Capítulo VI (Un milagro indeseado)

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Una notificación de mi red social entró una tarde de abril, una persona le había dado una docena de likes a mis fotos de mi red social, esa persona quería llamar mi atención...

En seguida, vi su perfil y parecía ser algo soñado, unos ojos azules, un cabello amarillo y una tez de nieve inundaban todas las publicaciones de su perfil.

También advertí que todos los paisajes que adornaban sus fotos eran desconocidos para mí, era mi país pero una región que jamás había visitado.

Sus fotos eran un relato pictográfico de todo lo que yo había deseado en una mujer, veía risas, veía gestos, veía paisajes, una libertad y unos rasgos soñados.

Decidí no reaccionar a lo inmediato a sus numerosos likes, y pues al par de horas envié un sobrio:

"¿te conozco?"

A lo cual respondió

"ay qué pena, me gustó tu perfil y se me escaparon esos likes jaja"

Decidí seguir sobrio y desinteresado a pesar de mi efusividad interna, y le repliqué:

"también me da pena, pero se me está escapando las ganas de saber más de ti, me das tu número?"

Y me respondió:

"Jajaja ¿qué quieres saber? es muy rápido para darte mi número"

En realidad el chat se extendió por días,

Hasta llegado el momento y pasadas ya mágicas y extensas conversaciones de chat y de llamadas, me decidí a invitarla a salir:

Debía comenzar una dura y ardua batalla, conquistar a la que creí el amor de mi vida, con una precariedad impuesta por la situación país, con un físico nada hollywoodense, con un sueldo de postguerra y con un país en llamas, convulsionado, debía activar mis mejores capacidades creativas para llamar su atención al nivel que yo quería hacerlo, al nivel de "un para siempre".

Tuvimos la primera salida, busqué en un tutorial de YouTube como reparar una falla de mi carro y lo logré, en ese momento para un profesor dedicado a la política era imposible acudir a un taller dolarizado o a un mercado negro de repuestos dolarizados también.

Luego la invité a un viejo restaurante de ambiente agradable y de precios amigables (risas) y ahí trasladamos todo nuestro entusiasmo de los chats y llamadas en persona, ella recién había llegado a la ciudad capital, todo era novedoso para ella, además sacó a relucir temas de sus decepciones familiares y amorosas, y yo solo la escuchaba, me perdía como un embobado receptáculo antes sus ojos.

Yo no encontraba palabras para interrumpir sus cuentos, sus relatos, su acento "poblano" y su risa, su entusiasmo, era un placer escucharla y asentir en todo lo que decía, solo con una sonrisa y con un sí a todo lo que me decía.

No sé si en su momento lo notó, pero yo caí el primer día, como nunca antes lo había hecho con ninguna chica, el primer día dije, decidí de manera soberbia que ahí y con ella quería pasar "el resto de mi vida".

Ella pidió una ensalada y un jugo, yo pedía cervezas como loco para superar un tanto los nervios que sentía de estar con ella.

No recuerdo bien que hice o que dije en esa cita, pero sé que a ella también le gustó y quedó con unas ganas enormes de continuar, al igual que yo, con lo que parecía ser una relación.

Cada vez me ausentaba más de mis reuniones políticas, cada vez me cuidaba más en las violentas manifestaciones, y aunque ella para ese momento trabajaba en una dependencia de la dictadura, siempre me manifestó su apoyo y respaldo por las causas que yo defendía.

Era o es un tanto mayor que yo, pero eso no me impidió si quiera seguir el camino que me llevaría a ganarme su interés.

Por su físico, aspecto y personalidad, advertí en seguida que yo no estaba solo en la conquista de su corazón, y es que no podía estarlo, su belleza era en ese momento inocultable y su personalidad inobjetable.

Ya un día o dos nos parecían interminables si no nos veíamos, decidí invitarla a marchas y protestas y ella obligada por la dictadura y su trabajo del momento, salía de una marcha de ellos para venir a una marcha de nosotros. 

Un Milagro IndeseadoWhere stories live. Discover now