Cinco: Beso en la oscuridad

403 66 2
                                    

Eran apenas las nueve de la noche cuando Win subió a su cuarto y guardó todos los regalos que había recibido por Navidad. Estaba feliz de tener tantas cosas nuevas y era consciente de que podía estar mucho más feliz si tan solo Bright le hubiera enviado algo, aunque prefirió engañarse y decirse a sí mismo que su compañero estaba lo suficientemente ocupado como para no corresponder al paquete que le había enviado.
Win se arrepentía completamente de aquella caja llena de fotos y un escrito hecho a mano en donde confesaba sus sentimientos. Cada vez que lo pensaba se preguntaba la razón por la que había enviado tal cosa, como si sus sentimientos pudieran ser un regalo navideño para el mayor... Tal vez era una pesadilla con la cual no deseaba lidiar.

Mierda. Su cabeza reproducía cualquier tipo de escenario catastrófico posible, ¿qué había hecho?

—¿Aún estoy a tiempo de decir que me equivoqué? —se preguntó en voz alta. —Ugh, no... No puedo, puse su nombre en prácticamente toda la carta, no tengo excusas. Necesito una señal, algo, lo que sea.

Al segundo de decir eso, las luces se apagaron. Win solo creyó que era mala suerte, que la única señal que le estaban dando era un enorme jódete en toda su bonita cara. Salió al balcón un segundo para comprobar que todo estaba efectivamente a oscuras y volvió a su cama, en donde se sentó solitariamente a punto de desbordarse, sin embargo un extraño sonido llamó su atención, al igual que una sombra sospechosa e intimidante que ingresó a su cuarto a través de la ventana.

—¿Q-Quién está ahí?

Los pasos continuaron su camino, cada vez más cerca.

—¡Dije que quién está ahí!

Dio un respingo y un escalofrío le recorrió el cuerpo cuando sintió dos manos sobre su cintura, las cuales lo levantaron con prisa.

—La gente normalmente me dice Bright, pero tú... Tú puedes decir que soy el amor de tu vida.

No hubo manera de que Win pudiera responder, porque alguien le estaba comiendo la lengua y no era precisamente un ratón, sino el chico al que se le había confesado. El hecho de estar completamente a oscuras hizo que tuviera que utilizar sus sentidos para guiarse, razón por la cual sus manos terminaron envueltas en el cabello del mayor antes de bajar por el largo y elegante cuello, luego en su camisa y por último en sus brazos.
Bright lo inclinó suavemente hasta caer ambos en la cama y lo besó con más intensidad mientras Win parecía volverse cada vez más loco por el mayor, llegando al punto en el que sus manos buscaron con desespero los botones de la camisa ajena y sus dientes atraparon el labio inferior de su par.

—Iba a responderte... —Bright atinó a decir—, pero no encontré la manera correcta, no hay otra confesión más válida que esta para mí.

El pulgar del mayor buscó los labios entreabiertos del chico y le dio una suave caricia antes de bajar a su cuello y tocarlo en los lugares correctos. Win no tenía idea de cómo Bright encontraba sus puntos sensibles tan pronto, pero estaba muy agradecido por ello.

—Entonces... ¿Entonces sí te gusto? —preguntó solo para asegurarse.

—Me duelen los labios, Metawin, me mordiste tan fuerte... ¿Quieres que te bese hasta sangrar para dejarte claro que sí me gustas?

Win rió suavemente pero se detuvo en el momento preciso en que la electricidad volvió. La luz iluminó claramente a ambos, haciendo que las mejillas de Win tomaran un color rojo intenso al igual que las orejas del contrario. Ambos se encontraban despeinados, con las camisas a medio abrir y las respiraciones agitadas. Pero no era aquello lo que los hacía ser tan tímidos, sino el hecho de que ambos se veían completamente hambrientos uno del otro, había tanto amor en sus ojos...

—Bien... Entonces... ¿Ahora yo... soy tu novio?

El mayor rió al escucharlo, Win se notaba muy nervioso.

—Sí, Win. Ahora eres mi novio.

Cincuenta maneras de besarte bajo el muérdago | BrightWinWhere stories live. Discover now