25

492 59 132
                                    

Llegaron al barrio y cada una se fue a descansar después de haber dejado la mercancía en el Scorpio, Amelia llegó a casa y sin hacer ruido para que su madre no la escuchara y le pidiera explicaciones, se metió a su cuarto y se tiró en la cama boca arriba. No paraba de darle vueltas a todo lo que había sucedido en su vida, las batallas que había librado y cómo después de tantos robos y malas decisiones, fue a parar a la cárcel pero en el momento en que cerró los ojos y pensó que desde hace algunos meses una rubia hermosa había puesto luz a su oscura vida, sólo quiso parar el tiempo para que nadie lo dañara e intentar de una vez por todas trazar el camino para explicarle toda su verdad y no perder la esperanza de ser feliz junto a ella. Recordó su llamada anteriormente y cómo si la tuviera delante quiso llamarla pero se dió cuenta de que era demasiado tarde y vio que tenía un mensaje en su teléfono.

- Buenas noches Amelia, sé que estarás dormida porque son casi las dos de la mañana pero necesitaba escuchar tu voz, te parecerá una tontería pero echaba de menos tenerte aquí a mi lado, que duermas bien amor mío.

Cuando terminó de escuchar el mensaje, dos lágrimas cubrieron su rostro el cual cada vez se notaba más mojado por no poder parar de llorar, dejó caer su teléfono en el pecho y cómo si fuera una niña pequeña que necesita refugio, se abrazó a su cuerpo hasta quedarse dormida.

A la mañana siguiente Luisita despertó y cuando miró su teléfono no tenía ningún mensaje de la morena y se puso triste porque desde el día anterior no sabía nada de ella pero para que el día comenzara bien llamó a su alma gemela Mateo para irse juntos al bufete y contarle cómo estuvo la conversación el día anterior con Sebastián.

- Buenos días amor de mis amores, ¿Estás ya despierto o tengo que ir con un café para que te espabiles? - Saludó Luisita a su amigo empezando la mañana.

- Buenos días mi tormento de amor, ¿Cómo amaneciste? ¿Está todo bien en el reino de la abogada o tenemos que tener de nuevo una conversación de terapia? - Le contestó el abogado de buen humor para intentar siempre hacerla reír.

- ¡Que idiota eres! Te llamaba para irnos juntos al bufete y así charlamos un poquito.

- Uy, eso suena interesante, ya me veo que hay un buen chisme.

- Ja ja no, sólo necesito un amigo. - Contestó la rubia con la risa un poco más vacía.

- Está bien, ya en serio, me visto ligero y voy a recogerte.

- Aquí te espero. - Le respondió para después cortar la llamada.

Como había dicho por teléfono, Mateo fue a recoger a Luisita a su apartamento y después de darse dos besos y un gran abrazo, que no se daban desde el viernes, salieron hacia el bufete. Cuando llegaron a la puerta se subieron en el ascensor y Luisita le empezó a explicar cómo había sido la conversación que tuvo con Sebastián.

- Me sentía mal Mateo, desde lejos se le veía lo que estaba sufriendo y me duele, no puedo evitarlo.

- Luisita si algo ha sufrido es el orgullo de Sebastián, un hombre como él no está acostumbrado a que una mujer lo deje.

- Ay no, yo pienso que es otra cosa, en un momento se le quebró la voz y hasta se puso a llorar. - Le explicó Luisita un poco afectada.

- ¿En serio? ¿Y no le tomaste una foto? - Le preguntó el abogado sorprendido y de broma mientras que la rubia le miraba entrecerrando los ojos aguantándose la risa.

- Me hubiera hecho millonario chantajeandolo con hacerla pública en las revistas. Imagínate el titular " Sebastián Fernández llorando por una mujer".

- Aaayyy, me vas a decir que tú nunca has llorado por amor. - Contestó riéndose.

- Sí, sólo dos veces pero además es diferente porque yo soy gay y tengo el derecho a tener actitudes débiles de enamorarme como quiera pero Sebastián que es una piedra...

Lo que en ti veoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora