Ni reunión ni tacones

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— Hoy no hay reunión.

— ¡Qué dices! — Gritaba Karol a Alicia desde su habitación— ¡Nena, de verdad que no te oigo!

— ¡Que esta semana no habrá reunión!

— ¡¿Cómo?! — Seguía gritando Karol.

— El Whisper XL, ¡abuela! Digo, que esta semana no hay reunión— contestó con tono cansino Alicia, mientras se acercaba al cuarto de su amiga—a saber qué estarás haciendo las dos horas que llevas ahí metida…

— ¡No! No, no, no pases que no estoy visible…

— Como si no te hubiese visto ya mil veces en ropa interior… ¿qué cojones te ha pasado? Estás…— Alicia intentó buscar la palabra correcta dentro de su cabeza.

— Lo sé, horrible. Esta puta mierda que le robé a So el otro día, no sé cómo lo hace ella pero yo he quedado hecha un desastre.

— Quizás si te pones un poco de… — sugería Alicia intentando que no se le notara la risa.

— No te rías, cabrona, ya he probado de todo y no se quita— dijo Karol con el estropajo en la mano.

— Pero quién te manda usar potingues sin preguntarle a su dueña, So te lo habría dejado y lo sabes.

— Pero es que me corría prisa y no estaba en casa para pedírselo. Vaya mierda más grande, tengo una cita mañana por la mañana y voy a ir como un puto dálmata, ¡malditos autobronceadores! Anoche me lo puse y quedaba muy bonito, tenía un tono de piel bronce, en plan moreno de playa, pero esta mañana con los nervios y tal, se me ocurrió tomar un baño y me quedé dormida en la bañera, ya sabes que duermo muy poco últimamente, y al salir… mira, ¡mira!

— Como sigas restregándote con el estropajo, lo que te vas a quitar es la piel, mujer— decía Alicia aún conteniendo la carcajada—, a ver, deja que te traiga una crema exfoliante que tengo muy buena, a ver si con eso te ves menos naranja.

           — Parezco el hijo bastardo fruto de la mezcla de naranjito y un tigre de bengala. Y eso que aún no me has visto el cuello, la espalda y las piernas por detrás.

— ¡Hostia! Parece…

— Sí, parece mierda. No lo digas.

Alicia salió de la habitación y regresó a los pocos minutos con un bote blanco. Vertió su contenido en la espalda de Karol, y aquella masa espesa y granulada al estar fría le dio un escalofrío.

— Pareces la compresa de una coja, no te muevas tanto, joder— le dijo Alicia a la morena, que hacía muecas de dolor porque tenía la piel ya muy sensible.

— Distráeme, cuéntame eso de que no hay reunión, hoy tocaba reunión negra, si no recuerdo mal. ¿Dónde están las chicas?

— Ah, sí, pues eso, que no viene ninguna. Connie esta en una cita con su chico del videoclub, al parecer le tenía preparada una sorpresa y por el vestidito que se ha puesto, será digna de recordar. Regina está de viaje, se ha ido a la pasarela de la moda de París, y me ha prometido traernos unos trapitos, a ver si es verdad, acuérdate de la última vez que salió los que nos trajo. 

                                                                                                  Ilustración de Karol Scandiu

— Sí, aquellos aguacates de color morado, tuve que hacer un esfuerzo para no vomitar y sonreír mientras que nos veía comerlos. Esta mujer siempre está pensando en nosotras. Y So e Irene, ¿dónde andan?

— Pues So me dijo que se iba para todo el día a una reunión de negocios, que llegaría tarde, pero cuando la llamé para preguntar porqué se había dejado los papeles en casa, pude oír el sonido del agua de una ducha al caer acompañado de una voz masculina cantando: “We are the champions”. Así que no creo que llegue hasta mañana pasadas las doce. De Irene no sé nada, esta muy desaparecida últimamente, con lo bien que le habría venido la reunión negra de hoy. Por cierto, lo que tú no me has contado es dónde vas mañana que te has tomado la molestia de cambiar de color de piel, ¿eh, morena?

— Mmm… pues nada, solo es una comida sin importancia.

— Ya, y por eso ahora estamos aquí en plan limpieza con estropajo de mejillones en Navidad— Alicia levantó una ceja y encaró a Karol.

— Vaaaale, te lo cuento, pero como digas algo a alguien tendré que descuartizarte y utilizar los trozos para caldo de cocido.

En esos momentos, y con Alicia prestando a Karol toda la atención del mundo, oyeron un ruido en la casa, un fuerte golpe de cristales rotos y después…

«¡¡MIERDA!!»

Las dos amigas se miraron asustadas.

— Pero, ¿no estábamos solas? — Dijo Karol.

— Eso creía yo— contestó Alicia, cogiendo el trofeo color oro de la chica cebra.

Salieron al pasillo y agudizaron el oído, intentando descifrar de dónde había salido el grito.

— Tenías que coger mi trofeo de “Karaoke forever alone”, joder, sabes que le tengo mucho aprecio— dijo Karol agachada tras un aparador, vestida únicamente con la ropa interior y las manchas naranjas.

— Calla, creo que he oído otro ruido.

«¡¡MIERDA, MIERDA, MIERDA!!»

Las voces venían del dormitorio de Irene, y las dos reconocieron rápidamente su voz. Al abrir la puerta encontraron a la rubia tapada tipo E.T. y subida en cuclillas sobre la cama, con las manos en la cabeza. El motivo del ruido de cristales se podía ver en el suelo y en el armario, algo se había estallado contra él, esparciendo miles de trocitos por toda la habitación.

Irene miró a sus amigas con mirada de Golum y empezó a reírse a carcajadas, dejando a Karol y Alicia extrañadas por su comportamiento.

— Definitivamente, se ha vuelto loca— dijo Alicia.

Irene apuntaba a Karol con el dedo y reía cada vez más alto. De un salto salió de entre las mantas mostrando su cuerpo lleno de manchas naranjas y antinaturales.

— ¡Puta cremita de los huevos! — Dijeron todas al unísono.  

Encuentro en taconesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora