(53) ╋ Der richtige weg ╋

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2 SEMANAS ANTES DEL INCENDIO

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2 SEMANAS ANTES DEL INCENDIO

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MILA STEIN

Trigger.

Detonante.

La palabra usada para definir esa situación, sensación o persona que detona el surgimiento de mi segunda personalidad: la reina roja. Hace más de dos décadas, cuando recordé todo lo que había hecho con mis propias manos, como había asesinado a mis padres, como había mirado hacia otro lado mientras él asfixiaba a mi hermanita, me tomó años asimilarlo y lo había recordado como si yo hubiera sido un ente ajeno a todo, esa no era yo, esa no soy yo, como si yo hubiera sido una espectadora de las fechorías de alguien más, no la responsable.

Aún así, viví con eso, con el dolor y con la culpa. Si, mis padres eran personas terribles, pero yo nunca les habría quitado la vida, yo no era ese tipo de persona. Y aunque la reina roja fuese la responsable, seguí cargando con esa culpa porque me sentía cobarde al no tomar responsabilidad, fueron mis manos las que se mancharon de sangre, fue mi voz la que dio la orden.

Pero no eras tú.

¿Y eso es suficiente? ¿Eso me excusa?

Camille era una niña con todo un futuro por delante, si, una niña manchada por la perversión de mi padre, pero ¿quién era yo para decidir que no merecía vivir? Desde el día en mi juventud que me había intentado suicidar desde el techo del psiquiátrico, el pensamiento pernoctaba en la parte más profunda de mi mente, como una opción constante, una opción contra la que decidí luchar, contra la que decidí rebelarme. Me apoyé en mis tres pilares: Mayne, Valter y Peerce. Formé una familia preciosa, seguí con mi vida, fui feliz y fui miserable, la vida siempre con sus altos y bajos. Me esforcé por usar mi experiencia como motivación para darles una segunda oportunidad a aquellos que sufrieron lo mismo que yo.

Tomé la justicia en mis manos, terminé la vida de muchos pedófilos, violadores y asesinos que se lo merecían. Me convertí en esa luz para muchos que se ahogaban en la oscuridad. Sin embargo, asesinar, tomar la vida de alguien acarrea un peso sin importar cuanto se lo merezcan. Y recibí cada carga emocional con fortaleza, resguardándome en el hecho de que había salvado a alguien de una vida de abusos y dolor, que había vengado la muerte de gente que no se lo merecía al matar a sus asesinos.

Hice todo eso mientras vivía con mi trastorno de identidad disociativo, viví con el miedo incesante de que ella se manifestaría tarde o temprano y cuando lo hacía y me despertaba sin saber donde estaba o lo que había hecho, el terror invadía cada parte de mí. Porque yo sabía que a la reina roja no le importaba nada, ni mis hijos, ni mis esposos. Una de esas veces que ella tomó el control, cuando entré en razón, estaba ahogando a Frey en la bañera. Observé en terror la figura inconsciente de mi hijo de ocho años bajo el agua, fue uno de los peores momentos de mi vida. Afortunadamente, Mayne pudo darle respiración boca a boca y revivirlo.

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