01| Richroses

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Este capítulo se lo dedico a Vico Perez por leer siempre mis historias y estar tan a tope con ellas. Muchas gracias linda. Sé que ya la has leído en booknet, pero no está de más esto <3 

 Sé que ya la has leído en booknet, pero no está de más esto <3 

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Simple. Esa era la mejor palabra que, según la propia Spencer, la definía. Cuanto más tiempo transcurría ante el espejo, más lo pensaba. Sus ojos marrón chocolate y su melena oscura no contribuían a que cambiase de opinión.

Aquella mañana vestía un elegante uniforme azul marino. De chaqueta y falda. Sus pies lucían unos zapatos de cuero —los más baratos del mercado—, acompañados de unas calcetas blancas. No localizaba palabras, ni lo suficientemente buenas ni convincentes, para justificar lo que odiaba aquel atuendo.

Se sentía aprisionada y, sin embargo, estaba obligada a fingir una sonrisa.

—¡Estás maravillosa! —exclamaba rebosante de felicidad su madre.

En una hora comenzaba las clases en el famoso instituto Richroses, el más caro de Londres. Sus padres estaban eufóricos al ver a su hija vestida con el uniforme de una escuela de prestigio. El precio de la matrícula de aquel centro privado era inalcanzable para la gente de clase baja –o media–, como era el caso de la familia Turpin. No obstante, Spencer fue admitida gracias a la beca que obtuvo por sus brillantes calificaciones en su anterior centro.

Desde que era niña, había tratado de complacer los codiciosos deseos de sus padres. No estudiaba por placer, más bien lo detestaba. Para ella no existía en el mundo actividad más soporífera. Pero no podía oponerse a sus padres y sus deseos. Al igual que no pudo rechazar la plaza en Richroses, pues en el fondo sabía que se trataba de una gran oportunidad para ella.

—Vete ya, o perderás el autobús —dijo su padre ojeando su reloj de muñeca, a la par que pasaba la página del periódico que tenía entre sus manos.

—Sí.

—¡Espera! —Retuvo su madre—. ¿Piensas ir así?

Spencer frunció el ceño, ¿cómo que así? Buscó algún tizne en aquel impecable traje, pero no había rastro.

—¿Qué pasa? —preguntó sin borrar aquella expresión dubitativa.

—Pues que no te has recogido el pelo —indicó—. Ven, cielo. Te voy a peinar.

En pocos segundos su madre, Barbara, le hizo una coleta alta, la cual quiso adornar con un lazo blanco, pero Spencer lo impidió. Su flequillo ligeramente cortado hacía un lado le favorecía junto a aquel recogido de melena. Al igual que estudiar, tampoco sentía mucho afán por llevar el cabello arreglado; le bastaba con cepillárselo y llevarlo suelto. Libre.

—¿Y qué más da si llevo el pelo sin recoger?

—¿No te das cuenta de lo guapa que estás cuando se te ve bien la cara y no la ocultas bajo toda esa melena? —respondió con otra cuestión—. Además, tienes que dar buena imagen, sobre todo en tu primer día.

La sonrisa del DiabloWhere stories live. Discover now