cinco

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Fran

Había pocas cosas que me ponían tan nervioso como el momento antes de salir al escenario, pero salir sabiendo que Juani iba a estar ahí me dejaba idiotizado. Estaba en blanco y todo lo que pensaba era que no podía olvidarme el guión y decepcionar a la única persona que me importaba que me viera.

Por suerte eso no ocurrió y creo que fue una de mis mejores funciones, incluso se pusieron de pie para aplaudir y no pude evitar llorar un poco. El arte siempre terminaba por sanarme de alguna manera, mi vida podía no ser increíble en ese momento pero canalizar mis emociones mediante expresiones artísticas me devolvía una parte de la felicidad que tanto anhelaba volver a tener. Eso, y también estar sentado detrás del escenario después de la obra y verlo aparecer a él, detrás de mis compañeros.

―Amigo, tuve que decir que era tu representante para que me dejaran pasar a saludarte ―dijo Juani y me abrazó―. Fue una obra súper linda y vos te destacaste tanto, me vinieron a decir que guarde el celular tres veces porque no podía dejar de sacarte fotos, estabas hermoso, ahora necesito pintarte en un escenario.

―Parece que te gustó la obra ―le respondí riéndome con cierta incomodidad, todavía me daba vergüenza que me viera actuando.

―Me encantó, quiero verla de nuevo.

Él nunca lo iba a saber pero que valorara así mi parte creativa me hacía sentir especial. A mi familia y a mis amigos les daba igual, las pocas veces que los invitaba a alguna de mis obras me decían cosas lindas por compromiso pero ninguno se arriesgó a que lo echaran de la sala por sacarme fotos al no poder contener la emoción de verme en el escenario, y no creía fueran malos conmigo, simplemente no entendían el arte de la misma manera que los artistas lo entendemos, para ellos era algo que estaba ahí, que no aportaba nada significativo. Juani en cambio experimentaba el arte día a día, era el sentido que guiaba su vida. Con él me sentía comprendido, me daba un segundo de paz en el que no creía que estuviera perdiendo el tiempo con la actuación.

―Gracias, qué lindo que te haya encantado. Yo ayudé a guionarla y tenía miedo, Tadeo me decía que eran una mierda mis guiones y me convencí de que tenía razón, así que dejé de escribir por años, recién ahora me animé a hacerlo de nuevo.

―¿Quién es Tadeo? Un pelotudo, seguro.

―Mi ex.

―Un pelotudo ―afirmó.

―No, no lo odiamos.

―¿A alguien que te dice que lo que haces es una mierda? Disculpame, yo sí lo odio.

Le sonreí y sentí un escalofrío recorriendo toda mi piel cuando agarró mis manos y entrelazó nuestros dedos. Me quedé con la vista fija en esa imagen durante unos segundos mientras dejaba de escuchar el ruido del ambiente y sólo me concentré en sentir sus latidos donde se unian nuestras manos. Al levantar la vista de nuevo, me encontré con sus ojos mirándome fijo.

―¿Qué pasa? ―Le pregunté.

―Pasa que nunca en mi vida tuve tantas ganas de darle un beso a alguien.

―Me encantaría que lo hicieras, pero tenés novia.

―Casi te importa más que a mí.

―Realmente no me gusta lastimar a la gente y también pienso que a vos te preocupa que te pueda gustar un chico y te reprimís. Ya sé que la primera vez que fui a tu depto me dijiste que habías estado con otros hombres pero no te creo.

―Fran, lo último que me preocupa es que me guste un chico, me preocupa la intensidad de lo que siento ―confesó―. El día que te conocí, por ejemplo, no sé por qué te besé, y los otros días tampoco. Y no sé por qué de repente sos mi musa y lo único que quiero pintar, todo lo que siento es como una explosión de colores y te puedo asegurar que no tiene nada que ver con que seas hombre, tiene que ver con que ese hombre seas vos, con tu esencia. Sos la persona más hermosa que conocí y sí, es mentira que estuve con otros hombres antes, es que no quería que te alejaras porque no tengo experiencia.

Tiré de sus manos para acercarlo a mí y las solté para agarrar su cara y besarlo, que me perdonara Lola, Juani me había dicho las palabras más preciosas que había escuchado en mi vida y que iban a quedar atesoradas en mi corazón para toda la vida. Él acomodó sus manos en mi cintura y tuve que separar las piernas para atraerlo más hacia mí. Ni siquiera pensaba en algo sexual, era sólo la necesidad de cercanía, la desesperación por estar lo más pegados posible.

Cuando nos separamos había algunas personas mirándonos, sobre todo familiares de compañeros de la obra, pero no me molestó porque había tenido el beso más mágico del mundo en mi lugar favorito. Apoyé mi frente sobre la de Juani y cerré los ojos.

―Dejala ―susurré.

―¿A Lola?

―Sí, dijiste que tenían problemas, que ya no se llevaban bien, que...

Me interrumpió con un dedo sobre mis labios, callándome y nos separamos unos centímetros para vernos.

―¿Después de ese beso te quedan dudas de que la voy a dejar?

―Y no sé, pensalo bien porque capaz yo no quiero estar con alguien que no tiene experiencia con hombres.

―No me boludees, no te conocía todavía, no sabía que eras un angelito ―dijo pero después me miró preocupado―. ¿No te importa, no?

―No, tonto, me da igual ―me reí ―. Lo que no entiendo es qué te hizo cambiar de opinión y pasar de decirme que no nos viéramos más porque no podías ser lo que yo quería, a esta confesión hermosa que me hacés ahora.

―Pienso mucho más en vos desde que tengo tu cuadro colgado en la pared y me di cuenta que no quiero vivir una vida neutral por miedo a mostrar mis sentimientos. No es que no pueda darte lo que querés, es que me da terror pensar en ser vulnerable con alguien que proyecta una parte tan profunda mía, pero creo que vale la pena. Vos vales la pena. Y puede salir muy mal pero en estos meses yo también me estuve enganchando.

―A mí también me da miedo, Juani. Te habrás dado cuenta que mi relación anterior no fue un cuento de hadas, pero no podemos vivir escondiéndonos de lo que sentimos por miedo a que nos lastimen. Menos nosotros que tenemos el arte como herramienta para reinventarnos cuando todo alrededor se destruye.

―Sí, es verdad, me cuesta lidiar con la incertidumbre pero si me tenés paciencia creo que voy a poder.

―Tranquilo bebé, es un proceso que tenemos que transitar juntos y sin apurar nada.

Me acomodó el pelo que me caía sobre la frente y con la parte posterior de sus dedos fue bajando con dulzura hasta llegar a mis labios. Pasó la yema de sus dedos provocándome un leve cosquilleo y luego volvió a besarme.

―¿Cuántos besos nos podemos dar antes de que se nos desgasten los labios? ―dijo, sin separarse del todo de mi boca.

―Yo creo que tendríamos que hacer la prueba.

Esa noche creo que nunca terminó, o al menos siempre fue eterna en mi mente. Sé que se empezaron a ir todos y nosotros seguíamos besándonos, que nos dormimos en un sillón de utilería muy incómodo y frágil, que nos despertamos con la luz de la mañana. Sé que él fue a comprar café para desayunar y que cuando tuvo que volver a su departamento a pintar y yo a la facultad, la rutina de la vida cotidiana nos pesaba mucho más que antes.

nuestras noches; juani x franciscoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora