Capítulo 5

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Despierto en la comodidad de mi cama y froto mis ojos con pereza

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Despierto en la comodidad de mi cama y froto mis ojos con pereza. Ayer en la noche mi madre me mandó a dormir, seguro hoy me reclamará todo. Y sí, al parecer mi madre tiene un sexto sentido para aparecer en el momento menos preciso.

—Evolet, más te vale explicarme a dónde demonios te fuiste ayer. Samantha estaba muy preocupada, incluso comenzó a llorar. ¿Te das cuenta de lo que haces?

—Lo que importa es que estoy bien y que estoy en la casa, ¿no? —Me encojo de hombros.

—Evolet, contesta, ¿dónde estabas ayer? Ahora estarás castigada de por vida. —Me señala con el dedo.

—No me puedes castigar de por vida. Y no hablaré de nada que tenga que ver con el día de ayer. —Me tapo la cara con la colcha.

—Eres todo un caso Evolet. Habla con Samantha y pide perdón.

—Perdí mi celular, necesito otro. —Mi voz apenas se escucha con la colcha cubriendo mi rostro.

—Pues ni modo, nada de hablar del día de ayer, ¿recuerdas? Tu gato está en mi cuarto, en cuanto te levantes quiero que vayas por todo lo que compré y lo instales aquí. No necesito otro dolor de cabeza, créeme que contigo basta y sobra para toda una vida.

Agradezco tener la cara tapada, no quiero que mi madre vea las lágrimas que ahora surcan mis mejillas.

—Sal de mi habitación, ahora no necesito más reclamos sobre el problema que conlleva ser mi madre. Ahora no.

No dice nada y por el silencio que sigue supongo que me hizo caso.

¿Es realmente necesario repetir que soy un dolor de cabeza casi todos los días?

Me destapo y miro el techo. Debí haber muerto ayer, pero no, ese maldito chico tenía que aparecer. Nadie lo llamó para que fuera a salvarme, y todavía me dice cobarde el muy idiota. Si alguna vez lo vuelvo a ver le daré las cachetadas que necesita.

Kira salta a mi cama y me distrae.

—Ouh, pequeño bebé. Te extrañé mucho. —Le acaricio el lomo y luego le doy un beso en la nariz.

Lo acaricio un poco más, pero luego me cambio de ropa y voy abajo por un vaso de agua.

Mi madre se encuentra hablando por teléfono en la sala, me acerco a escuchar que dice.

—Sí, claro. ¿Lo puede traer hoy? Le mandaré la dirección, mi hija estará contenta. Espero que no sea un violador o algo parecido.

Me menciona pero no debe ser algo importante, voy por el vaso de agua. Al terminar subo de nuevo, traslado las cosas de Kira a mi cuarto. Menos el arenero, ese lo dejo en el pasillo.

—¡Evolet, ven acá! —Grita mi madre, así que me veo obligada a bajar.

—¿Qué quieres?

—Se dice mande. Repítelo.

—¿En verdad esto es necesario? —Cruzo los brazos en mi pecho.

Su mirada indica que sí, es necesario.

—Mande —digo más a fuerza que de ganas.

—Me han llamado, al parecer encontraron tu celular y las llaves. Vendrán a las cuatro a entregarlo.

—¿Qué? ¿Quién lo traerá? —No puedo evitar sorprenderme, podría ser alguien que estaba presente cuando intenté saltar del puente.

—Al parecer es un chico, creo que lo invitaré a comer. Nadie es tan honesto en estos tiempos.

¿Un chico? Oh no, espero que no sea el idiota.

—No puedes hacer eso, no le conocemos. Quizá es un degenerado.

—Tú no tienes derecho a opinar, ya veré yo cuando le vea.

— Bueno, tampoco es como que puedas saber cómo es una persona con solo mirarla, a veces puede ser diferente.

—Te he dicho que no opines, tenemos una forma diferente de ver la vida —alza un poco la voz, luego continua—. Deberías desayunar, no has comido nada.

—No tengo hambre, creo que puedo soportar hasta la hora de la comida, cuando invites a un posible asesino en serie a comer con nosotras.

—No seas dramática, deberías arreglarte un poco.

—Mamá, solo me entregarán mi teléfono, no es como si fuera a conocer al amor de mi vida. Como sea, veré una película.

Ya no responde así que voy a la sala. Me acuesto en el sillón y pongo la primera película que aparece.

En el momento que termina la película Kira hace acto de presencia, rasco su estómago y cuando dejo de hacerlo se marcha, gato interesado.

Un delicioso aroma proviene de la cocina, me acerco a ver que es.

—Evolet, deberías irte a cambiar —dice mamá mientras lava los platos.

—Madre, te he dicho que no, deja de insistir. ¿Pronto estará la comida?

—Tal vez deberías ponerte una blusa de manga larga, no quieres causar una mala impresión.

—A mí no me importa lo que piense ese estúpido chico que traerá el teléfono. Y perdón si te avergüenzo, pero no voy a cambiar solo porque a mi madre no le gusta como soy.

Enarca una ceja.

—Dime qué hora es.

Observo el reloj en la pared del pasillo.

—Falta media hora para las cuatro.

—¡Qué tarde es! —Deja de lavar y se limpia las manos en el mandil—. Como a ti no te importa la forma en que te ves te dejaré lavando los platos, lávalos bien, iré a ponerme decente.

Sale de la cocina apresurada.

—Parece que alguien quiere ligar.

—¡Te escuché, Evolet! —Grita.

Bah. Seguro que las madres sólo tienen buen oído para lo que les conviene.

Comienzo a lavar lo que me pidió.

Al terminar me sirvo un poco de agua, hasta parece que mi madre va a conocer a alguna reina.

Después de otros tantos minutos mi madre baja corriendo, incluso se maquilló, como si fuera tan importante que alguien devuelva un celular.

El timbre suena dos veces.

—¿Qué esperas, Evolet? Abre la puerta.

La obedezco de mala gana, y cuando abro la puerta deseo que me trague la tierra.


Más allá de las palabrasWhere stories live. Discover now