Capítulo 13

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Definitivamente Nico tiene la autoestima muy alta y se lo digo así, a lo que él suelta una de esas carcajadas sarcásticas muy suyas. Todavía tiene sus manos alrededor de mi cintura y está viendo el mensaje que estoy contestando, pero esta vez no dice nada, porque no es para Samuel.

—Y tuya no soy, por cierto.

Él de inmediato responde:

—Todavía.

Lo miro a los ojos cuando dice eso, pero no me da tiempo de contestarle, porque Samuel me está llamando, carajo. Nico esta vez sí mira mi celular y quiere quitarme el teléfono, pero no lo dejo. Además, le digo que no diga una sola palabra y también, como siempre, le tapo la boca, porque ya lo conozco.

No, mejor me bajo.

—Solo cuélgale y ya.

—Pues no solo voy a colgarle y ya. Tú me metiste en esto, Nico.

—Y yo puedo sacarte, dame el teléfono.

—No.

En el forcejeo no puedo evitar sentir la entrepierna de Nico que está despierta, es que él lleva un pantalón que no es de tela gruesa y el mío tampoco, así que lo siento bastante. Además, que... a ver, tal vez solo sea la posición en la que está, pero creo notar que Nico no es pequeño... no, no voy a pensar en esas cosas. Tira el asiento para atrás sin previo aviso y casi me mata del susto, aprovecha para quitarme el celular de la mano, pero la llamada se corta a tiempo.

—Devuélveme el celular. —Todavía estoy sobre él y me desconcentra, pero no lo suficiente como para no intentar quitarle el teléfono, aunque él me tenga aprisionada con su brazo. Entonces saco la carta que ya me sé jugar y le tomo el rostro con ambas manos.

Yo lo beso suave —porque... bueno, estoy en un parqueo y no puedo estarme calentando con Nicolás—. Puedo sentir esa sonrisa suya en mis labios y también como poco a poco va relajando cada músculo del cuerpo cuando me corresponde de la misma forma y este beso es peor que los anteriores... digo, la forma suave de besar que tiene Nicolás es todavía más ardiente, lo hace con calma, pero provoca ese cosquilleo en mi entrepierna que me acelera la respiración. Su mano ahora mismo está en mi cuello y va bajando lentamente por mi garganta hasta llegar a mi cintura y por último a mi pierna. No, a ver... tengo que buscar la cordura y también mi dignidad, porque ya la perdí desde el primer día que se me ocurrió besarme con este hombre. Me separo de él y aprovecho que bajó la guardia para quitarle mi teléfono. Hasta entonces reacciona:

—Oye, esto que acabas de hacer es trampa, pulga.

Mejor lo ignoro.

—Te veo después... o nunca.

—Vas a tener que verme de todas formas, no creo que quieras estar en un edificio donde murieron dos personas.

—No me conoces todavía.

—Porque te conozco es que sé que no vas a quedarte ahí.

Carajo, ahora voy a tener que irme a mi apartamento solo para demostrarle que sí me puedo quedar en ese lugar, aunque hayan muerto dos personas. Abro la puerta de la camioneta y me bajo al mismo tiempo que le contesto la siguiente llamada a Samuel:

—Hola.

—Hola, mi amor. —A ver, sin querer le presioné el altavoz, por ende, acaba de escucharlo Nicolás, aunque no dice nada, pero sí arruga el entrecejo. Mejor cierro la puerta antes de que suelte alguna estupidez. —¿Ya estás en la revista?

—Sí...

—Ya te vi. —Ah, caray ¡¿Qué?! Levanto la mirada y Samuel está ahí a un par de metros mirándome. Dios mío, acabo de bajarme de la camioneta de Nico y no creo que él no sepa de que ese es el vehículo de su socio, digo... hasta las placas debe tener anotadas ya. Mierda. Él es quién cuelga la llamada y cuando estoy cerca me dice: —Hola, guapa.

Bendito Karma © (En Proceso)Where stories live. Discover now