Capítulo XIII (Un nuevo milagro)

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Ya sólo me quedaba recurrir a nuestra madre santa, la virgen de Guadalupe, reuní un dinero como cocinero del restaurante y me pagué un viaje, un vuelo a CDMX, a la catedral dónde le había pedido esa mujer que me dio, y le lloré hincado de rodillas en esa histórica iglesia, frente a miles de personas, desconsolado le pedí perdón, le dije que le daba gracias por todo lo sucedido y le pedí justicia, le recé que entendía a la perfección su lección.

De vuelta al estado de Coahuila, trabajando 10 horas continuas en el restaurant, las cosas empezaron a cambiar inesperadamente a mi favor. Era el Ayate de Juan Diego actuando en otro plano para resarcirme ante tales agravios tan inefables.

Sucedió algo inusual e inesperado, un familiar de la madre del niño me contactó para decirme que no estaba de acuerdo con lo que habían hecho esa parte de su familia y me dio los números de toda la familia de ellos, quienes también estaban en desacuerdo para que yo los contactara y les pidiera por favor convencer a los ocupantes de salir pacíficamente y respetar la voluntad de mi anciana abuela.

Así lo hice y contacté uno a uno, además expuse mensajes de amenazas e improperios por parte de mi milagro indeseado, quienes hasta ahora creían era un ángel.

Esos días y semanas que transcurrieron, cosas metafísicas empezaron a suceder, yo salía todos los días de la pizzería a las 2am lleno de harina y con los brazos caídos de los procesos artesanales con los cuales elaborábamos todo, amasar y rayar queso aumentaron considerablemente mi masa muscular como lo hubiese hecho en un costoso gimnasio.

Una noche de esas saliendo del restaurant, una anciana sentada en la plaza a las 2am, me dijo, mijo que hora traes, le comenté las 2am y con una dulce voz, me dijo, tranquilo mijo no te afanes, ya todo se va a resolver, yo la mire temiendo que desapareciera y sacó de su bata un tamal que se sambutió riéndose y mirándome, el cansancio me hizo seguir y allí quedó ese episodio.

Luego a los días, mi tormento de tez de nieve, aseguraba por llamadas y mensajes que me veía cerca en la calle de la casa, que yo estaba en las noches por el techo de la casa, ella sola empezó a perder la cordura mientras yo trabajaba en el restaurante en México.

Aseguró a todos que se sentía atormentada y no podía dormir, un día sin más, contrató un camión y desvalijó toda la casa, desde bombillos, lámparas, hasta espejos, duchas, electrodomésticos, cuadros, muebles, arrancados de las paredes e inexplicablemente salió atormentada y despavorida de la casa asegurando que la perseguían y atormentaban.

Mi padre vendió su automóvil casi nuevo para el momento, y pagó una suma importante de dinero por honorarios a una abogada que había estado durante años trabajando en los tribunales y se encontraba jubilada, ella le aseguró a mi padre que con todos los mensajes de la madre del niño ella podía desmontar todos los expedientes falsos.

Yo hice un par de llamadas a viejas amistades políticos para que me dieran una audiencia con el fiscal de la dictadura y la conseguí y obtuve una conversación a distancia dónde le expuse todo lo sucedido.

Me prometió una revisión de mi caso y así fue, toda la maraña de acusaciones falsas se fue desmontando sola y sin ninguna explicación.

A los pocos meses, el líder de la tolda política que yo estaba asesorando fue liberado e indultado, y por consecuencia mi caso quedaba sin efecto, sobreseído, al final recibí la noticia de parte de aquella vieja abogada jubilada, que ya podía volver si quería a mi país.

Regresé, después de 11 meses de exilio injusto, regresé por la puerta grande, sin manchas en mi expediente, antes llevé una ofrenda a la Virgen de Guadalupe, le di las gracias y entendí la lección de vida que me dio.

Debemos ser agradecidos con las bendiciones, debemos renunciar a la ambición, a la mala infinitud y debemos vivir conforme a la voluntad de la providencia. Sin ánimos de convertir esto en un credo religioso, no siempre nuestros deseos o "sueños" son los más convenientes para nosotros, debemos también aceptar la voluntad y la vida que tenemos de forma agradecida.

A la sazón de escribir esto, y a dos años de aquel terrible exilio, volví a tener mi oficina, creé una nueva empresa, asesoro a varias amistades en política y espero el momento propicio para volver a participar de la vida política de mi país. 

Un Milagro IndeseadoWhere stories live. Discover now