Capítulo 14

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Los amigos de Nico no se sorprenden por verme llegar a mí, se sorprenden más por ver llegar a Nico. Es uno de ellos quién se lo dice, sin tapujos, y con el mismo sarcasmo de él:

—Mira nada más, sí te dignaste a bendecirnos con tu presencia.

Nico no le responde por un momento, porque está tomando una botella de agua que me entrega a mí.

—Cuando tengo jornadas de doce horas a mí nadie me saca de mi casa, tienen suerte de que hoy no fue uno de esos días. —Nico se lo dice con ironía, o tal vez no. Me doy cuenta de que todavía estoy tomada de su mano y disimuladamente lo suelto, porque está acaparando la mirada de sus cuatro amigos. Me da un vistazo cuando me pregunta: —¿Te acuerdas de Hugo, Álvaro, Vivian y Julia?

¿Cómo no voy a acordarme? Casi me convierto en comida de murciélagos dentro de una cueva con todos ellos. Los mencionados están alrededor de una mesa de billar y cada uno tiene una soda de dieta en la mano... carajo, otro día fitness de mi vida y sin ser fitness.

—Sí, claro —le contesto yo. Saludo a todos los demás con un apretón de manos. Este grupo de amigos de Nico es mucho más amable que el otro grupo que comparte con Benjamín con quiénes nunca logré conectar del todo. Una de las chicas, la que se llama Julia, me extiende una de las mismas bebidas y a ver... a mí no me gustan las cosas de dieta, pero me la voy a tomar de todas formas, todavía sostengo la botella de agua que Nico me dio y se la devuelvo. —Gracias, pero no tengo sed.

—No es porque tengas sed, es hora de tu medicamento. —Se vuelve a mí y viéndome directamente a los ojos, agrega: —Porque sí te lo has tomado ¿Verdad?

—Claro. —A ver, no me acuerdo. Así que tomo mi bolso y comienzo a buscar el blíster de pastillas. Ah caray, lo perdí. Lo más probable es que lo dejé en mi oficina, lo que significa que sí me tomé la de la tarde ¿O no? Mierda. Le voy a decir que sí. —Creo que las dejé en mi oficina, pero por supuesto que me estoy tomando el medicamento, Nico.

—¿Las dejaste en tu oficina?

—Sí. —Lo digo casi en un hilo de voz y para aclararme la garganta, intento abrir la botella de agua, pero está medio imposible, aplico más fuerza y no, nada. Nico la toma y como si nada, le quita la tapa y me la devuelve. —Las puse sobre mi escritorio y se me olvidó dejarlas de regreso en mi bolso.

No dice nada por un rato, solo mantenemos el contacto visual hasta que él dice:

—Ya regreso.

Se va y no me da tiempo de preguntarle a dónde. Entonces me quedo ahí con su grupo de amigos y le doy una repasada al lugar después de tomar una banqueta, está medio oscuro, pero no tanto como para no ver a todas las personas que están jugando en las mesas de billar. Este es un lugar muy popular, con letras de neón y música clásica, aunque por suerte hoy no está tan abarrotado de personas. Los dos amigos de Nico continúan su juego y es la otra chica, la que se llama Vivian, quién me dice:

—¿Todavía no te decides si te nos unes a las clases de Artes Marciales?

—Apenas he sobrevivido estos dos últimos días. Si me inscribo a tus clases de Artes Marciales, termino de morirme. —La chica, Vivian, se pone a reír y la otra, Julia, se nos acerca.

—¿Por qué no le dices a Nico que te prepare para las primeras clases? Así estarás avanzada cuando decidas ingresar a las nuestras.

—No, Nico me parte en dos.

Yo lo digo en serio, aunque las dos se ponen a reír. Después caigo en cuenta de que eso puede interpretarse de otra manera —digo, Nico es capaz de interpretarlo de otra manera— y me veo en la necesidad de aclarar, pero mejor cambio de tema. Es una de ellas la que dice:

Bendito Karma © (En Proceso)Where stories live. Discover now