tres

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Fran

   El sol del mediodía me daba en la cara y al contrario de molestarme, me hacía olvidar que todo en mi vida estaba tambaleándose. Estaba seguro de que estar en un parque rodeado de flores era una forma de terapia para el alma.

   Ese día le había dicho a Pipe que fuera conmigo. Él al contrario, estaba sentado de espaldas al sol, quejándose del calor.

―Conocí a alguien ―le dije para que se concentre en otra cosa.

―¿Alguien real o de nuevo viste a un chico y quedaste flechado pero no le hablaste y ahora te vas a imaginar una vida juntos sin saber ni cómo se llama? ―Preguntó y no pude objetar nada porque yo siempre hacía eso.
  
―Se llama Juan ―respondí ―y chapamos dos veces.

   Pipe se incorporó y me miró, lo que por alguna razón me dió un poco de vergüenza así que arranqué una de las flores para jugar con los pétalos.

―¿Dónde lo conociste? ¿Cómo fue? ―Indagó, al parecer la conversación se había vuelto interesante para él―. Contame todo.

   Puse una de mis manos sobre mi frente para que el sol no me diera en los ojos y le conté toda la secuencia del bar y del departamento.

―Ahora nos escribimos todos los días, pero nada, como amigos ―concluí.

―Fran, te dió dos besos después de decirte que sean amigos y te saludó con un pico.

―Sí, pero que sé yo.

―Nosotros somos amigos y no nos saludamos con un pico.

―Si querés podemos empezar a hacerlo ―lo jodí.

―Boludo, date cuenta.

―No sé, Pipe ―suspiré―. Capaz fue sin querer, no me quiero ilusionar porque prácticamente no lo conozco. Además tiene novia.

―A la que no le importó engañar por besarte a vos.

―¿A dónde querés llegar?

―A que estás conociendo a alguien que te dijo que quiere ser tu amigo pero estoy seguro que le interesas de otra forma ―explicó―. Dicho eso, no sé si está bueno que te lo niegue y lo que sí me parece nefasto es que cague a la novia.

―Bueno, cada uno lleva las situaciones como puede.

―Sí, perfecto, pero cuando tus acciones empiezan a afectar a los demás ya entra en juego qué tan buena persona sos.

―No sabía que ahora das clases de ética y moral ―me reí.

―No, amigo, solamente quiero que estés bien ―dijo―. Seguí conociéndolo, pero tené cuidado.

―Lo voy a tener, gracias, bebé.

   Antes de volver a mi departamento, junté algunas flores. Era una estupidez llevárselas a Juani, pero una vez que entraba en confianza me resultaba imposible no llenar a la gente de detalles, y además, siempre creí que las flores y los pintores tenían un vínculo creativo muy lindo.

   Salí para su casa cuando ya era de noche y la luna llena brillaba con la luz que le prestaban las estrellas. La felicidad mínima que me había dado el sol, me la estaba sacando la noche, y al llegar pude jurar que tenía los ojos vidriosos. Cuando me abrió lo abracé y dejé unos segundos mi cabeza en su hombro.

―Perdón, estoy un poco triste ―le dije.

―No pasa nada, tranquilo.

   Le di las flores y me las agradeció con otro abrazo, parecía que todo escalaba muy rápido, incluso para una amistad, no obstante sentía una conexión bastante difícil de explicar con él y lo sentía natural. Subimos en silencio y al entrar al departamento vi que estaba pintando otro cuadro. Tenía la ventana abierta, dejando ver la luna y ese satélite era exactamente lo que estaba inmortalizado en el lienzo.

―¿Qué te gusta de la luna? ―Pregunté.

―Tiene un aura misteriosa, está asociada a lo sentimental, tiene fases y es hermosa ―respondió ―es todo lo que un artista necesita.

―¿No te inspira el sol?

―No, es una bola de fuego que en algún momento va a terminar explotando.

―Pero la sensación cuando está en contacto con la piel y el calor con el que te abraza es algo lindo para inspirarse.

―El abrazo que me diste recién me inspira más que el sol.

  Lo dijo al pasar, como si no fuera nada, como si no me hubiera hecho sentir ese vuelco en el estómago que no sentía desde mi última relación. Me estaba diciendo que lo inspiraba más que el sol y para él fue como decir cualquier otra frase cotidiana.

―¿Cuándo sabés que está terminado? ―Le pregunté porque me estaba empezando a poner nervioso y sentía que me quemaban los cachetes.

―Dicen que un cuadro nunca se termina, sino que se detiene en lugares interesantes ―explicó―. Cuando tengo que dejarlo lo siento.

   Me contó sobre sus obras anteriores, yo lo escuchaba como si fuera lo más interesante del mundo, cenamos sushi y cuando me estaba por ir, se largó a llover.

―¿Tenés un paraguas para prestarme? ―Le pedí.

―No, pero te podés quedar a dormir si querés.

―No te quiero molestar, ya me quedé la otra vez.

―No me molestas, sino no te invitaría ―me dijo―. No tengo otro colchón pero creo que entramos bien los dos en mi cama, si no te jode dormir conmigo, obvio.

   Mi corazón golpeó en mi pecho y volví a sonrojarme. No me jodía dormir con él, pero iba a ser increíblemente difícil no abrazarlo y más en una noche de lluvia.

―¿A tu novia no le molesta?

―No, ella duerme con sus amigas también.

―Bueno, me quedo ―accedí.

―Con una condición ―agregó y me preparé mentalmente para que me advirtiera que teníamos que dormir uno en cada extremo de la cama―. Que me hagas mimos en el pelo, odio las tormentas eléctricas.

   Sonreí, eso me gustaba más.

―O sea que me invitas a dormir sólo para usarme como escudo de tu miedo.

―Puede ser, pero al menos no te vas a empapar volviendo a tu casa.

   Lo seguí hasta su cama, ninguno de los dos se sacó ni una prenda de ropa, creo que nos pareció demasiado. Juani se acomodó abajo de las sábanas y me las sostuvo para que me acostara a su lado. Al principio estaba tenso pero a medida que iban pasando los minutos me relajaba más, quería besarlo y ver a dónde llegaba eso ahora que estábamos en una cama, algo que por supuesto no hice porque me dió miedo arruinar el momento. Solamente miraba el techo y pensaba que tenía que parar y verlo menos seguido si no quería terminar enganchado con alguien que no me iba a corresponder.

   Cada vez que un relámpago iluminaba la habitación, veía la foto que tenía con su novia en la mesa de luz y las palabras de Pipe resonaban en mi cabeza. ¿Contaba esto como infidelidad y yo estaba destruyendo una pareja? ¿Él era una mala persona por estar haciendo esto? Suponía que no porque había dejado claro que quería ser mi amigo, aunque no estaba seguro de qué tipo de amistad era la que se basaba en estar en su cama, con él acostado en mi pecho y mis dedos enredados en sus rulos.

nuestras noches; juani x franciscoWhere stories live. Discover now