Página #2

43 0 0
                                    

Mi colegio queda a unas pocas veredas de mi casa, por lo que puedo caminar tranquila y sin ningún apuro: caminando llegaré rápido y con tiempo de sobra. Era por eso que siempre que voy a estudiar, me puedo dar el lujo de observar los lugares por los que que recorro.

Claro que dicha labor resulta muchas veces menos entretenido que no realizar ninguna en lo absoluto. Esto se debe, principalmente, a que la muestra nunca varia: el observar a las mismas personas siguiendo su rutina de todos los días, respirando el mismo aire y caminando sobre el mismo suelo, viviendo una vida repetitiva y programada en un ambiente monótono e invariable, el cual no sufría cambio alguno que perturbase su simple y efímera existencia no era precisamente el fenómeno más interesante que había para estudiar 

Mientras pienso en todo esto, siento que piso algo resbaladizo. Bajo la mirada, como si cual maquina estuviese programada para preocuparme por todo lo que pudiese ser calificado de anormal. Alcanzo  a ver que es un papel con algo escrito, siento curiosidad y procedo a agacharme con intención de recogerlo. Lo asgo del suelo y continuo con la caminata.

Una sensación extraña me invade al dar razón de su contenido. No se si sentir miedo, preocupación o vergüenza al leer que, con letras mayúsculas y gruesas, se encuentra escrito en esa hoja un enunciado que, en tan particular circunstancia, está algo más que fuera de lugar.










(...)


Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


Sin especificación adicional yace escrita la frase que anuncia la venta de tan dichoso embutido. Al principio pienso que se ha caído de alguna carnicería y ha sido arrastrado por el viento, pero pronto descarto dicha idea, no solo por la excepcional inexistencia de carnicerías en la localidad, sino por la ausencia total de brisa que hay desde que empezó el verano. Llego a la conclusión de que el caso debe ser obra de algún bromista lo suficientemente adinerado como para gastar una hoja de papel blanco y un par de mililitros de tinta en confeccionar un cartel sin sentido. 

Viendo que me acerco a la escuela, guardo el papel en el bolsillo de mi casaca, sin tener todavía claro si le he prestado excesiva o demasiado poca importancia al asunto.

Cerebro y corazónWhere stories live. Discover now