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Después de que en sólo unos días su vida se hubiera puesto patas arriba por la desilusión que recibió de Amelia, Luisita no sabía cómo poner de nuevo el rumbo para que todo siguiera adelante sin ella porque sí la había amado, había enfrentado muchas cosas por ella, incluso a su familia, pero en ese momento sentía un vacío enorme de no encontrar su pecho para refugiarse en él. Sería difícil pero siempre había sido una mujer que había enfrentado sola los problemas sin el más mínimo ápice de derrota.

En ese momento y distrayendo a su cabeza de que dejara de pensar, llamaron al timbre y se levantó de la cama para abrir la puerta.

  - ¡Luisita hija! - Dijo su madre Manolita yendo hacia ella para consolarla acompañada de Marcelino, María y Sebastián que se había enterado de la noticia por la familia.

  - Hija mía. - Rompió el silencio Marcelino algo emocionado quedándose parado cuando se encontró a su hija de frente esperando su reacción.

  - Papá... - Luisita se refugió en sus brazos llorando sintiéndose culpable por todo lo que habían discutido defendiendo a la morena.

  - Ya está hija, ya está. - Su padre intentaba consolarla protegiéndola igual que cuando era pequeña.

  - Nos enteramos de todo y vinimos de inmediato, tu hermana nos puso al tanto de lo que ocurrió.

Luisita se apartó del refugio de Marcelino para mirar a su hermana y en la parte de atrás dió con los ojos de Sebastián.

  - Sebastián..., ¿Qué haces aquí? - Preguntó casi en voz baja culpable por todo lo que pasó con él en su relación.

  - Marcelino me llamó y me dijo que estabas mal y no pensé en venir para apoyarte, sabes que estoy aquí para tí aunque ya no quieras saber nada de mí. - Le respondió el empresario fingiendo dolor por ella.

Luisita agachando la cabeza como respuesta se acercó a sus brazos para abrazarlo y llorar encima de él.

  - Gracias por estar aquí hijo, es muy importante para Luisita en este momento. - Habló Marcelino a Sebastián agradeciéndole su apoyo a la familia.

  - Para mí es un placer estar cerca de ella y saber todo de su vida, voy a ser su sombra para no dejarla sola Marcelino. - Respondía el larguilucho con una risa falsa.

  - Yo sabía que esa niña escondía algo, es obvio que estaba contigo por tu dinero. - Habló con un tono un poco más alto Marcelino para hacerle ver a Luisita que él tenía razón al dudar de ella.

  - Marce, para ya. No castigues más a la niña con todo lo que está sufriendo ahora. Ella se enamoró y cuando uno se enamora con toda su alma no hay nadie que lo dañe o ponga impedimento para estar juntos.

  - Es verdad Manuela, hija perdóname. - Contestó mirándola a los ojos llorosos de la abogada.

En ese momento sonó el timbre de la puerta y Sebastián fue a recibir al que se encontrara al otro lado.

  - ¡Hombre detective, que gusto verlo! - Respondió sarcásticamente frente a la cara enfadada de Ignacio.

  - Vengo para hablar con Luisa Gómez. - Respondió Nacho mirándolo a los ojos fríamente.

  - ¿Usted no cree que ahora no es momento ni el lugar para hacer declaraciones, detective? - Le contestó Sebastián con chulería dejándose caer en el marco de la puerta.

  - Sebastián déjalo entrar, yo quiero colaborar con el detective. - Respondió Luisita acercándose a la puerta invitando a pasar a Nacho.

  - Luisita, sé que no te encuentras bien pero necesito más datos sobre Amelia, todo lo que conozcas de ella, su entorno, en el trabajo, todo. - Nacho iba preguntándole.

Lo que en ti veoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora