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Después de todo lo ocurrido con el robo, Amelia llegó a su casa y encontrándose con el ánimo por el suelo se tiró en su cama mientras recordaba la cara de Luisita cuando le estaba mintiendo en sus propios ojos y ella se preocupaba por su situación.
Cogió su teléfono y marcó el número de la abogada para saber cómo se encontraba.

- Buenas noches Luisita, le llamaba para saber si se encontraba bien después del robo de esta noche.

- Sí me encuentro bien sólo tengo un rasguño de la caída pero no fue nada. - Sonaba un poco seca la abogada.

- Licenciada ¿Le pasa algo conmigo? Porque la siento extraña.

- No es nada Amelia, sólo que tengo mis dudas del robo de esta noche y no paro de darle vueltas a la cabeza.

- ¿No pensará que tuve algo que ver verdad?

- Sinceramente no sé qué pensar, es demasiada coincidencia que haya un robo y tú estés cerca en el mismo lugar y no estés involucrada.

- Luisita le juro que yo sólo trabajaba y no tenía ni idea de lo que iba a pasar.

- Bueno espero que sea verdad lo que dices porque me dolería mucho que fueras culpable después de haberte defendido tanto a pesar de tanta gente en contra.

- Le aseguro que estoy muy tranquila y no tienen pruebas en mi contra pero ojalá encuentren a los culpables para que deje de dudar de mí.

- Yo también lo espero.

- Amelia estoy muy cansada, ya mañana será otro día , buenas noches.

- Buenas noches Licenciada.

Se despidieron con un sabor agridulce porque desde que se conocieron nunca se habían hablado con tanta distancia pero la abogada no tenía la seguridad que Amelia le juraba y ella lo sabía porque desde el fondo de su corazón sabía que le estaba mintiendo y se sentía una miserable porque Luisita había sido la única persona que confió en ella desde que salió de la cárcel y ahora no se perdonaba lo que le estaba haciendo.

Cada una en su casa estaba pensando lo que había pasado esa noche y la vuelta que había dado todo en su relación porque se estaban haciendo amigas, se estaban cogiendo cariño y ese robo de la subasta había abierto una brecha en ellas. Sólo deseaban que todo fuera una mentira y poder pasar página.

Como todas las mañanas, de lunes a viernes, Luisita iba al bufete acompañada de Mateo pero ese día no se encontraba con ánimo porque no había dormido en toda la noche pensando en lo sucedido en la subasta.

- Luisi, estás muy callada, ¿ Se puede saber qué te pasa?

- Lo siento Mateo perdóname pero pasé una noche horrible, no dormí casi nada y no paro de pensar en el robo de la subasta, la gente por allí corriendo, los disparos de los delincuentes y cómo no en Amelia.

- Ese es el problema de todo, que no dejas de pensar en ella Luisita y te recuerdo que estás comprometida y a punto de casarte.

- Es que todavía no entiendo que hacía allí. - Le decía preocupada a su amigo.

- Puede que sea verdad y sólo fuera un trabajo que le salió y se estaba ganando un dinero extra.

- Ojalá y así sea. - Deseaba la abogada mientras que ya se encontraban en el portal del bufete.

- ¿Entramos, porque habrá que trabajar digo yo? - Se relajaba Luisita para intentar olvidarse de todo.

- Dale adelante cabecita loca y deja ya de pensar en la morena de rizos. - Le daba dos palmaditas en el trasero Mateo para así hacer reír a su amiga.

Lo que en ti veoWhere stories live. Discover now