Capítulo veintidós | Reptilia

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—No sé si quiero salir con Claire—respiró hondo después de subir el último escalón, su poca condición física le estaba recordando que debía respirar más al subir las escaleras del edificio—. ¿Espera que nos disfracemos y salgamos a buscar fiestas así nada más? —dijo nefasta.

—Yo no iré—Fred se burló, buscando las llaves de la puerta en su bolsillo derecho mientras se acercaba.

Silver frunció el ceño y tomó con más fuerza las bolsas repletas de paquetes de latas de cerveza cuidando que no se le cayeran.

—¿Qué? ¿Cómo que no irás? —preguntó muy extrañada a lo que el rubio simplemente rió como si le causara ternura.

—Ni siquiera Wesley irá—bufó—. ¿Por qué crees que traemos todo esto? —levantó las bolsas de plástico que él cargaba, repletas de frituras y dulces para dar a los niños que llegaran en las próximas horas—. Solo serán Claire y tú...—hizo una mueca—. Tiene ideas locas. Cree que necesitas salir a divertirte; solo acepta, tiene cierta tendencia a querer mantener a todos felices.

—¿Y por qué ustedes no irán?                   

—Estamos quebrados—se encogió de hombros—. Wesley solo tiene un empleo, yo no puedo desperdiciar mi dinero y a Oliver no le han pagado—comenzó a abrir—. De hecho, fue Claire quien me dio dinero para comprar todo esto—empujó la puerta con fuerza—. Ugh—soltó, con mucho desprecio cerrando sus ojos mientras entraba al departamento.

—¡Hola Fred! —saludó Claire desde el sofá, separándose completamente de la boca de Wesley quien estaba debajo de ella, y que apenas si había podido asomar su cabeza—. ¿Lista Silver? —se sentó en el regazo del castaño sin sentirse apenada.

—¿Por qué mejor no se quedan? —dijo él.

—¡No, no, no, no! —Oliver salió de la cocina, gateando como si se le hubiese olvidado que ya no debería estar escondido en esa posición—. Fred, arruinaste el récord—se puso de pie, sacudió sus rodillas y presionó algo en la pantalla de su teléfono.

—¿Nos estabas espiando? —Claire se quitó de encima de Wes, con un movimiento rápido y optó por una posición casi de defensa.

—Yo creo que si—Silver se burló al colgar su abrigo en el perchero.

—No es mi culpa que no utilicen su habitación, que es casi el doble de grande que la mí—hizo énfasis en lo último. Mirando a la pareja de reojo como si ahora el tuviese que estar molesto con ellos.

—Es mi habitación—Fred se señaló a si mismo con su pulgar—. No entiendo, ¿qué récord?

—Duran alrededor de quince minutos haciendo esto hasta que el amigo de Wes se emociona y le dice que vayan a la habitación, después colocan música con volumen alto—se encogió de hombros—. Hoy estaba por pasar los diecisiete minutos.

—Recuérdame patearte la entrepierna la próxima vez—habló Wesley desde el sofá hacia Oliver.

—Todos aquí sabemos que si se tratara de patear algo, yo patearía tus bolas neerlandesas más rápido y fuerte—enarcó una ceja, confiado mientras se cruzaba de brazos.

—No entraremos en discusión de quién es más fuerte ahora—resopló Wesley—. La última vez perdiste.

—Si, además, Wesley ni siquiera es neerlandés—Claire se encogió de hombros.

—Lo soy—el chico le miró, un tanto ofendido.

—No, tu papá lo es. Tienes la nacionalidad gracias a él, pero no naciste allá, no vale—le retó.

Todo lo que quiero [ACR #2]Where stories live. Discover now