Capítulo 2

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Debería estar llorando, eso es verdad.

Pero en su lugar estoy descargándome la aplicación de citas que Nico mencionó.

También estoy esperando el ascensor, exhausta, aturdida y con ganas de que me caiga el candelabro encima; pero eso me lo saco de la mente, la última vez que dije que tenía ganas de que me atropellaran, casi veo a San Pedro.

En fin, una vez que la aplicación está en mi teléfono, comienzo a ver los perfiles. En ese momento, dos personas se detienen a la par mía y ahí, junto a mí, empiezan a besuquearse. Los miro de reojo, pero los sonidos que hacen me provocan verlos, solo para asegurarme que ninguno de los dos se está ahogando.

Las puertas del ascensor se abren.

Yo paso primero y seguido lo hacen ellos dos, están tomados de la mano y él es quién marca el número de piso que, resulta y acontece, es el mismo donde vivo yo. Cuando las puertas se cierran continúan sus besos bochornosos, pero esta vez ella se monta a horcajadas sobre él.

Creo que mejor sigo revisando la aplicación de citas.

No me deja seguir viendo perfiles, ahora tengo que crear uno y eso incluye que mencione todas las cosas que me gustan y las que no, carajo; qué tontería, pero heme aquí poniendo en una aplicación de citas que me gustan las canciones en lenguas que no entiendo.

El elevador se abre en mi piso. La pareja es la primera en salir, riéndose, abrazándose, tomados de las manos y justo después de ellos lo hago yo. Desde el momento que doy un paso afuera, diviso a la amiga de mi compañera de piso asomándose por la puerta. Cuando ella me mira, desaparece dejándola entreabierta. Entro sin ganas y las dos están ahí, viéndome, sospechosamente; Mariana, mi compañera de piso, es la primera en hablar:

—Hola Nina.

—Hola. —Miro de ella, a la otra chica. Sospechoso.

—¿Estás bien?

—Sí ¿Oigan, les gusta el Red Velvet? —Entonces me doy cuenta de una cosa, no traigo el postre conmigo. El bendito pastel que le había comprado a Benjamín lo dejé en el auto de Nicolás. —Mierda, dejé el postre en el auto de Nico.

—¿Nico te trajo?

—¿Por qué? —Replica la otra chica.

—Porque a alguien se le ocurrió dejarme sola en un restaurante que está a más de media hora de la ciudad y lo más poblado que hay cerca es un cementerio.

—Tú le dijiste que no te pidiera un taxi —Mariana es la que dice eso. Las miro a las dos, la otra chica finge que no escuchó nada.

—Ah, ya lo saben.

—A ver... —Mariana de nuevo. —Benja me llamó para preguntarme si habías llegado bien. Eso fue hace unos minutos.

—Bueno, dile que sí llegué bien, no gracias a él. —Una de ellas dice algo, no sé cuál, tienen una voz parecida, no les pongo atención porque ahora mismo estoy más concentrada en mi celular y camino hacia el balcón solo para ver si Nico está ahí, pero las luces de su apartamento están apagadas.

Le dejo un mensaje:

Para: Nico

Mi pastel se quedó en tu camioneta ¿Puedes devolvérmelo?

Le agrego un "por favor" en un nuevo texto, porque sé que de otra forma no va a hacerlo.

—Oye... Nina... —No le pongo mucha atención a Mariana, porque justo en ese momento me aparece una notificación de Facebook. Cuando abro la aplicación, me doy cuenta que es una solicitud de amistad... de la novia de Nico. —¿Entonces tú y Benjamín terminaron? ¿O fue solo una pelea...?

Bendito Karma © (En Proceso)Where stories live. Discover now