54. Quebrantando barreras.

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                54. Quebrantando barreras.
Adiós, Luke, nos vemos mañana.—Apuré empujando a Luke suavemente hacia su moto, intentando que tuviese el mínimo contacto con mi padre.

—¿No vas a presentarme a tu amiguito, hija?—Pronunció lentamente mi padre mientras nos miraba desde el umbral de la puerta, Luke se giró inseguro y le tendió la mano.
—Soy Luke, Luke Hemmings.—Se presentó de una manera educada y mi padre sostuvo su mano.

—¿Te estás tirando a mi hija?—Soltó de una manera tanto repentina como grosera.

—No digas tonterías, papá. Luke es un amigo y tiene que irse. Adiós, Luke.—Dije y cuando este me miró, queriendo averiguar si me encontraba bien con todo eso, la mano de mi padre agarró mi antebrazo, acercándome a él bruscamente.

—¿Cómo acabes de hablarme?—Gruñó, haciendo más fuerte su agarre.

—Lo siento...—Susurré y su presión se intensificó, haciéndome gemir débilmente.

—¿Cómo has dicho?—Presionó moviéndome un poco.

—Le está haciendo daño.—Escuché la voz de Luke tras de mí, sonaba un tanto alterado y desconcertado.

—¿Y?—Le retó mi padre, moviéndome brutalmente, casi haciéndome caer al suelo.—Es mi hija, tengo todo el derecho de hacer con ella lo que me plazca.

—Eso no es cierto, y como no la suelte ahora mismo, me veré obligado a hacer algo al respecto.—Amenazó Luke y mi padre me arrastró tras su espalda.

—¿Crees que voy a hacer caso a un crío con complejo de héroe? Métete en tus propios asuntos, jovencito, esto no es de tu incumbencia.

—Luke, vete, por favor.—Rogué en un susurro y mis ojos chocaron con los suyos, estaba alterado, shockeado por la situación e incluso pude ver miedo en sus ojos.

—No voy a irme de aquí sin ti.

—Oh, sí, sí lo harás, nadie se queda por las personas que no merecen la pena, y ella no lo hace, al igual que su madre, si de verdad sabes lo que te conviene, te alejarás de ella.

—No voy a permitir que hablé así de ella, o la suelta o juro por Dios que...

—¿Qué? ¿Vas a llamar a la policía? ¿A quién le harán caso? ¿A un niñato con moto de rebelde o al jefe de una importante imprenta? Dime.—Provocó mi padre y tenía miedo de que algún vecino cotilla se asomase a ver que sucedía, pero por suerte o desgracia, si alguien no se encontraba pidiendo ayuda a gritos, aquellas personas seguirían con sus monótonas vidas.

—Mickie dirá todo lo que...

—¿Crees que ella hablará?—La risa de mi padre sólo consiguió enfadar más a Luke.—No le conviene, ingenioso Luke, estoy seguro de que prefiere pasar sus siguientes años viviendo conmigo a pudrirse en un orfanato.—La cara de agobio y desesperación de Luke no era más que la angustia que yo sentía por dentro, pues tenía razón y me sentía impotente por no poder hacer nada ante sus abusos y que encima se regodease de ello.—Vete.

—No me iré sin Mickie, ya se lo he dicho.—Continúo insistente Luke y me deshice poco a poco del agarre de mi padre, yendo hacia atrás.

—Mira, puñetero crío, no sé que es lo que no estás entendiendo.

—Papá, quizá...—Comencé a decir pero entonces se giró, ofreciéndome un codazo que me dio en plena mejilla, tirándome hacia atrás, haciéndome caer contra el suelo. Al momento siguiente que abrí los ojos Luke estaba sobre mi padre, golpeándole mientras le insultaba y la botella que mi padre había sostenido todo ese tiempo había sido estallada contra una de las paredes. Me incorporé y grité el nombre de Ashton el cual no acudió, su presencia en casa últimamente brillaba por su ausencia. Me acerqué corriendo hacia las dos personas que mantenían una brutal pelea en el suelo de mi casa e intenté parar el puño de Luke que iba nuevamente directo a la cara de mi padre que estaba casi inconsciente en el suelo, bajo el efecto del alcohol. Luke consiguió volver a golpear a mi padre con fuerza y temí porque, accidentalmente, algo de ella fuese dirigida contra mí.

