Capítulo 9: El Soldado Fiestero

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"Ya hay una tercera planeada"

"Que malditos, pero que afortunados"

"A qué se las turnan"

"Qué envidia con esos dos"

Tantos pensamientos y murmuros, algunos que luego se convertían en alaridos de dolor por parte de aquellos que tenían a su pareja en esos momentos. Algunos si que eran más niños de lo que sus cuerpos decían.

Pero, eso no le importaba en absoluto ni al padre ni tampoco al hijo. Uno pensando en cómo seguir preguntando, y otro que buscaba la manera correcta de responder a las próximas preguntas; no era como si sus caminos se cruzaran en la casa muy a menudo, las chicas hacían demasiado para que ambos hombres compartieran momentos como éste.

Los cinco minutos fueron sumandos a diez, y de diez a veinte.

-Lemy- ¿Cuánto más falta para llegar?. ─ Ya estaba desesperado por ver.

-Lincoln- Solo falta doblar la esquina, no te pongas tan arisco. ─ Respondió con más calma ahora que tenía mejor reunidas las piezas en su mente.

Dos minutos más y al fin llegaron al destino impuesto por ambos. Un barrio tranquilo, personas que caminaban con sus hijos sin preocupaciones, salvo por las miradas ocasionales hacia ambos Louds.

-Lemy- (Mirando el cartel) ¿El Soldado Fiestero?. ─ Miró a su padre desconcertado.

Un cartel iluminado y bien cuidado, en este mismo se hallaba un soldado del ejército bebiendo una copa mientras de fondo había una fiesta. Sobre esto se encontraban aquellas palabras mencionadas por el más joven de los dos Louds "El Soldado Fiestero".

-Lincoln- Raro nombre lo sé, pero este lugar es el mejor sitio de la ciudad. Si no me crees ya es decisión tuya. ─ Con calma decidió entrar al establecimiento.

-Lemy- Si enserio es el mejor, ¿por qué entonces no hay un guardia?. ─ Se preguntó a sí mismo.

Pero claro, su padre ya había entrado. Solamente optó por suspirar y decidió entrar al lugar.

Una sorpresa se manifestó al ver como el sitio estaba lleno, pero no sólo por hombres o mujeres, también habían niños entre las personas, algunas parejas hasta tenían bebés consigo.

Un tamaño que para él sería igual a que el piso de arriba de su casa también estuviese en la parte de abajo. Muchas mesas, unas cuantas mesas de billar, un pequeño pero a su vez gran espacio en donde bailar, así como también el bar en donde localizó a su padre bebiendo lo que parecía ser un vaso con agua. Frunció el ceño al notar como este mismo lo veía sonriente, demostrándole que tenía razón cuando le dijo que este lugar debía ser uno de los mejores a pesar de su baja seguridad.

_- Oye niño, si no te mueves de ahí no dejarás entrar a los demás. ─ Un guardia de seguridad estaba a un costado, sacando al joven de sus pensamientos.

Miró de cerca al hombre, era un guardia de cabello oscuro y piel algo morena, se le notaban algo los músculos. Estaba leyendo el periódico mientras tomaba un vaso de café.

_- ¿Soy muy interesante para ti acaso?. ─ Habló nuevamente mientras pasaba de página.

Un pequeño estremecimiento recorrió la espalda del joven antes de irse retirando de la entrada y acercarse a su padre. No fue por las palabras del guardia, si no el tono tan calmado, pero juró ver como las venas de sus brazos se habían notado más; sí, ese guardia sabe más de lo que se ve a simple vista.

No se dio cuenta cuando estaba sentado junto a Lincoln.

-Lincoln- Igor. ─ Habló mientras tomaba otro poco de su vaso. ─ Uno de los mejores guardias destacados en la agencia de policía de Royal Woods. Él solo impidió que cualquier maleante robara en el centro comercial durante cinco años. ─ Sonrió cuando su hijo lo miró con sorpresa.

-Lemy- (Señaló al guardia) ¿él solo impidió que robaran algo del centro comercial? ¿Sin ayuda alguna?. ─ Estaba incrédulo.

-Lincoln- Ni siquiera de las cámaras, está aquí ya que decidió que era mejor buscar un sitio más pequeño. ─ Asintió levemente y aquel hombre movió un poco el sombrero que llevaba, un claro saludo.

Esos dos se conocían desde hace un tiempo. Algo que el muchacho notó pero que mejor no quiso decir, y poner otra pregunta en su lugar.

-Lemy- ¿Y esto se considera un sitio más pequeño?. ─ Al preguntar vio un vaso en la mesa y tomó de este.

Ya su padre le había ordenado un vaso de agua también.

-Lincoln- Para él lo es, desde que trabajó aquí, el lugar ganó mucha popularidad. Buena seguridad, buena vista. ─ Tomó otro poco de su vaso dejando una miseria para terminar.

No quería admitirlo, pero él tenía razón. Observaba como los niños jugaban entre sí mientras algunos adultos hablaban o jugaban con el billar y/o los demás juegos típicos que se encuentran en el lugar.

-Lemy- Ya comprendo, ¿sí? Así que este fue el lugar en donde te pasaste de la raya. ─ Algo malhumorado soltó esas palabras mientras seguía observando todo y tomando otro poco de agua.

-Lincoln- Sí, una gota de alcohol en mi sistema fue igual a que invitara todas las cervezas o cualquier tipo de alcohol a todos los que estaban en esas horas. ─ Bostezó al concluir.

Pero las cosas volvieron a repetirse. Poco después en lo que padre e hijo pedían un sándwich como única comida que no fuese tan llamativa, las demás personas, más que todos los adultos, miraban a esos dos alguna que otra vez, daban mucho de qué hablar, y no solo ellos, toda la familia Loud daba temas de conversación desde que ellos hicieron lo imposible algo verídico.

El cantinero que les trajo las bebidas estaba por cambiar de turno. El bar se mantenía abierto todo el tiempo, el guardia siempre lograba pasar las noches, solo descansaba los domingos. Pero los cantineros se dividían de: Uno en la mañana, otro en la tarde, otro en la noche y otro en la madrugada.

Horarios de seis a doce cada uno. Un hombre venerable cercano a sus sesenta se encargaba del turno de la mañana, una mujer llamativa aún para sus cuarenta se encargaba del turno de la tarde, un joven de treinta se encargaba de la noche, y una muchacha de solo diecinueve se encargaba del turno de la madrugada. Todos ellos eligieron esa hora por razones específicas, pero de cualquier manera el jefe que los contrató se complació por el estupendo trabajo, dándoles una paga que valía cada esfuerzo que hacían. Uno de ellos era que solo trabajasen uno a la vez.

El señor ya debía marcharse, por suerte mientras limpiaba algunas botellas su reemplazo llegó justo a tiempo como era costumbre.

_- Siempre eres muy puntual. ─ Bromeaba el humilde señor.

_- Jeje, solo es mi trabajo compañero. ─ Responde ella siguiendo un poco con la broma.

_- Muy bien, te dejo el cargo. Hasta mañana Tabby. ─ Finalmente el hombre sale del establecimiento por la puerta trasera.

_- Hasta mañana. ─ Se despidió la mujer.

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Próxima obra en actualizarse:

1) El Regreso de los Hermanos (dependiendo de como me sienta a la hora de escribir)

2) Atrapados en la isla (esta será de capítulos largos, sobrepasando las 2000 palabras, por eso su lento desarrollo)

Nuevas en Camino: 2

Un favor (una historia de The Loud House)Where stories live. Discover now