La respiración de Leo es lenta, tan relajadora, sus ojos se encuentran bien cerrados y deja a la vista sus hermosas pestañas, su piel es tan lisa ¿se echará alguna crema después de sus duchas? Muero por tocarlo, pero temo hacerlo y que despierte, no creo que eso sea una muy buena idea.
Me muerdo el labio, nerviosa, hace unos diez minutos atrás que se ha quedado dormido en mis piernas. Intento calmar mi respiración, pues siento como mi pulso esta acelerado, no me gustaría que el chico se dé cuenta lo nerviosa que me siento por tenerlo tan cerca de mí.
Alguien golpea la puerta, Leo abre sus ojos lentamente.
—Perdón — susurra, nuestros ojos quedan fijos.
—No pasa nada — le doy una leve sonrisa — no te quise molestar.
Alguien vuelve a tocar la puerta, este rueda sus ojos y se pone de pie, dejando al fin, mis piernas libres. El chico se acomoda un poco su ropa, al igual que su cabello y camina hasta la puerta principal para ver a la persona que lo ha despertado, imagino que lo a olfateado en cuanto abrió los ojos.
—Hola — Mateo me da una cálida sonrisa al verme ahí, yo sé la devuelvo mientras me acaricio las piernas para que reaccionen — ¿Cómo sigues?
—Mucho mejor, pero muy aburrida, pues no me dejan hacer nada sola.
—Si, ya me lo había imaginado — ríe — pero estoy seguro que con los cuidados que te da, te vas a sentir bien muy pronto.
Le doy una pequeña sonrisa mientras me pongo de pie, Leo no alcanza a llegar a mi lado, lo que causa que me observe de mala manera.
—Imagino que tienen cosas de las que hablar, asique los dejare a solas.
—No subas las escaleras.
Ruedo los ojos y Mateo ríe por lo mismo, camino hasta la cocina, tomo asiento en uno de los bancos que rodean la isla y me quedo mirando por la ventana, hay una puerta de cristal corrediza, la cual me podría dar la libertad que tanto anhelo, pero no me agrada mucho la idea de que Leo se moleste. Suelto un suspiro cansada y comienzo a hacer brownie de chocolate para pasar un poco el rato.
No sé muy bien cuanto tiempo he pasado en la cocina, pero ya he terminado los brownie y ahora se están enfriando.
—Huele bien — Mateo entra a la cocina.
—¿Te quedaras para probarlos?
—No creo, aún tengo algunas cosas que hacer. Leo me ha pedido que te haga compañía mientras él salía a revisar algo.
—No soy una niña pequeña que necesita que la estén cuidando todo el tiempo, aparte, ya me siento mucho mejor.
—Si, no es algo que Leo vaya aceptar — ríe — él siempre se preocupa mucho por las personas... a las que le tiene afecto.
Asiento con la cabeza y le invito una taza de café mientras esperamos.
El chico me cuenta sobre lo que ha pasado con algunos miembros de la manada después del enfrentamiento, muchos han tenido que arreglar sus hogares, pues han sido afectadas.
—Los chicos... están bien, todos te quieren ver — sonríe — se han encariñado contigo.
—Lo dudo mucho — sonrió un poco, él me mira sin comprender — no he hablado mucho con ellos, solo actúe como cualquier loba, no lo hice porque soy pareja de Leo, si no, porque me criaron para ser guerrera, para tomar el puesto de Beta de mi padre.
El chico me regala una sonrisa llena de comprensión y toma mi mano.
—Es verdad que has actuado de manera imprudente, pero eso no quiere decir que hayas hecho un mal, has defendido a la manada, que es lo que todos esperan, lo has hecho de una manera salvaje — ríe — pero lo hiciste y todos están agradecidos de que la luna sea así de protectora.
—Tengo que practicar más, sé que Leo no está de acuerdo en que haga muchos movimientos últimamente, pero siento que nos van a volver a atacar y necesito estar lista para ese momento.
—Si quieres, te ayudare en eso, pero solo cuando mi Alpha te del alta — ambos sonreímos ante eso — y también, quiero averiguar todo lo que pueda sobre aquellos seres con poderes, pues de momento, son muy pocas las personas que pueden brindar algo de información. Son un misterio.
Mis ojos se encuentran con los de Leo, este baja la mirada a la mano de Martin, que está encima de la mía, se lame los labios y sigue caminando.
—¿Mañana sientes que vas a estar mejor para pedir permiso e ir a entrenar?
El chico se endereza, me da una sonrisa y su mano se aleja de la mía, Leo se pone a mi lado, levanta una de sus cejas.
—¿Permiso?
—Bueno, no creo que te haga mucha gracia que salga de casa sin decirte primero.
—Me hacen ver como un controlador — le doy una sonrisa de medio lado — cuando estes completamente sana, podrás ir a donde quieras cuando lo desees, pero de momento, prefiero que estes cerca de mí, para poder estar tranquilo.
—No cambias nada con los años Leo — ríe su gran compañero.
Martin se pone de pie, se despide de ambos y se marcha, Leo acerca su rostro al mío, causando que me ponga nerviosa ante su repentina cercanía.
—¿Qué ocurre? — logro preguntar.
—¿Ya te has cansado de mí?
—¿Cómo?
—¿Por eso es que te quieres ir con Martin?
Lo miro unos segundos y luego le doy una pequeña sonrisa, él levanta una de sus perfectas cejas.
—No deberías decir cosas así Leo, cualquiera que te escuchara pensaría que estas celoso y que realmente sientes algo por mí.
Leo frunce el entrecejo, luce un poco molesto ¿he dicho algo malo? Él se acerca un poco más a mi rostro, su respiración y la mía se mezclan.
—¿Enserio crees que yo iría por ahí comprometiéndome con cualquiera por una alianza de manadas? — deja su mano en mi barbilla, haciendo que levante la cabeza para que nuestros ojos se encuentren — yo solo fui por ti, tú eres la chica que a mí me interesa y si tengo que pasar muchos años demostrándotelo, lo hare, mis intenciones son buenas, actúe de manera errónea haciendo que vengas a la fuerza a mi lado, pero cuando supe que estabas comprometida, no podía dejarlo pasar y actúe de manera impulsiva — sus ojos brillan y eso hace que se vean mucho más hermosos — tu eres la única chica que va a tener mi corazón por siempre, te has puesto ahí sin hacer un mínimo esfuerzo... y lo que más deseo, es que te pase lo mismo conmigo, que seamos una de aquellas parejas que no se separan por nada ni por nadie. Te quiero por siempre a mi lado Arya.
