Capítulo 13

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Miro mi reflejo en el espejo, ¿por qué le gusto a Alejandro? Soy una chica común y corriente, no tengo un cuerpo espectacular, no tengo nada que me haga resaltar de entre las demás

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Miro mi reflejo en el espejo, ¿por qué le gusto a Alejandro? Soy una chica común y corriente, no tengo un cuerpo espectacular, no tengo nada que me haga resaltar de entre las demás. Nada. Sólo estoy yo y un montón de problemas. Aun así, soy su novia, la novia del chico idiota que me detuvo. Sonrío. Me acuesto en la cama, Kira está en la suya, creo que está en esa etapa en la que no le gusta estar cerca de humanos. De un momento a otro termino dormida.


Estoy en la sala, empiezan a tocar la puerta violentamente.

¿Quién es? —pregunta mi mamá, asustada.

¿Quién va a ser, estúpida? ¡Soy tu marido!

Mi madre se acerca a mí.

—Evolet, ve a tu cuarto y no salgas hasta que te lo diga ¿entiendes?

Asiento con la cabeza y corro a mi habitación.

Después de un par de minutos mi padre empieza a gritar.

—¡Necesito dinero!

—¡No voy a estar manteniendo tu vicio, Jorge!

Tal vez si mi papá me ve se calme.

Salgo de la habitación y me quedo parada en las escaleras.

—¡Dámelo o me llevo a Evolet!

— Ella no está aquí responde mi madre nerviosa.

No puedo evitar llorar.


Mis padres voltean hacía arriba, cuando veo la mirada de mi madre sé que salir ha sido un gran error.

No reacciono lo suficientemente rápido como para llegar a mi habitación, mi padre me alcanza y me sostiene contra su cuerpo.

—¿No que no estaba, Elena?

Trato de soltarme de su agarre pero no puedo.

—No tengo dinero Jorge, suelta a Evolet, por favor.

—Ya te dije, el dinero o me la llevo.

Empiezo a llorar violentamente y mi padre me da un golpe.

—¡No! —Suplica mi madre.

—¡Dame el dinero!

—Está bien, está bien. No le hagas nada, voy por el dinero —dice mi madre resignada dirigiéndose a la habitación.

—Haces todo mal, Evolet —dice mi padre sonriendo.


—¡No! ¡Mamá!

Despierto, mi respiración está alterada, esa maldita pesadilla siempre acechándome. Kira ha salido espantado de la recámara. Pongo las rodillas contra mi pecho y las lágrimas salen.

Más allá de las palabrasWhere stories live. Discover now