A Strange Tale 1 - Capítulo XIV

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Christine asistía al adolorido de Stephen Strange quien, desde que había dejado la habitación, no había parado de balbucear en tono amargo. La Doctora jamás comprendió que tanto decía, pero estaba segura de que toda esa palabrería hacía alusión a aquella jovencita.

—Tal vez, regreso a su casa —habló Christine. Strange le miró de reojo.

—No la conoces.

La Doctora Palmer suspiró.

—¿Estás seguro de que traías ese anillo contigo?

—Así llegamos aquí —soltó molesto.

—Bueno, tal vez...

—Ya no la justifiques, Christine —interrumpió—. Fue al santuario, fue a exponerse a un peligro que ella desconoce, pero cuando la vea... —un gruñido surgió, detuvo su caminar y llevó su mano libre a su pecho; el dolor se había intensificado.

—Necesitas reposar —advirtió su compañera.

—Necesito ir por ella —rectificó—. Christine —continuó mientras le observaba, la Doctora quedó asombrada al ver una fidedigna preocupación en su rostro—, de verdad, necesito ir.

Ella afirmó suavemente, colocó una de sus manos en el pecho de Strange y continuó guiando su camino hacia la salida. Mientras Strange parecía recuperar la normalidad de su caminar, su capa de levitación, sin aviso alguno, se alejó de sus hombros y se detuvo por unos momentos. Ambos se detuvieron y le vieron desconcertados, después esta se fue hacía uno de los pasillos del hospital.

—¿Qué es lo que está haciendo? —preguntó Christine sorprendida.

—Hay que seguirla... —dijo, alzando su mano— Vamos.

Ambos dieron la media vuelta y siguieron a la desesperada capa.

La fiel vestimenta se detuvo en frente de una puerta familiar para ambos médicos. La capa parecía ansiosa y mientras ambos se acercaban, Strange percibió un sonido familiar. Trató de alejarse del agarre de su compañera y seguir su camino, sin embargo, le fue un poco difícil. Aquella capa se volteó para observarles y Strange percibió un rastro de magia.

—Por aquí fue donde entraron, ¿no?

—Si, aquí fue.

La capa volvió a los hombros de su amo y este, soltándose con delicadeza de su amiga, tomó la perilla y abrió la puerta descubriendo, casi horrorizado, un portal hacía la estancia del santuario. Christine observó de la misma manera que Strange, aunque el motivo de su sentir era diferente.

—¿Tu dejaste esto? —cuestionó mientras le volteaba a ver.

—No... —soltó en un hilo de voz, mientras daba ligeros pasos.

—Entonces, ¿lo hizo ella?

Strange no lucía en sus cinco sentidos, seguía despavorido por lo que tenía enfrente. Rebecca había creado un portal sin tener conocimientos en las artes místicas y las palabras, que en algún momento Wong le mencionó, resonaron en su mente. Ella tenía un potencial para la magia, pero él se negó a verlo. Se prohibió a creer en que una chica cualquiera podría ser una aprendiz de su sagrado arte. Tal como Ancestral lo había hecho con él.

—¿Stephen? —escuchó. Parpadeó rápido y miró a su excolega.

—No tengo idea —mencionó, tratando de ocultar su miedo—. Christine, necesito que vigiles este portal.

—¿Perdón?

—Regresaré a Rebecca aquí contigo y terminaré lo que empecé.

—Stephen, no estoy segura de que puedas hacer...

Las Extrañas Historias de una Joven Hechicera. 【E D I T A N D O】y【P A U S A D A】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora