MESES DE SEPARACIÓN

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Adolfo volvió a su antiguo lugar de empleo, tras la barra de uno de los lugares más sofisticados de San Pedro Garza García, a cargo de un importante mixólogo profesional, quien incluso llegaba a salir en programas de televisión nacional.

Matilde optó por renunciar a su empleo debido a lo estresante que podría ser para su embarazo, además de que quería ocultarlo de su compañero de trabajo con quien tuvo una aventura mientras su prometido estaba de viaje en Chiapas, muy probablemente era de él la creatura que crecía dentro de ella, sin embargo decidió decirle a Adolfo porque sabía que sin duda él le brindaría una mejor vida que un fotógrafo mal pagado. 

Adolfo no dejaba de pensar en María ni un minuto del día, se preguntaba si lo recordaba y a veces la stalkeaba desde otra cuenta de Facebook para ver que hacía, sin embargo se había vuelto muy hermética respecto a su vida personal y sólo podía ver publicaciones del bar donde trabajaba, hasta que un día ya ni eso publicaba, así que comenzó a tener un mal presentimiento. La cabeza le dolía constantemente y también soñaba con ella. ¿Era parte de su lazo espiritual? ¿Ella también la estaba pasando mal? 

...

María estaba preocupada, su regla no llegaba y no había estado con otro hombre además de Adolfo desde la última vez que se vieron y antes su vida sexual era nula. Ya sentía mareos por las mañanas pero se esforzaba en hacer su rutina: desayunar, comprar cosas para la casa y leer un poco. Después de semejante revelación sobre sus vidas pasadas, dicho tema comenzó a interesarle por lo que compró varios libros del tema, tanto científicos, psicológicos, de historia y demás para poder reconectar quizá con otras vidas y tomar la decisión sobre el probable bebé que crecía en su vientre.

- Ya tienes días vomitando prácticamente todo lo que comes María, deberías ir al doctor - Le sugirió Pathécatl, quien ya se imaginaba del posible problema y no podía evitar entristecerse porque cada que su amada volvía a nacer, la mayoría de las veces se embarazaba de Ehécatl, pero en pocas ocasiones lograban consumarse sus embarazos, por ello le preocupaba tanto, si Mayahuel pasaba por una pérdida más, quizá se daría por vencida y no quería eso. 

- Estaré bien - Prometió - Lo que tengo seguramente se resolverá con vitaminas o en nueve meses - Intentó bromear, pero la preocupación se le notaba en sus gestos - De todas formas tengo que concentrarme en trabajar y...

- No Mayahuel, basta. Vas a estar en casa y descansar. Evidentemente no te faltará nada conmigo, ni a tu bebé si es que me permites hacerme cargo.

- ¿En qué sentido Pathécatl? 

- Dame una oportunidad - Pidió arrodillándose frente a ella en medio de su habitación en aquella casa compartida ubicada en la colonia Santa Lucía - Cásate conmigo y déjame ser el padre de tus hijos, del que viene y de los que podamos tener - Pidió sinceramente, con una mano en el corazón y la otra en su bolsillo, de donde sacó una pequeña caja de terciopelo rojo, la abrió y mostró un hermoso anillo de diamante, uno pequeño y discreto que cuidadosamente colocó en el dedo anular mirándola esperando una respuesta.

- Pathécatl, no te quiero hacer eso. Tu eres soltero y prácticamente toda mujer quiere estar contigo. ¿Por qué amarrarte a una madre soltera? Vamos, yo estaré bien - Miró el anillo ilusionada, antes ya estuvo a punto de casarse pero aunque le aterraba, no parecía temerle tanto al asunto si se trataba de su amigo, quien desde la partida de Adolfo había estado al pendiente casi a diario de ella y emocionalmente fue un gran apoyo en su proceso de sanación, que para entonces aún no terminaba. 

- Vamos nena, he esperado un millón de años o al menos más de dos mil para poder hacerlo como se debe, ya me toca - Besó su mano, aún arrodillado - Dime que sí, te prometo que daré mi máximo y si no funciona está bien, podemos hablarlo y si no tiene solución te dejaré en paz y lo intentaré en la siguiente vida. ¿Has pensado que si me elijes conscientemente a mí podrías anular la maldición? Yo te amo... y te puedo enseñar a amar, más como humana que como Diosa. 

En Todas Nuestras VidasWhere stories live. Discover now