A Strange Tale 2 - Capítulo V

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—¿Lo sientes? —preguntó Lu mientras volteaba a mirar a Becky, quien tomaba de su yogurt.

—¿Sentir qué? —curioseo al beber.

—El fin del verano —dijo al ver a los árboles y como sus hojas empezaban a tornarse amarillas.

Confusa por el comentario, Rebecca alzó su mirada y apreció el cambio de estación. El otoño estaba próximo a llegar junto a su graduación; la joven volvió a dar un trago a su yogurt y se recostó en la manta que yacía sobre la hierba y siguió echando un vistazo a lo último que quedaba del verano. Lu se acomodó y también miró al cielo, mientras que en su rostro una ligera sonrisa aparecía y se dejaba consentir por el aire de verano. Becky llevó una de sus manos debajo de su cabeza, en lo que su mente se llenaba de pensamientos que iba dispersándose sin respuestas algunas. En un momento giró su cabeza y vio a la lejanía de aquel parque el santuario de la calle Bleecker, un gran suspiro surgió y su amiga llevó su mirada con ella.

—¿Qué sucede?

—Nada —respondió algo seria—. Lu, ¿puedo preguntarte algo?

—Claro.

—¿Por qué estamos esperando a ese idiota?

La joven abrió sus ojos de par en par en lo que ella le veía con una ceja arqueada.

—¿A qué te refieres? —soltó nerviosa.

—No nací ayer.

—De verdad, no sé a qué te refieres.

—¿Qué hacemos un sábado en la mañana aquí en el parque? —la chica iba abrir la boca cuando continuó—: Y no te justifiques con el otoño, ya que es algo tonto.

—En primera, contemplar el cambio de estación no es tonto. Y en segunda, nada de esto tiene que ver con Edvard.

—Ajá...

—¡En serio!

—¿Hablaban de mí? —escucharon detrás de ellas, ambas chicas voltearon y contemplaron al chico Haberdash, fumando tranquilamente—. Lamento la tardanza, ayer realicé avances de muchos proyectos y me dormí hasta las cuatro de la mañana.

—Te hubieras quedado dormido —dijo Becky mientras se levantaba—. Así no aparecías.

Ella le sonrió y tomó su mochila para seguir desayunando, Edvard dibujó una ligera línea en su rostro y lanzó el cigarro al pasto para pisotearlo con mucha fuerza.

—Que bueno que llegas —saludó Lu—, ¿por qué no tomas asiento? —Él obedeció y quedó en medio de la manta—. ¿Quieres desayunar?

—No, gracias —y miró a la joven Keller, quien desenvolvía un empaque de un pan marca Twinkie—. ¿Llevan mucho aquí?

—Una media hora, ¿verdad, Becky? —ella asintió y empezó a degustar de su panecillo.

A sabiendas que Rebecca no se involucraría mucho en la conversación, los dos se dispusieron a platicar y ella se limitó a escuchar. En ocasiones les echaba un vistazo y la diversión que ellos generaban ocasionaba en ella una cierta envidia.

—¿Sabes hacer magia? —chilló Lu como niña pequeña. Edvard asintió y distinguió como Rebecca había puesto atención.

—No solo me dedico a la hipnosis, la magia también me apasiona.

—¡¿Y qué trucos sabes hacer?!

—Se un poco, puedo sacar una moneda detrás de tu oreja.

—Truco viejo —se burló Becky. Su amiga le miró seriamente y él sonrió.

Las Extrañas Historias de una Joven Hechicera. 【E D I T A N D O】y【P A U S A D A】Where stories live. Discover now