que te acuestes, les guste que les trates duramente pero a mí no.

—Ángel... —comenzó a decir intentando calmar su enfado creciente.

—No entiendo el punto, Hemmings, estamos bien, nos besamos y te acuestas con otra para después venir haciéndote el arrepentido, no quiero jugar a esto Luke.

—No hay punto, soy yo el que ni siquiera sabe por qué fui arrepentido, no tengo por qué arrepentirme, no somos nada.

—Eso está hecho. —Me giré para salir de allí cuando su mano volvió a rodear mi muñeca y me giré más furiosa de lo que me estaba poniendo.—Estoy harta de ti, de verdad que lo estoy.

—Qué hipocresía, ¿no? Hace unos segundos no parecía eso —masculló furioso y mi mano se estampó con su mejilla haciendo que su cara se girase hacia la derecha, sabía que eso daría paso a La Tercera Guerra Mundial pero no iba a dejarle a hablarme de esa manera, yo no era como todas esas chicas con las que él estaba y tenía que entenderlo o todo se acabaría y, por muy poco que me gustase, se acabaría para siempre.



Rebeldía (Luke Hemmings)Where stories live. Discover now