U N O

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Los miembros de la manada se pusieron de pie, en dos filas, uno junto a otro. Formaban un camino, el camino a la muerte.

Los pájaros que habían estado trinando alegremente, ahora estaban en silencio, escondidos en alguna parte de los árboles, como si pudieran percibir el ambiente peligroso cercano.

La multitud contuvo el aliento cuando un hombre corpulento, de casi dos metros, apareció sosteniendo por el cabello a un omega masculino y otro femenino. Estaban desnudos y cubiertos con su propia sangre de la cabeza a los pies.

El único sonido que se escuchaba eran las pisadas fuertes y poderosas del alfa líder, y los gimoteos adoloridos de los dos omegas. Ni siquiera el viento se atrevió a silbar.

El alfa lanzó a los dos omegas al suelo, a los pies de los miembros que comenzaban el camino a la muerte. Bastó una mirada del líder para que todos dieran un paso al frente, haciendo más estrecho el camino.

—Avancen, malditos traidores. —Gruñó el alfa líder, y los omegas comenzaron a arrastrarse por el suelo, débiles por el hambre y la tortura previa, e incapaces de desobedecer al líder. Y fue entonces cuando comenzó la última tortura.

Cada miembro, fuera niño, adulto o anciano; fuera alfa u omega de alto o bajo rango, fuera amigo, hermana, madre o padre, le dieron una patada con todas sus fuerzas al traidor más cercano.

Los llantos y gimoteos se hicieron más fuertes, y la sangre comenzó a teñir la tierra sobre la que los omegas se arrastraban.

La última tortura duró sin interrupciones por al menos cinco minutos más, hasta que el omega femenino sacó fuerzas para interponerse entre la bota de un alfa y el rostro del omega masculino.

El silencio se volvió aún más frío y fuerte.

—¡El descaro! —Jadeó la omega líder, con los ojos ahora de color azul, pues la ira la estaba haciendo transformarse parcialmente. Sus uñas comenzaron a convertirse en garras.

—Aceleren el proceso, manada. —Ordenó el alfa líder, y los miembros obedecieron. Comenzaron a patear a los omegas al mismo tiempo que los hacían avanzar hacia el final del camino, donde estaban los miembros de la familia biológica de los traidores, sus parejas, y la omega líder.

Minutos después, los omegas fueron escupidos y pateados por sus familiares y parejas -parejas que el líder les había impuesto, como a todos-. Hubo una de las familiares que dudó, pero una mirada del alfa líder la hizo actuar sin chistar.

Finalmente, los traidores llegaron al final del camino, justo a los pies de la omega líder de manada. El líder, al otro lado, se transformó en un lobo alto y corpulento, con pelaje negro brillante y ojos de color rojo intenso, llenos de ira.

La omega líder también adoptó su forma animal. Era una loba con un hermoso pelaje blanco, con un cuerpo esbelto y los ojos azules brillantes.

El alfa líder avanzó por el camino lleno de sangre, manchándose las patas y las garras.

Un par de segundos después, todos los niños fueron obligados a ver como los líderes desgarraban las gargantas de los dos traidores.

Nadie apartó la mirada, o lloró. No podían llorar por dos omegas que sostenían una relación romántica secreta, que habían sido infieles a sus alfas. No podían llorar por gente que podía reproducirse e ir en contra de la pureza de la sangre.

—En esta manada no aceptamos aberraciones como esta. —Habló el general Im, uno de los hombres de mayor confianza del líder. —La única pareja que existe es entre un alfa y su omega. No hay más, y nunca lo habrá. Que les quede a todos grabado con sangre.

Antinatural • NamKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora