💧Capítulo 10💧

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Todo es hermoso, las casas por fuera son encantadoras y están muy bien cuidadas, hay mucha naturaleza dentro del pequeño poblado, las personas me saludan y se detienen a hablarme, a darme su bendición o solo abrazarme.

No son como pensé. Los rumores no son verdaderos, no son una manada de seres sin sentimientos, pues así los tienen tachados solo por ser fuertes.

—Las manadas no son fuertes por ser brutos y malos, lo son por la unidad que hay. Aquí todos somos uno mismo, nadie es mas o menos que los demás, a los niños los criamos con la misma mentalidad... hay muchos humanos aquí también y no por eso valen menos que los demás.

Un pequeño niño se acerca a mi y me da una flor.

—Gracias por venir, por ser nuestra Alpha — me besa la mejilla cuando me agacho para quedar a su altura — cuando yo sea grande, seré un buen guerrero para estar siempre a su lado.

Se marcha corriendo, juntándose con sus demás amigos.

—¿Lobos? — abro mis ojos sorprendida al ver un grupo de hermosos lobos, ellos me observan con atención, como si supieran quien soy.

—Si, muchos de ellos se han criado aquí, otros, han ido llegando con el tiempo, son buenos aliados a la hora de luchar, son fuertes y rápidos y al igual que un perro, son fieles hasta la muerte.

Leo me enseña algunos puntos claves de la manada, el lugar donde practican, una pequeña escuela, una casa en donde se suelen reunir para tocar temas importantes, una enfermería y un hermoso parque, con agradables vistas.

—Por allá — me señala a lo lejos — están nuestros puestos de vigía.

—Tu hogar es hermoso, todos son... encantadores — le doy una sonrisa sin mostrar los dientes, él me la regresa.

Nuestra manada siempre ha sido muy unida y todo comenzó con mis abuelos, que fueron lideres amables y comprensibles, lo mismo paso con mis padres y ahora con nosotros, a mi la verdad es que me costo un poco, pero me esfuerzo todos los días para llegar a ser como ellos.

Asiento con la cabeza ante sus palabras y sigo observando todo con mucha atención. Unos soldados se acercan a Leo, me saludan con un movimiento de cabeza y comienzan a contarles algunas cosas a su Alpha, para darles un poco mas de privacidad, me alejo unos cuantos metros de ellos y sigo analizando todo con mucha atención.

—Que bien hueles — miro a la persona que ha hablado, es una anciana que se encuentra sentada en uno de los bancos que están en el pequeño parque — tu olor destaca mucho en toda la manada, es único... especial.

Mis manos comienzan a sudar ¿Qué quiere decir con eso? ¿lo está diciendo de buena o mala manera?

—Hace mucho que no lo sentía... — una sonrisa aparece en sus labios. La mujer en ningún momento levanta la mirada — acércate por favor — pide y ahora sí, dirige la mirada hacia mí.

Es ciega. Una anciana loba ciega.

—Hola — la saludo cuando llego a su lado, miro a Leo, este está hablando por móvil, pero sus ojos están fijos en mí.

—Niña — sonríe — ¿Cuántos años tienes?

—Dieciocho.

—Y tu manada te entrego a un hombre sin duda alguna ¿verdad? — niega con la cabeza — con los años, algunas manadas van empeorando.

Me mantengo en silencio, no quiero hablar cosas de mi ex manada con una mujer que no conozco de nada.

—¿Eras hija de algún miembro de bajo rango dentro de tu manada?

—No, era hija del beta de la manada y por ende, yo seguiría sus pasos.

Ella se sorprende al escuchar mis palabras y se queda en silencio unos segundos.

—No estaban de acuerdo a que me vaya, sobre todo mi padre, pero por el bien de la manada, lo hemos hecho sin causar mucho escándalo, la manada va primero, siempre va ser así. Mi padre aun puede tener su puesto, al igual que mi Alpha.

—Vaya... — susurra — dime ¿de qué manada vienes?

