Siete: Beso en forma de canción

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—La Navidad se sentirá extraña sin ti.

Bright sonrió levemente y le dio un suave toque amistoso en la espalda a su amigo. Irse de viaje antes de Navidad no estaba previsto en su agenda, pero un importante e inesperado trabajo muy lejos le hizo armar una maleta en pocos minutos.

—Es probable que no regrese a tiempo para darte tu regalo en persona.

—No te preocupes por eso, está bien —dijo Win con una voz suave—. No olvides llamarme, ¿de acuerdo?

—Ugh, pareces un novio pegajoso, no lo digas con ese tono o de lo contrario no te llamaré.

El más alto sonrió cuando la mano del mayor tocó su cabello de forma cariñosa antes de subir al coche que lo llevaría al aeropuerto. No supo bien la razón, pero suspiró y sintió el corazón triste al ver cómo se marchaba. Win tenía claro el gran aprecio que le tenía a su amigo, pero últimamente había algo más allí... Algo que no comprendía.
La semana transcurrió insoportablemente lenta para el joven que esperaba la llamada. Sabía lo difícil que era trabajar en el ambiente artístico, lo ocupado que podía llegar a mantenerte y lo cansado que quedaba después de una larga jornada, por eso no había insistido en una llamada o siquiera un mensaje.

Aunque no hizo falta. Su teléfono sonó y lo tomó a toda velocidad.

Era un mensaje.


Bright: ¿Estás dormido?

Win: Algo así, ya voy por la fase REM.

Bright: De acuerdo, chico gracioso. ¿Cómo estás?
No tuve tiempo de comunicarme antes, este trabajo es muy exigente.

Win: Bien. ¿Por qué no me llamas y me cuentas todo?

Bright: Porque estoy cansado y apenas tengo ganas de respirar.

Win: Llámame :(

Bright: No. ¿Por qué debería llamarte? Ya estamos hablando por aquí.

Win: Por favooooor :( ¿Sí?

Bright: Responde mi pregunta primero.

Win: Es más cómodo...
Y además me puedo reír de ti mientras te quejas.

Bright: Jaja, no.
Deja de llamarme, no responderé.

METAWIN, BASTA. NO ME DEJES EN VISTO.

UH, DE ACUERDO.

ERES MOLESTO.


Bright deslizó el dedo por la pantalla de muy mala gana. No le gustaba mucho hablar por teléfono, le ponía algo nervioso, pero Win estaba siendo tan insistente...

—Siempre haces lo mismo, Win. La próxima vez bloquearé tu número.

—Y tú siempre dices lo mismo, pero nunca me bloqueas.

Win sonrió ampliamente mientras miraba el techo. Imaginaba que Bright estaría en la misma posición, pero con el ceño fruncido, y algo en aquel pensamiento le hizo sentir cosquillas. Había algo en la seriedad del mayor que le parecía interesante y atractiva.
Bright se soltó en la conversación, profundizando en cada detalle de su semana, cosa que Win agradecía mucho, ya que estaba completamente tonto por la voz del otro lado de la línea. Secretamente, lo llamaba para llenarse los oídos de la melodiosa, lenta y prudente dicción. Aunque Win jamás lo reconocería, porque el otro diría que era algo completamente extraño y no quería sentirse avergonzado.

Una hora y media alcanzó para contar todo lo que hicieron en una semana. Los temas de conversación pudieron haber continuado, excepto por el ligero bostezo del mayor. Win comprendía que su compañero estaba cansado, pero necesitaba escucharlo un poco más antes de dormir; era como si nunca tuviera suficiente de él.

—Sé que estás cansado, pero... ¿puedo pedirte un favor?

—Dime.

—Canta para mí.

Bright abandonó la comodidad de su cama y se levantó abruptamente ante el pedido de Win. ¿Por qué se sentía tan tímido? ¿Por qué ese pedido se sentía tan íntimo?

—N-No traje mi guitarra, lo siento —se excusó nervioso.

Win suspiró silenciosamente y se talló los ojos con los dedos, arrepentido. Se dijo que tenía que dejar de actuar de esa manera tan ambigua y decírselo, expresar lo que le sucedía cuando estaban cerca o cada vez que lo miraba y escuchaba. Se enamoró sin apenas darse cuenta, para Win era tan fácil querer a los demás y que lo hicieran sentir querido, pero con Bright era diferente.

—¿Win?

Tragó saliva dificultosamente y cerró los ojos.

—Bright... Te quiero.

El nombrado miró de un lado a otro, procesando lo escuchado y preguntándose a qué se debía tanta dulzura repentina. ¿Win acababa de... confesarse?

—La Navidad se siente sola sin ti —prosiguió—. Sé que dijiste que me darías mi regalo cuando vuelvas, pero en este momento, no hay mejor regalo para mí que escuchar tu voz. Me gusta cuando cantas, porque es como si besaras todos mis sentidos.

Un silencio largo se hizo entre ambos.

—¿Quieres que te bese?

—¿Eh? —la confusión de Win ante la respuesta fue palpable.

—Que voy a cantarte una canción ahora. Pero cuando regrese... —Bright hizo una pausa que dejó expectante al contrario. —Cuando regrese, prepárate, porque no tendré piedad con esos bonitos labios.

—¡B-Bright!

—Silencio, ¿quieres la canción o no?

—Sí, pero ¿y-ya sabes que me gustas?

—No. Realmente soy taaaan tonto —rodó los ojos—. Sí, idiota, y tú a mí.

Cincuenta maneras de besarte bajo el muérdago | BrightWinWhere stories live. Discover now