Heroinas y Barbie-túricos (3)

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PARTE III

Nuestras heroínas tenían problemas, mucho más grandes de lo que se imaginaban, sabían que Connie era lo suficientemente fuerte y poderosa como para que no le pasara nada grave, pero la presencia de Yalcaláh ponía en peligro su seguridad.

Mientras Karol se concentraba en ponerse en contacto con ella, frustrada, pegaba puñetazos a una de las puertas de entrada. Jamás había estado durante tanto tiempo sin poder usar su don, siempre sabía dónde y cómo se encontraban sus amigas, ella era capaz de hablarles telepáticamente; verse impotente la estaba volviendo loca.

En cambio, Regina, había caído en una especie de catarsis, dentro de su cabecita bullían infinidad de preguntas, las posibles respuestas que imaginaba eran desalentadoras. Estaba preocupada por So e Irene, y eso la tenía fuera de combate.

Alicia era la más activa en aquellos momentos, no paraba de buscar un punto débil a la gran mole de acero que era la central hidroeléctrica, normalmente no tenían problemas en conseguir tirar cualquier puerta abajo, pero por algún extraño motivo, no conseguían penetrar en la fortaleza metálica.

So, por el contrario, estaba preocupada. Viendo el estado de sus compañeras, se acercó a Irene y le dijo al oído:

— Sé lo que estás pensando, prometo que no contaré tu secreto, si así lo deseas.

Irene levantó la cabeza que, hasta ese momento había permanecido concentrada en buscar una solución, pero aunque sabía que podía confiar en So, también era consciente de que su misterioso pasado le terminaría pasando factura tarde o temprano. Había llegado el momento de tomar una decisión, algo que cambiaría la vida de las personas que más amaba.

— Encontré una fisura en la parte noroeste, creo que entre todas podremos entrar…— intentó decir Alicia. 

La voz de Alicia se ensordeció a causa de un silbante sonido, un ruido estridente y agudo que se clavaba en los tímpanos de nuestras heroínas, haciéndoles caer al suelo de rodillas mientras se tapaban las orejas con las manos. 

Un inmenso agujero, de un color morado oscuro, se instaló sobre sus cabezas; de su interior empezaron a salir extrañas criaturas aladas, con dientes puntiagudos, manos engarfadas y cuerpos llenos de manchas. 

Los monstruos arremetieron contra ellas, sin dejar de emitir aquellos chillidos horribles.

Karol fue la primera en reaccionar, gritó a sus amigas por encima de aquella lluvia de sonido. Todas se pusieron en guardia. Alicia fue la primera en sufrir el impacto de aquellas cosas venidas del infierno. Uno de aquellos seres descargó un fuerte golpe sobre la morena, no le dio tiempo a continuar con el ataque, cuando fue ensartado por una certera flecha que le traspasó la cabeza de lado a lado. Irene se acercó a Alicia, ayudándola a ponerse en pie.

— ¿Estás bien? — Preguntó la rubia.

— Sí, no te preocupes, me ha pillado desprevenida, pero van a necesitar algo más que un empujón para deshacerse de mí. Vamos a por esos hijos de puta.

Irene la miró fijamente a los ojos, intentaba comprobar si realmente se encontraba bien o era por tranquilizarla.

— Karol, Regina, Alicia, Irene, posición defensiva, ¡venga, venga, venga! — Gritaba So encolerizada.

El grupo de cinco chicas hicieron un círculo juntando sus hombros, dándose la espalda y encarando los ataques de las “gárgolas” con piel de leopardo.

Encuentro en taconesWhere stories live. Discover now