5. Ausencia de Luz.

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"El amor no prospera en corazones que se amedrentan de las sombras" — William Shakespeare

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"El amor no prospera en corazones que se amedrentan de las sombras" — William Shakespeare.

El demonio intentó arrancarle la piel del brazo con un mordida, pero Nina lo esquivó por poco ¡Estuvo cerca! Una mordida de una bestia como él podría doler y arder como las mismas llamas del infierno, ella quería evitarlo a toda costa pero el demonio se movía muchísimo más rápido, su cuerpo, que solía ser una figura humana reconocible, ahora era una masa de carne que se deformaba más con el paso del tiempo. 

Le causó asco, en su piel surgían escamas verdosas y parecía infectado, como si su piel misma fuera un veneno.

La inmovilizó, su asquerosa lengua dividida salió mientras decía: — Delisssiosa. Quiero probarte, ángel. 

Nina se retorció intentando huir, una gota de saliva del demonio se deslizó desde su boca y cayó quemando en su mejilla, como si de ácido se tratase.

Su corazón parecía querer escapar su pecho, alejarse del tormentoso demonio que se cernía sobre ella con una cínica sonrisa, mostrando la larga hilera de dientes afilados, de cuyas puntas surge veneno.

Una simple mordida podría mantenerla en el suelo, retorciéndose durante días.

  — ¡BASTA! — retumbó una voz grave en el apartamento. Ella no podía ver de quién procedía, pero sintió el poder de quién lo ordenó. Su tono desprendía ira, a Nina le entró de repente la curiosidad por saber quién era y por qué quería detener al demonio menor.

Sintió una presencia, intangible y diáfana. Alguien los estaba acompañando, pero a pesar de que su orden detuvo al demonio a Nina le generó miedo, paralizante y gélido que trepó por sus venas. Ella sintió una energía oscura en el lugar, el poder crepitaba en el ambiente. Nina gimió aterrorizada.

El demonio comenzó a arrinconarse en una esquina, se retorcía y murmuraba "No" una y otra vez, al cabo de un instante desapareció, dejando tras sí ese fétido hedor del infierno. Ella comenzó a temblar, la muerte y el terror le habían acariciado, susurrándole cosas horribles y tocando su piel, delicadamente. Nina no se levantó, permaneció tirada en el suelo por lo que pareció una eternidad.

Cuando se recuperó de aquella experiencia terrorífica y dejó de sentir la presencia, se levantó lentamente, sus piernas estaban doloridas puesto que el demonio había ejercido demasiada presión sobre ellas, sentía el músculo arder. Nina acarició él área y miró su alrededor, ya no parecía su hogar, se sentía ultrajado, impuro... Sucio.

La toalla apenas la cubría y él demonio había logrado rasgarla por él costado izquierdo, afortunadamente no había arañado su piel, el pálido enfermizo seguía inmaculado. 

Ella suspiró con pesadez.

Y luego se tensó completamente.

Sintió algo más, pero esta vez no parecía querer atacarla, a pesar de que la presencia parecía alterada... O alterado para el caso, no podría definirle como hombre o mujer. Los ojos de Nina escanearon el área, pero claramente fue incapaz de ver algo, ya que la presencia no hacía parte del mundo de los vivos.

— Manifiestate — exigió Nina, intentado mantener firme su voz, cuadró los hombros y alzó la barbilla, como si estuviera segura de si misma.

El ambiente pareció alterarse momentáneamente frente a sus ojos, como cuando se mira a través de agua turbia. Ella contuvo la respiración mientras ante sus ojos una figura diáfana comenzó a aparecer, no se formó completa, en realidad, era la simple silueta de una mujer. Ella alzó la mano como si quisiera acariciarle el rostro a Nina, pero desapareció completamente en el instante en que iba a hacer contacto. 

Nina soltó el aliento que había contenido.

Debía aprender a guardar respeto ante las entidades del más allá, podría caer en un gran embrollo si llegaba a molestarlas, entre los ángeles y demonios se rumoreaba que aquellas entidades pertenecían a humanos, personas de otras épocas, cuyo tiempo en el mundo había caducado hace mucho, sin embargo, su alma era libre para vagar y conocer, muchas de ella poseían gran sabiduría... Otras ni siquiera se tomaban la molestia de hacer algo, pero ¿Quién quiere ser molestado en su descanso eterno? Nina no las culpaba.

Ella retrocedió lentamente hasta su habitación, donde se vistió con prontitud mientras en su mente se formaba la idea de abandonar el lugar tan rápido como le fuera posible. Su corazón seguía acelerado, el vello de sus brazos estaba erizado y miraba de un lado al otro con desconfianza, como si algo o alguien pudiera lanzarse sobre ella de imprevisto.

Nina se vistió como humana, con ropa que, a pesar de no estar prohibida para su raza, ningún ángel la utilizaba. Eran prendas que ella solía ocultar al fondo de su armario, como si se tratase de algo ilegal... La idea la hizo sonreír. Se puso una falda ligera de color negro, acompañada de una blusa rosa pálido y para compensar el clima frío que hacía fuera, tomó también un abrigo que la cubría desde los hombros hasta las rodillas, también de color negro. 

No sabía por qué, pero ese color siempre le había llamado la atención, sobre todo porque parecía ocultar misterios. Como cuando la noche cae y ruega desatar los deseos secretos que durante el día son oprimidos por la razón. 

Nina sentía un poder renovado en sus manos.

Tomó las llaves de su apartamento y salió sin mirar atrás. 

Las calles estaban relativamente vacías; habían varios humanos y de vez en cuando, por aquí y por allá, ella sentía a un demonio menor, que buscaba pequeños problemas, como iniciar una pelea en un bar, incitar a una mujer casada a engañar a su esposo o simplemente molestar a cualquier humano que se le cruce.

A Nina le molestaba en sobremanera, pero no podía hacer nada para impedirlo. A duras penas era considerada un ángel por los suyos, los demonios no veían ninguna autoridad en ella, sería un estorbo. 

Nina siguió caminando hasta que el tiempo pareció ralentizarse, ella se detuvo abruptamente, ante ella un sombra pareció moverse... Habría sido normal, había movimiento por todos lados... Lo único es que la sombra no pertenecía a nada, se movía por su cuenta y se dirigía hacia ella. 

Nina se giró y comenzó a andar deprisa, no obstante cuando miró sobre su hombro... La sombra la agarró, la impregno de su oscuridad y la engulló, ahogándola en túnel compuesto por sombras, podía ver muy poco, la luz casi no existía ahí, de hecho, con cada segundo que pasaba parecía más oscuro.

Se sintió flotando en la nada, aunque avanzaba, la sombra mantenía un agarre férreo en su brazo, guiándola a quién sabe dónde. Nina comenzó a rezarle al Creador, pero sus suplicas no eran escuchadas, este lóbrego lugar debía pertenecer a un demonio mayor, con el poder suficiente para destruir el mundo. 

Nina cayó.

El vértigo se acentuó en su estómago mientras cortaba el aire con el paso de su caída, movió sus manos a ciegas con la esperanza de agarrarse de algo, pero no había nada, el vacío acarició sus dedos. 

Hasta que finalmente golpeó el suelo.

Ella hizo una mueca.

La sombra que la había secuestrado había tomado una forma femenina, menuda y delgada. Ella tendió una mano hacia adelante y Nina siguió la dirección con sus ojos.

Frente a ella estaba un demonio.

No uno cualquiera. 

Adair.

¡Gracias por leer! <3

El beso del DemonioWhere stories live. Discover now