24. Presencia de Maldad.

3.2K 336 47
                                    

"Érase una vez un ángel moribundo tendido en la bruma. Y un diablo que se arrodilló junto a él, y sonrió" — Hija de humo y hueso, Laini Taylor.

Para Aarón no había sido complicado llevar a cabo una rebelión en contra del Creador, el altísimo, quiénes eran humanos lo consideraban un salvador... Cobarde, es el término que emplearía Aarón para describir a aquel ser que se resguardó en su poder y luego desapareció cuando la situación se tornó difícil.

Por otro lado, él, actualmente y durante muchos siglos fue considerado el lucero del alba, satanás en persona... Los humanos e inhibidores creían que su poder y maldad estaba más allá de toda consideración, no era del todo una mentira pero prefería considerarse a sí mismo con un toque menos de ficción.

Y ahora, él, que había dado paso a la brecha entre el cielo y el mundo terrenal, que había retado al creador, engañado a los malignos y encerrado en el abismo... Se veía cegado e imposibilitado a actuar frente a la situación que actualmente ocurría.

Entre manos, tenían un asesino y una inhibidora que podía sentir.

¿Algo más quería salirse de los parámetros naturales de la existencia? Para Aarón era casi posible pensar que eso era posible, puesto que cuando el creador desapareció, se llevó con el todo rastro emocional de quiénes aún eran sus ángeles, junto con su inmortalidad... Ahora, esa especie era desalmada, mucho más susceptibles, e incluso más débiles físicamente que los humanos puesto que era conocidos por alimentarse con suplementos vitamínicos, barras de proteína, pero no verdadera comida en sí, con el paso del tiempo se habían deteriorado.

Aarón sacudió la cabeza frente a su ordenador en su habitación privada, no hace falta decir que era la más grande de todo el castillo del infierno, estaba repleta de sombras, muebles oscuros y no tenía una sola ventana, después de todo, él no disfrutaba mucho la vista ardiente que tenía diariamente. Con el paso del tiempo, había dejado de disfrutar muchas cosas, ahora más que nunca, el único sentimiento que le mantenía anclado era aquel que había resguardado desde hace milenios... Por otra caída como él, pero aquella era otra historia.

Por otro lado, pensó Aarón dejando de lado todo pensamiento sobre aquella mujer, confiaba en Adair para hacerse cargo de la búsqueda del escultor de aquellas piezas metálicas y para tratar con la inhibidora cuyo nombre era Nina, no obstante, le preocupación que en realidad le agobiaba tenía que ver con la esencia espiritual que desprendían esas piezas metálicas.

¿Cómo era posible? Se trataba de un combinación de un ángel, un demonio y un humano, por no decir, que de alguna manera sentía que el objeto estaba plenamente ligado al dolor y al sufrimiento.

Sentía ira al saber que algo se había estado escapando bajo sus narices, que demonios de bajo nivel habían sido asesinados en pos de una razón desconocida ¿Por qué alguien querría tener en su poder a una abominación de esas tres especies? ¿De qué serviría un esbirro así? El Escultor debía tener una buena motivación, ya que no parecía razonable crearlo por diversión... ¿O sí? Para nada, además, si su intuición era cierta, aquel asesino se ocultaba y hacia parte de la especie de ángeles inhibidores, seguramente un experto en mantener en secreto su sed de sangre y los actos que cometía.

Quizá era momento de que Aarón regresara al mundo humano, mezclándose entre ellos para ver que podía averiguar por sí mismo... Para saber si alguna manera estaba relacionado con la desaparición progresiva de su poder, lo había estado ocultando como le era posible... pero ahora, era incapaz de rastrear esencias espirituales y seguramente, en un batalla, perdería en cuestión de segundos.

Se sentía débil.

Y detestaba fervientemente esa debilidad.

No obstante, reconocía que gracias a aquello, sería mejor permanecer en el infierno y usar todo peón que estuviera a su alcance para al final ganar la partida con aquel Escultor. Si subía, probablemente sería un estorbo y aquello lo haría enfadarse aún más consigo mismo.

Aunque Aarón desconocía por qué su poder se desvanecía lentamente, haría todo lo que estuviera a su alcance para recuperar los dones que lo hicieron llegar ahí en primer lugar.

Entre tanto, esperaría por las noticias que traerían Adair, Medea, Nyx y la joven inhibidora.

Había algo en esa chica que le hacía cosquillas en la memoria, de pronto su apariencia física fuera similar a alguien que conoció en tiempos remotos pero no podría asegurarlo completamente y en sobremanera le causaba curiosidad... Dada su capacidad de sentir, podría afirmarse que uno de sus padres no era un inhibidor, podría ser un demonio o inclusive un humano, su sangre cruzada podría generarles problemas y al mismo tiempo ser un ventaja contra los inhibidores.

Quiénes aún se jactan de ser una raza perfecta, dioses que caminan entre mortales.

Aarón sonrió.

Algún día, se prometió, algún día los demonios se alzaran clamando igualdad, haciendo que su presencia sea reconocida y no tratados como la escoria que el creador encerró en el averno.

Sería entonces el tiempo en que reinarían los caídos.

No estaba muy lejos, casi podía saborear la victoria, puesto que aquella lucha sería incluso peor que la batalla que se libró hace siglos, justo antes de la caída.

Ahora, no habría ningún otro ser divino que protegiera a quiénes se llamaban a sí mismos "los buenos". No les quedaba nada, mientras que los inhibidores lo habían perdido todo, los caídos aún poseían sus dones, eran más fuertes y conservaban su inmortalidad.

Había tantas maneras de asesinarlos, podría tratarse de combate cuerpo a cuerpo o una emboscada, como fuera, el resultado era obvio, lo inhibidores no tenían oportunidad.

Eran tan frágiles como la aparente paz que ahora había en el mundo.

En cuanto a los caídos, solo había una forma de asesinarles eficazmente: cortándoles la cabeza.

Sus cuerpos caerían sin vida pero era un escenario poco probable.

No existía nada que les impidiera su propósito.

La sonrisa de Aarón se borró de repente, sus pensamientos centrándose de nuevo en el meollo que tenía entre manos.

Aunque para ellos era desconocido aquel fenómeno que incluía la esencia espiritual de las tres especies.

El Escultor era el único que les llevaba ventaja.

Gracias por leer <3 ¿Qué te pareció el capítulo? Espero les haya gustado ¿Qué les pareció el punto de vista de Aarón? 

Ahora, seguro habrán notado el cambio de portada ¡Tenemos nueva portada! ¿Qué les parece? Y perdonen por mi tardanza para actualizar <3 

Nos leemos en la próxima actualización.

Cambio y fuera, Mel.

El beso del DemonioWhere stories live. Discover now