Revés del Destino XI

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Heather desmontó y corrió a la puerta de la cabaña. Tocó fuertemente y al abrirse esta entró. Observó aquellos ojos topacios claros parecidos a los suyos y no pudo controlar más el llanto.

—Hea..—no terminó de pronunciar su nombre y la abrazó fuertemente— ¿Qué te pasa? ¿Por qué lloras así? ¿Qué te hizo ese Don Juan?

—Ay, Phillipe… —sollozó.

—     Y  yo que venía a disculparme con usted, milady — la voz grave de Dominique perforó en sus oídos y sintió que el mundo se le venía abajo. ¡Dios mío, no! 

—     Dominique —se soltó del abrazo y observó a su prometido —. Deja que te explique, por Dios…

—     ¿Explicar qué? — no gritó, pero la dureza de su voz y expresión lo decía todo— ¿Qué fui el hazme reír de este hombre y el tuyo? ¡¿Eso vas a explicarme?!

—     No, Dom…

—     Basta, milord —gruñó Phillipe—. Muy Marqués o príncipe de Inglaterra podrá ser; pero no permitiré que le hable así a una dama.

—     ¿Dama? —rió cínicamente— No veo más que a una mujerzuela.

El golpe que le propinó Phillipe en la mandíbula resonó en la pequeña cabaña. Ella lo observó anonadada. ¡No quería que eso pasara!

—No, Dominique, por favor —rogó interponiéndose para que no golpeara a al otro hombre. Le trató de agarrarlo de los brazos para detenerlo, pero  estaba convertido en un huracán de ira.

La cogió de los brazos y sin mirarla la apartó de él hacia un lado. Heather tropezó con unas alfombras persas que su propio padre había hecho instalar en la cabaña y cayó hacia atrás. Se golpeó la nuca contra una mesa de madera de roble astillada  y su cuerpo cayó al suelo en un segundo produciendo un estrepitoso sonido.

—¡Hermana! —gritó Phillipe al ver rebotar su cuerpo en el duro suelo. —¡Heather!

El Marqués quedó pasmado. ¿Había dicho hermana? ¡Hermana! Volvió su cuerpo en la dirección en la que yacía el cuerpo de su mujer. Quitó a Phillipe del medio y  comenzó a revisarla. Le colocó una mano en la cabeza y al moverla vio un río de sangre en su mano. Sangre roja como la lava; líquida y caliente.

Ella tenía los ojos cerrados y no respiraba bien.

—¡Llama al médico! —ladró la orden. Phillipe salió disparado de la cabaña para cumplir su misión

—Amor mío, lo siento —murmuró tratando de contener la hemorragia—. Perdóname. Oh, mi amor, mira lo que te he hecho. Yo...

Heather abrió ligeramente los ojos y musitó un casi inaudible—  No es lo que parece...

 —Estarás bien, lo prometo… lo prometo… —sollozó aferrado a su cuerpo. Sabía que no podría, pero lo intentaría hasta que el médico pudiera llegar. La arropó cuidadosamente, rogando porque todo fuera un sueño y se despertara pronto.

—P-Phill… él.. —habló intentando explicarse

—No, no hables. Lo sé… lo sé

—E-él… —interrumpió ella— él es… medio herm-hermano —suspiró cerrando los ojos y  desmayándose. 

El médico no llegó a tiempo. La herida que se había propinado con el filo roto de la mesa había obrado de manera casi inmediata perforándole el cráneo e incrustándose en su cerebro. Cuando el galeno llegó, su corazón ya había dejado de latir hacia unos minutos.

No sabía si podría aguantar la culpa, la desolación ni la profunda miseria que sentía por dentro. Lloró hasta que ninguna lágrima pudo salir más por sus hinchados ojos. Tendría que decidir qué hacer, cómo seguir; ya que su vida sin ella, poco valía. 

Revés del DestinoWhere stories live. Discover now