2. Caballero del Infierno.

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"Porque ni la miseria, ni la degradación, ni la misma muerte, nada que Dios o Satanás nos pudieran infligir nos hubiera separado, tú, por tu propia voluntad lo hiciste" — Emily Brontë, Cumbres Borrascosas

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"Porque ni la miseria, ni la degradación, ni la misma muerte, nada que Dios o Satanás nos pudieran infligir nos hubiera separado, tú, por tu propia voluntad lo hiciste" — Emily Brontë, Cumbres Borrascosas.

Nina consideró la situación bajo un razonamiento incuestionable, en conclusión: debía alejarse de ahí inmediatamente... Pero algo le impedía moverse, sus tacones parecían haberse pegado al suelo de linóleo, sus piernas parecían no soportar el peso de su cuerpo; el corazón le palpitaba con fiereza, bombeando sangre erráticamente. 

  — Me gustaría ver tus alas — comentó el demonio, sonriendo, sus ojos destellaron. Él resultó ser bastante alto, se cernía sobre ella y un aura de violento poder oscuro envolvía su cuerpo; él ocultó las manos en los bolsillos del pantalón de su traje. 

Sus palabras fueron irritantes y Nina sintió la sangre correr a su rostro, sus manos se cerraron en pequeños puños, dio un paso hacia adelante, como si fuera a enfrentarle y... se detuvo, organizando rápidamente sus pensamientos y frenando el flujo de emociones que recorrían su cuerpo. 

Mantuvo su inhibición emocional y ahogó el grito que estuvo a segundos de escapar de su garganta, en su lugar, adquirió una expresión impertérrita. 

Él debía saber que solo los arcángeles y ángeles de alto rango poseían alas, la estaba insultando, sin lugar a dudas. Nina no tenía posibilidad alguna de conseguir sus alas, la mayor distinción angelical... Se dice que son entregadas por el mismísimo Creador; ni siquiera sus padres, respetados y poderosos, las habían obtenido.

Aunque su reacción pareció satisfacer al demonio, encendiendo una llama en su interior que se reflejo en el vivido azul de sus ojos, como si se tratasen de zafiros, dando una sensación de riqueza y poder. 

  — Interesante — murmuró él — Es la primera vez en siglos que tengo el placer de ver a un ángel perder los estribos. 

Se rió. 

Y el sonido le erizo el vello de los brazos, enviando un escalofrío por todo su cuerpo. 

Nina consideró sus palabras; al contrario de los ángeles, los demonios rara vez tenían descendencia... se rumoreaba que solo existían demonios originales, aquellos que habían luchado hace eones entre el cielo y el infierno, aquellos que se revelaron ante la mano del Creador y dispersaron el mal en el mundo... Decían haber recapacitado tras la inhibición emocional de los ángeles y desde entonces, su aporte al mundo era exclusivamente económico, aunque habían quienes creían que con ese manto cubrían sus fechorías. 

Ella retrocedió un paso.

Retomando su compostura, alzó la mirada y se mantuvo firme mientras dijo: — Dudo que el Ministro Shales pueda atenderle de nuevo, puede retirarse y volver luego, Señor...

El demonio frunció el ceño. 

Aún así se veía extrañamente atrayente, no podía apartar la mirada de sus facciones fuertes y masculinas: la línea de su mandíbula, la curva de sus labios, los pómulos altos y su mirada absorbente. 

  — Soy un caballero del infierno ¿No tendrás miedo? ¿O sí, dulzura? — él se acercó y tocó la mejilla de Nina, ella se puso tensa de los pies a la cabeza, sus hombros y columna rígidos. Pasó saliva por su garganta reseca. 

  — No puedo asimilar su tacto, por favor, debo insistir en que se mantenga alejado de mi espacio personal. 

Ignorando su petición, deslizó la mano hasta su barbilla y alzó su rostro. 

  — Mi nombre es  Adair — él se alejó, dejándola paralizada — puedes comunicarle a la junta Empírea que si el trato no está cerrado antes de la media noche, perderán cualquier oportunidad de encontrar al traidor. 

Adair caminó hasta el final del recibidor y se detuvo junto a la puerta de cristal, miró sobre su hombro y deslizó la mirada lentamente por el cuerpo de Nina. Ella frenó el impulso de removerse incomoda en su lugar y dejó que la frialdad se deslizara en su mirada.

Sé un ángel.

Sé perfecta.  

  — En cuanto a ti, Nina... espero verte de nuevo. 

Y con esas palabras dichas, salió, la enorme puerta de cristal cerrándose tras sí en silencio. Nina tomó una respiración profunda y posó una mano en su pecho, en el lugar exacto donde su corazón corría desenfrenado.

Su organizador vibró con una alerta de un mensaje de su madre. 

Un gran inconveniente. 

Nina respondió, pero la mujer insistió en verla en ese instante, así que Nina programó la cámara y esperó, segundos más tarde, el rostro frío de Louise Marshall apareció en alta calidad en la pantalla de su organizador. 

  — Madre — saludó Nina con respeto. 

  — Es de vital importancia que hable contigo — eso fue lo primero que dijo la mujer que la trajo al mundo, mediante la inseminación artificial, claro está, ella fue un trato de gran alcance entre dos familias poderosas, ella nunca fue apreciada realmente y las siguientes palabras que dejaron los labios  de Louise destrozaron el corazón de Nina por completo —  El grupo Marshall ha decidido entregarte por completo al grupo familiar Lauper. No queremos deficiencias genéticas en nuestras líneas, he hablado con el señor Lauper y han accedido sin problema, a partir de mañana no tendrás conexiones con el grupo Marshall.

Nina mantuvo su rostro sin expresión.

Una de sus manos se curvó en un puño apretado y comenzó a temblar. 

  — Comprendo — respondió en un tono de voz plano. 

  —  Te recomiendo contactar con Michael Lauper, de ahora en adelante cualquier relación tuya con el grupo Marshall será estrictamente profesional, no hay razón para mantener otra, he cedido todos mi derechos sobre ti como legado. Ahora tu defecto será un problema exclusivo del grupo Lauper. 

Louise colgó, su rostro de facciones suaves y su mirada de granito desparecieron de la pantalla. 

Nina tragó forzosamente, frunció los labios y mordió el interior de su mejilla para retener las lágrimas. 

Ella siempre había sido rechazada pero ahora... No le sorprendería si el grupo Lauper también decidía cerrar cualquier conexión con ella. De hecho, se habían demorado en hacerlo. La junta Empírea estableció que cuando un ángel cumplía la mayoría de edad, este podría decidir a que grupo familiar se uniría económicamente y aportaría para su crecimiento, no podía ser parte de ambos, ya que muchos se veían como rivales... Y cada hijo era visto como un activo, por otro lado,un progenitor podía ceder sus derechos sobre su hijo al otro, si no le veía valor. 

En última instancia, cada ángel podía irse por su cuenta, sin pertenecer a algún grupo. 

Nina caminó en silencio hasta el baño más cercano y cerró con seguro tras sí. 

Se miró en el espejo. 

Ella poseía el mismo color de ojos de Louise, un verde oscuro que solo podía percibirse del todo bajo la luz del día, sin embargo, el resto de sus facciones provenían del grupo familiar Lauper. Su cabello rubio platinado, que muchas veces era confundido por blanco, era un rasgo genético dominante en esa línea. 

Nina bajó la mirada y respiró profundo. 

Algo cálido surcó su rostro y llegó a sus labios. 

Salado. 

Una lágrima.

Gracias por leer <3

El beso del DemonioOnde as histórias ganham vida. Descobre agora