𝓧𝓥𝓘𝓘

343 54 16
                                    

LA LUZ CREPUSCULAR ENTRE LOS EDIFICIOS DIO el aviso a Italia de que debía esconderse

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

LA LUZ CREPUSCULAR ENTRE LOS EDIFICIOS DIO el aviso a Italia de que debía esconderse. No se despidió de Reishack, ni dijo nada más al salir huyendo del sol matinal.

El ángel, por su parte, se encogió de hombros y depositó una suave caricia sobre el mango de la espada. Goliat comenzó a volar a su alrededor.

¿Qué sucedió?, preguntó con una melodiosa voz.

Reishack levantó la cara para mirarlo, y Goliat pudo sentir un dolor muy intenso en el pecho.

—Tengo la impresión de que en realidad ya sabes la respuesta —dijo él de modo calmado.

Te ha poseído, prorrumpió, nervioso. No puedes permitirlo. Si lo dejas navegar por tu interior como si nada, comenzará a darle vida propia a tu cuerpo. Y será el fin. Poco a poco su alma y tu cuerpo material se irán fusionando, enlazándose en una especie de pacto demente que a la larga los hará sufrir a ambos. ¿No crees que es suficiente con tu problema actual?

Reishack sonrió.

—No puedes asegurar que algo como eso pueda suceder.

Caminó perezoso con una mano en el bolsillo y la otra celosamente cerrada sobre la empuñadura de la katana.

En los ojos redondos de Goliat apareció un grave destello de decepción.

No lo siguió, pero continuó hablándole dentro de su cabeza.

Tienes esa frase reservada especialmente para mí, no entiendo cómo es que, a pesar de tantos años a tu lado, de seguirte lealmente, puedas aún desconfiar de mí, Reishack»

—Eso es un buen punto. Desde hace tiempo quería preguntártelo, Goliat —giró sobre sus talones, observando con una mirada desdeñosa al animalillo que reposaba sobre la orilla del edificio—. ¿Por qué me has seguido todos estos años? Sé que Adonía te ha encomendado la tarea de auxiliarme en mis labores, pero deduzco que hay algo más detrás de todo esto.

¿A qué te refieres exactamente?

Goliat respiró hondo.

—No soy tonto, Goliat —prosiguió él—, sé que a los demás ángeles no les está permitido tener acompañantes, y mucho menos a la hora de llevarnos a nuestras víctimas.

La lechuza dio un respingo, pero el joven no lo notó. Volvió a dar media vuelta, de cara a la ciudad que comenzaba a despertarse entre murmullos y ruidos secos.

Los autobuses comenzaban con su labor diaria y la muchedumbre salía de sus hogares, intentando protegerse del frío con enormes abrigos y chamarras.

A pesar de que él no se encontraba en un edificio alto, las personas no podían notarlo, si acaso elevarían la cabeza debido a la sensación de ser observados por alguien, pero proseguirían su camino, seguros de que su imaginación o el sueño intentaban jugarles una mala broma.

Reishack - El último ángel de la muerte prematura [Serie Reishack 1]Where stories live. Discover now