5- ¡Disiento!

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   Entre las sacudidas físicas que acompañaron a mi primera entrevista con el profesor Challenger y las sacudidas mentales que ocurrieron durante la segunda, era yo un periodista bastante desmoralizado cuando volví a hallarme en la calle, en Enmore Park. En mi dolorida cabeza palpitaba un solo pensamiento: el relato de aquel hombre era verdadero, sin duda alguna. Tenía una tremenda importancia y de él saldrían artículos inusitados para la Gazene, cuando obtuviera permiso para publicarlos.

Vi un taxi esperando al final de la calle, salté a su interior y me hice conducir a la redacción.

McArdle se hallaba en su puesto, como siempre.

--¿Y bien? --exclamó lleno de expectación--, ¿cómo fue aquello? Pienso, joven, que ha estado usted en una guerra. No me diga que le ha atacado.

--Tuvimos algunas diferencias, al principio.

--¡Vaya con el hombre! ¿Y qué hizo usted?

--Bueno, después se volvió más razonable y tuvimos una charla. Pero no le saqué nada... nada que pueda publicarse, quiero decir.

--Yo no estoy tan seguro de eso. Ha salido usted con un ojo amoratado y eso es publicable. No podemos aceptar que reine el terror, señor Malone. Debemos abrirle los ojos. Mañana le voy a dedicar un suelto que levantará ampollas. Basta que usted me proporcione el material y yo me comprometo a marcar a fuego a ese fulano para siempre. «Profesor Münchhausen.» ¿Qué le parece como título de cabecera? O «Sir John Mandeville⁹ redivivo». O «Cagliostro¹⁰». En suma, todos los impostores y fanfarrones de la historia. Lo mostraré en mi artículo tal como es: un farsante.

⁹. Viajero y escritor francés del siglo XIV. Autor de Viaje de ultramar.

¹⁰. Alessandro, conde de Cagliostro (1743--1795). Farsante y aventurero italiano que visitó casi todas las cortes europeas. Su verdadero nombre era Giuseppe Balsamo.

--Yo no haría eso, señor.

--¿Y por qué no?

--Porque no es en modo alguno un impostor.

--¡Qué! --bramó McArdle--. ¡No querrá usted decir que cree verdaderamente en esos chismes que cuenta sobre mamuts mastodontes y grandes serpientes de mar!

--Bueno, no sé nada de todo eso y no creo que el profesor sostenga nada de ese tipo. Pero sí creo que ha hallado algo nuevo.

--¡Pero hombre, por Dios, entonces escríbalo usted!

--Es lo que estoy deseando; pero todo lo que sé me lo ha dicho confidencialmente y a condición de que no lo escriba.

Condensé en pocas frases el relato del profesor y añadí:

--Así quedó el asunto.

McArdle parecía sentir una profunda incredulidad:

--Y bien, señor Malone --dijo al fin--, hablemos de la reunión científica de esta noche; de todos modos sobre eso no puede haber secretos. Supongo que ningún periódico informará sobre ello, porque de Waldron han publicado notas al menos una docena de veces y nadie está enterado de que Challenger va a intervenir. Si tenemos un poco de suerte podremos obtener la primicia sobre todos los demás periódicos. De todos modos, usted estará allí y podrá traernos un reportaje bien completo. Le reservaré espacio hasta la medianoche.

Tuve un día muy ocupado y cené temprano con Tarp Henry en el Savage Club, dándole cuenta parcialmente de mis aventuras. Me escuchó con una sonrisa escéptica en su rostro enjuto y rió estruendosamente cuando oyó que el profesor me había convencido.

--Mi querido muchacho, en la vida real las cosas no suceden de ese modo. La gente no se topa con descubrimientos enormes y pierde luego las pruebas. Deje eso para los novelistas. Ese fulano está tan lleno de trucos como la jaula del mono en el zoo. Todo eso es pura palabrería.

El Mundo Perdido - "Arthur Conan Doyle"Where stories live. Discover now