Capítulo 15

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                                                                                    XV

─¿E...Ethan? ─balbuceo, casi sin voz─. T...tú...─apenas me salen las palabras. Todavía no puedo creer lo que acabo de escuchar en mi mente. ¿No me lo habré imaginado? Hoy fue un día muy difícil y estresante. Y luego de la desaparición de Reed, ando muy paranoica. No me sorprendería que comenzara a escuchar voces.

«Yo ¿qué?, Ally».

Se me eriza la piel. Su tono suena frío y sardónico, muy diferente al que estoy acostumbrada. Si antes me quedaban dudas, ahora no tengo ningunaAún albergaba la esperanza de que no fuera así, pero ya no puedo negarlo. Ethan posee el don del control mental.

 El hecho de que él sea uno de nosotros me pone muy nerviosa, por lo que decido erguir mis barreras. Quizá sean paranoias mías e Ethan no tenga malas intenciones. Sin embargo, ser precavida no está de más. 

Para mi total desconcierto, segundos después descubro que Ethan no vino a jugar parchís conmigo; dado que en cuanto comienzo a levantar mi muro, un dolor muy agudo me taladra el cerebro. La presión aumenta a la misma razón que lo hace mi reticencia a bajar mis defensas.  Lo miro con los ojos entornados, reprimiendo las lágrimas que amenazan con brotar y derramarse por mis mejillas. 

─¡¿Qué haces?! Me lastimas.

Ethan se examina las uñas con desinterés. No parece que se esté esforzando en lo absoluto, cosa que me aterra en demasía.  Si él no está atacándome con todo su potencial, no me quiero imaginar cómo se sentirá cuando lo haga.

─Esto es aburrido. Pensé que luego de ser entrenada por Reed, me sería mucho más difícil romper tus barreras.

─¿Cómo dices?  ─pregunto con la voz entrecortada. La verdad es que no sé cuánto resistiré antes de que me quiebre.

No me da mucho tiempo de reflexionar sobre eso; pues en un instante, así de la nada,  Ethan se transforma en otra persona. Si no me restriego los ojos para asegurarme de que esto no es un espejismo, es porque el  joven rubio que tengo enfrente destila un aura muy peligrosa. Tal vez hasta más que la que Reed exude. Me fijo en su vestimenta. Va todo de negro, lo único que le falta es una máscara para parecerse al tipo de mis pesadillas.

El estómago se me revuelca y la sangre huye de mi cabeza, haciéndome sentir algo mareada.  El corazón de se me agita de tal forma, que parece que voy a sufrir un arresto cardiaco. Retrocedo varios pasos con torpeza, golpeándome la parte de atrás de mis piernas con una mesa que tengo a mis espaldas. Él no se mueve de su lugar, aunque no me quita la vista de encima.

─¡Bah! ─resopla el joven con irritación─. Por eso es que no me gusta lidiar con mocosas. ¿Acaso te tengo que hacer un diagrama?  Estoy en tu mente desde que toqué el timbre. Quería hacerte creer que era tu amigo, pero después se me ocurrió que sería mejor revelarte mi verdadera identidad. Y no me equivoqué, no. Me encanta la cara de miedo que tienes.

¿Cuándo entró que no me di cuenta?, pienso entre asustada y confundida. Por lo general siento una presión en mi cabeza con este tipo de invasión.

Me atrevo a encararlo. Su cabello rubio y lacio casi le tapa los ojos, en los que se reflejan sus intenciones de hacerme daño. Un escalofrío me recorre la columna. No quiero ni saber lo que está pensando. Si quisiera tampoco podría, claro; su barrera se siente diez veces más fuerte que la de Reed. 

El joven sonríe maliciosamente. Es obvio que está disfrutando con todo esto; y eso hace que la sangre arda en mis venas, pese a la peligrosa situación en la que me encuentro.

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