Paternidad

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En una luna menguante de septiembre nació Ana Sofía pesando un kilo y 500 gramos, algo pequeña pero en perfecta salud. Apenas le salían unos negros cabellos de su cabeza y su piel morena hacían lucir poco el enrojecimiento de sus mejillas por el esfuerzo de llorar. Su madre la sostenía en brazos mientras se alimentaba de su pecho y Adolfo las contemplaba en silencio.

- Debes estar agotada y hambrienta - Le dijo en voz baja a su futura esposa después de besar su coronilla - ¿Quieres que te traiga algo de comer?

- Si amor, lo que sea está bien. Termino de alimentar a Sofi y me dormiré un rato

- Está bien, descansa. 

Se agachó para besar sus labios, antes de irse acarició suavemente a su bebé y marchó cerrando la puerta con sumo cuidado. Suspiró a la salida del edificio mientras se colocaba sus audífonos para poder disfrutar al menos unas horas de sí mismo, se sentía cansado y casi a punto de rendirse. No tenía idea de cómo ser papá y prefería trabajar toda la noche y madrugada que estar con Matilde, pese a que sus jefes le propusieron tomarse unos días pagados por paternidad, al menos dos meses. Aún se negaba. 

Decidió ir por una ensalada a un centro comercial cercano al Dr Hospital, se entretuvo una hora mirando ropa en los maniquíes de ciertas tiendas de marca importante y tras recoger el pedido se dirigió al hospital que estaba a menos de 10 minutos caminando. Llegó y antes de entrar al cuarto escuchó la voz de su suegra charlando con Matilde, el bebé seguramente dormía porque se alcanzaba a oír perfectamente la conversación. 

- Mati, sé que eres mi hija y te amo, pero no puedes ser tan cruel con Adolfo

- ¡Ay mamá! - Dijo en un tono molesto - No tienes porqué meterte en esto. Es mi hijo y...

- Y no se parece a quien le harás creer que es su padre no sé por cuántos años. Gustavo me ha estado intentando contactar y está a nada de lograr dar con tu padre. ¡Él no es estúpido! Y no te eduqué para que mientas así. Adolfo es un gran chico y por mismo no puedes arruinarle la vida así y si no le dices tú, lo haré yo. 

- No seas necia y de todas formas no te va a creer. Yo sé manejarlo. 

En ese momento una ira indescriptible invadió al ojiverde, tenía ganas de entrar y romperlo todo pero la bebé no tenía la culpa de las pésimas decisiones de su madre, más no sabía qué hacer. Una enfermera llegó y se detuvo a lado de él

- Señor, ¿puedo ayudarlo en algo?

- Sí, ¿podría por favor darle esta ensalada a Matilde? Dígale que me llamaron del trabajo. 

- Claro - Se encogió de hombros, tomó la bolsa de papel con los alimentos dentro y entró a la habitación, Adolfo se apresuró a irse sin rumbo fijo, pensando en lo qué de verdad había perdido al irse de Chiapas y ahora había una niña de por medio. 

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María estaba en sus últimas semanas de embarazo, la barriga era pequeña y apenas había cambiado a una talla más de la que era antes de ser mamá. Vivía cómodamente en la hacienda El Maguey, su madre y hermano habían llegado un mes atrás y a la señora le pareció encantador Pathécatl, recordando la vieja leyenda del esposo de una encarnación de la Diosa Mayahuel que se contaba a veces en clases de historia de niños de primaria. 

- Creo que has encontrado a un buen hombre, es el mejor padre que tu hija podría tener, ¿ya saben cómo ponerle?

- Sugirió Madrugada, me pareció extraño pero es hermoso. 

- Sí, es algo raro pero su padre también tiene un nombre poco común. Salvo en esa leyenda jamás conocí a alguien con ese nombre.

- Muchos de sus antepasados - Agregó María para que su madre no descubriera de la inmortalidad de su prometido - Bisabuelos y demás tenían exactamente el mismo nombre.

- Vaya... encantador 

Como si no fuera lo suficientemente obvio, la madre de María quería saber la historia de amor de la pareja pues la última vez que vio a su creatura ella no quería saber nada del amor y ahora sería madre y lucía un elegante anillo de compromiso mucho más fino que el que su primer novio le había obsequiado 

- ¿Y cómo se conocieron? - Por fin preguntó 

- Creo que llegó a salvarme - Respondió con honestidad - Un día llegó al bar donde trabajaba y me invitó a salir - Sonrió - Al principio creí que estaba loco, pero poco a poco se fue ganando mi cariño, pero mamá... No es el padre biológico de Madrugada

- ¡¿QUÉ?! - Preguntó escandalizada llevándose la mano al pecho. Giró su cabeza para ver si había alguien cerca y al asegurarse que no, se quedó mirando fijo a María esperando una explicación.

- Él lo sabe - Intentó tranquilizarla - Sólo éramos amigos cuando me enteré del embarazo y el verdadero padre era un... - Pausó, no sabía si recordarlo era buena idea, tenía meses con el ojiverde fuera de sus pensamientos y la acomplejaba si quiera evocarlo - un turista mamá y no sé nada de él. 

- Ay mi amor - Se llevó la mano a la frente negando con la cabeza - ¿Pathécatl qué dijo cuando te diste cuenta?

- Que me amaba y me propuso matrimonio, le dije que me tuviera paciencia pero accedí, de verdad que le he tomado mucho cariño estos meses y creo que lo amo...

- ¿Crees?

- Pensar en la llegada de Madrugada me ha consumido toda la energía y no sé cuándo volveré a trabajar. Sé que Pathécatl dice que no es necesario y se lo agradezco porque gracias a eso mi embarazo ha ido bien, pero sabes que no soy de quedarme en casa todo el día. 

- Cariño, cuando llegue mi nieta vas a agradecer tener un marido que te apoye en todo. Por cierto, ¿Qué fecha tienen en mente para el gran día?

- Unos meses después de que nazca la niña, quiero lucir bien el vestido y bailar toda la noche 

- Excelente, así me dará tiempo de planear todo. 

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Adolfo se encontraba en su casa, habían dado de alta a Matilde tres días después de su cesárea y aún no tenía idea de qué hacer. 

Su relación de pareja se iba por la borda, la monotonía era el pan de cada día y el sexo era impensable, tanto por la cirugía como porque no se sentía cómodo tras saber que en realidad él no era el padre de Sofía.

Una tarde que se encontraba surtiendo la despensa de su casa fue alcanzado por un joven alto, delgado, moreno y con aspecto casi universitario, apenas lucía veinte años en apariencia física. 

- ¿Eres el prometido de Matilde?

- ¿Y tú eres?

- Gustavo, quizá me recuerdes de alguna reunión del trabajo de tu mujer. 

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⏰ Last updated: May 07 ⏰

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