—¡Luke, por favor, para!—Otro golpe más.—¡Me iré contigo!—Su puño frenó pero pude ver cómo se debatía entre lanzárselo o no, su ira todavía seguía ahí, a pesar de que ya no se estuviese manifestando.—Vámonos, levántate y vámonos.—Supliqué poniéndome de pie y Luke imitó mi gesto, mirando sus manos cubiertas de sangre y después el cuerpo de mi padre inconsciente en el suelo. Mientras que salíamos de mi casa Luke no me miró ni un sólo momento, tampoco lo hizo cuando montamos en su moto o cuando llegamos a casa de su padre, no me miró hasta poco después que lavase sus manos manchadas de sangre mientras yo me tranquilicé un poco, tomando un café. Cuando volvió sus manos sostuvieron mis mejillas.

—Joder.—Simplemente masculló entre dientes observando mi rostro con tristeza.

—Tu compasión es lo último que necesito, no me mires así.—Susurré mientras me alejaba de su toque.

—¿Por qué nunca me lo dijiste?—Quiso saber cuando acortó la distancia entre nosotros.

—¿De qué hubiese servido? ¿De qué va a servir ahora que lo sabes?—Contesté y sus manos volvieron de nuevo a mis mejillas, acariciándolas con los pulgares.

—La policía puede encargarse de...

—No, ya le escuchaste, ni Ashton ni yo vamos a confesar, no nos conviene.

—¿Y os conviene vivir con ese monstruo.

—Más que estar en un orfanato.

—Mickie...

—No, por favor, tienes que dejarlo estar.—Su tacto fue retirado en cuanto mi petición salió de mis labios.

—¿Me estás pidiendo que esté tranquilo cuando tu padre te maltrata? Tienes que estar loca, complemente.

—En menos de dos años Ashton y yo cumpliremos la mayoría de edad y podemos independizarnos.

—Mickie, no ves la seriedad del asunto, de aquí a dos años puede haberos matado.

—Nunca hemos pasado de las contusiones, Luke.

—Puede ser accidentalmente.

—Por favor, lo solucionaré, sólo dame tiempo.—Mentí, queriendo que olvidase el tema.

—Dios... Es que cuando te golpeó perdí los papeles, no quiero imaginarme cuantas veces lo ha hecho.—Dijo dándome la espalda mientras tiraba del pelo que caía por su cuello.

—No lo pienses.

—Juro que creí que iba a matarle si no paraba.-Confesó y me acerqué a él, acariciando su espalda.

—Pero paraste.

—Fue por ti, no sé, oí tu voz y mi ira se fue reduciendo poco a poco, hasta que pude controlarla.—Explicó, dándose media vuelta y le sonreí y acerqué mis labios a los suyos, dejando un casto beso sobre estos.

—Gracias.—Susurré cuando nos hubimos separado pero nuestras frentes continuaron pegadas.

—Gracias a ti, ángel.

—¿A mí?—Reí suavemente, provocando que mi acción se repitiese en su cara.

—Sí, por hacerme tanto bien.

—¿Yo? Si soy una cría con miedo a que la quieran.—Cité las palabras que habían salido de sus labios meses atrás.

—¿Nunca olvidarás eso, cierto?—Preguntó separándose un poco de mí.

—Sabes que no.—Contesté, sacando mis uñas por si una pelea se acercaba.

—No merezco si quiera que estés en estos momentos aquí conmigo, no entiendo por qué después de todo lo jodido que he sido contigo sigues volviendo a mí.

—¿Quieres saber la verdad?—Asintió con una expresión confusa en su rostro.—Yo tampoco lo sé.—Río suavemente y se acercó de nuevo, rozando nuestros labios.

—Estoy asustado por todo esto, ángel, me asustas.

—¿Yo?

—Sí, me vuelves tan malditamente loco que no sé como actuar y termino cagándola de mil y una maneras, te necesito como nunca he necesitado a nadie.

—A mí me pasa lo mismo.—Pronuncié y sus ojos me miraron intensamente, más de lo que ya lo estaban haciendo.

—¿Te acuerdas de cuando te dije que yo no me enamoro?—Asentí frunciendo el ceño.—Pues estoy empezando a dudar de mis propias palabras.


Rebeldía (Luke Hemmings)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora