🚌Capítulo 4🚌

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Los Ángeles

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Los Ángeles. 10 de junio de 2023.

He vuelto a soñar con ella.

Me fui a dormir temprano porque sabía que hoy sería un día movidito con la recepción de los invitados y apenas he podido pegar ojo en toda la noche anticipando su llegada. Porque de todas las personas que están por venir, solo me interesa una. Solo me interesa ella.

Llevo un año lamentando lo que hice, o, mejor dicho, cómo lo hice. Mentí porque era necesario, mentí porque, a veces, es mejor soltar que agarrarse a un clavo ardiendo. La culpa y el remordimiento me persiguen desde entonces, clavándose como cuchillos afilados en mi pecho. Por cobarde.

Aún me queda una oportunidad para remediar mi error y no hay nada ni nadie en el mundo que pueda impedírmelo. En cuanto aparezca por la puerta, confesaré.

Las manecillas del reloj avanzan demasiado lentas. Un jodido año llevo sin verla, ¿por qué se me hace tan larga la espera ahora? Es cuestión de horas que ilumine aún más si cabe este hotel con su sonrisa.

Unos golpes insistentes en la puerta del cuarto de baño me devuelven al presente.

—Joel, ¿estás listo? Mi hermana es parcando —dice Blake, mi futura esposa, con su acento de guiri.

Almost ready, honey. Give me a minute.

Abro el grifo para bañar mis manos y borrar todo rastro de cansancio de mi rostro. Decido dejarme el pelo suelto para que no se noten tanto las ojeras y me seco con la toalla antes de salir.

Wow! ¡Qué guapa, amor!

—Gracias —la beso en los labios—, pero no me cambies el género. Soy guapo, no guapa —río ante su sonrojo—. Tú también estás preciosa.

Y es cierto que lo está. Ha recogido su larga melena rubia en una coleta alta para poder lucir el elegante collar de perlas que le regalé sobre la piel desnuda de su escote y lo ha conjuntado con un vestido claro que cae por su perfecta figura hasta más arriba de los tobillos. Su piel bronceada por los días de playa resalta en contraste.

—Guapo —repite en voz alta acercándose a mi cuerpo y rodeándome con los brazos—. Mucho guapo.

Vuelvo a reírme de su español hasta que atrapa mi labio inferior entre sus dientes y tira de mi nuca para besarme con ferocidad. En un recorrido lento y tortuoso, pasea sus uñas por mi espalda hasta meter la mano en el bolsillo trasero de mi pantalón, donde aprieta con fuerza y me presiona contra ella. La hago caminar marcha atrás hasta que su espalda choca contra la pared y la aprisiono entre mis brazos.

—Si quieres que salgamos hoy de esta habitación, más te vale parar ahora —susurro contra sus labios en un intento por respirar. Luego, aparto mi cabeza para hacer contacto visual con ella—. Créeme cuando te digo que tengo menos cero ganas de bajar a recibir a los invitados. Preferiría quedarme entre estas cuatro paredes contigo y hacerte gemir mi nombre hasta que te quedes sin voz.

Lo predijeron las cartasWhere stories live. Discover now