Dientes...

—Silencio, no sigas — se pone de pie, la ayudo rápidamente — no es una conversación que se pueda tener en medio de una plaza — sonríe un poco, disimulando su sorpresa — y como te decía al inicio, hueles muy bien, me hiciste recordar los mejores momentos de mi vida con tu aroma... hace muchos años que no lo sentía. Te agradezco por eso...

—Arya.

—Muchas gracias por ayudar a una anciana ciega Arya.

No le respondo, pues la verdad no hice nada. Ella se despide de mi y se marcha a paso lento. Imagino que, al perder la vista, sus otros sentidos aumentaron mucho, pero ¿Qué sintió en mí? ¿lo mala que soy con mis sentidos o que puedo hacer magia? No sé muy bien cuál de las dos opciones es mejor.

—¿Todo bien? — brinco en mi puesto cuando Leo llega, asiento con la cabeza y se me queda viendo sin creer mis palabras — ¿Qué te dijo?

—Que olía bien.

Deja su mirada en el camino por el que se fue la anciana, niega con la cabeza y baja su mirada, sus ojos azules quedan fijos en las mieles, míos.

—Vamos — susurra.

Asiento con la cabeza y me alejo de él.

(...)

Termino de ordenar todas mis cosas que he traído, las cuales no han sido muchas. Miro mi ropa, la cual está a escasos centímetros alejada de la de Leo. Me muerdo el labio, nerviosa. Ya estamos compartiendo barias cosas, lo único que falta es la cama ¿Leo será igual que muchos jóvenes? ¿Que no pueden compartir la cama sin intentar algo más con la otra persona? Ojalá que no.

Giro un poco la cabeza, Leo sale de su oficina hablando por teléfono, busca una carpeta en un librero que tiene y regresa a encerrarse. Ser Alpha ocupa mucho tiempo. Camino por la habitación, sin saber muy bien que hacer.

Creo que de ahí no va a salir en un buen rato...

Bajo las escaleras, me acerco al piano y lo quedo viendo, hace muchos años que no toco uno ¿aun sabre? En el internado habían muchos talleres, asique ingrese al de música, me gustaba mucho estar detrás del piano, pero a medida que fuimos creciendo, también lo fueron haciendo nuestras responsabilidades y aumentando las materias, ambas tuvimos que dejar muchas cosas de lado.

Sin darme cuenta ya estoy sentada y con las manos en él, dejando que viajen de un lado a otro. Cierro mis ojos, dejándome llevar por la melodía, una que solía tocar para calmar mi corazón, mis pensamientos y sentidos, una que me hacia viajar a miles de kilómetros, junto a una persona en particular, que sonría, al verme.

Me detengo de golpe cuando una imagen horrible llega a mi mente, mi pulso se acelera y me alejo rápidamente del piano.

—¿Todo bien? — Leo se encuentra al lado de la hermosa escalera, analizando cada gesto — escuche tu pulso acelerado y baje.

—Si, todo esta bien... — miro el piano una vez más — es solo que había una araña y no me gustan — miento.

Le doy una sonrisa de medio lado y camino hasta la cocina, necesito un vaso de agua. Intento calmar mi respiración, Leo no puede verme así. Siento como mis ojos van cambiando de humano a lobo, cierro los parpados.

Respira Arya, todo va a estar bien, tranquila, respira...

Cuando logro calmarme, tomo agua y miro el paisaje que se ve por la ventana de la cocina. Tal vez dormir me ayude. Salgo en dirección a la cocina, Leo está al lado del piano.

—No hay araña.

—¿Cómo?

—Estuve buscando la araña que te asusto, pero no hay nada aquí...

—Ah — él deja sus hermosos ojos en los míos — ya se debe haber ido, no son de quedarse mucho en un solo lugar... — no me cree, lo sé, lo veo en su cara — me siento un poco cansada... creo que voy a ir a dormir un rato.

Loba del AguaWhere stories live. Discover now