14| Maldita locura la nuestra

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Dedicado a Gaby Ariza. Otra de mis autoras más admiradas y respetadas aquí, no solo por su enorme talento, sino también por su bello interior. <3

Caos

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Caos. A eso se reducía todo. Se trataba de un golpe devastador de mala suerte. Aquello no podía ser real, debía ser una broma de mal gusto. Si lo pensaba, lo más lógico era creer que todos los astros se habían alineado y puesto en su contra.

Y sin duda aquello sería lo más lógico y razonable porque, estaba claro, que la realidad no lo era.

Había pasado una hora desde que descubrió que, lo que en teoría iba a ser un día divertido en el parque de atracciones, resultaba que era una encerrona con la persona que más quebraderos de cabeza le causaba. Y no sólo por eso, sino que, en su totalidad y conjunto, se trataba de un encuentro variopinto y surrealista.

¿Qué hacían ellos en aquella situación? Eso solo lo hacían los grupos de amigos, y era más que obvio que ellos no eran amigos, simplemente una vaga excusa sin sentido para pasar el día más incómodo de su vida.

Bruce parecía un niño, un niño enfurruñado por no lograr sus caprichos. Un crío envidioso por haber tenido que prestar su juguete a algún amigo. Y Spencer era su favorito. Llevaba toda la mañana soltando gruñidos cada vez que ella tenía algún tipo de roce con Thomas, y éste disfrutaba con cada una de las caras de molestia que ponía, pues era como un libro abierto.

El tiempo continuaba pasando y Dalia, por su parte, permanecía en silencio observando el panorama y a Spencer le quedaba poco para perder la paciencia. Habían montado en las tazas giratorias, en la montaña rusa y en la caída de 54 metros. También habían comido en un restaurante temático donde los empleados iban vestidos como en el Antiguo Egipto.

Hubo un momento en el que la rubia se detuvo en seco para mirar la atracción que se suponía que era una casa del terror.

—¿Entramos? —preguntó mirando aquella enorme casa cuyo tejado era de un color verde pegajoso, como el del monstruo que acompañaba a Los Cazafantasmas o Flubber.

—¿Te gustan este tipo de atracciones? —Quiso saber Spencer, mirándola con curiosidad. En lo que respectaba a ella, siempre le causaron bastante impresión.

—Sí —asintió acercándose al puesto de compra de billetes.

La mujer que estaba tras la ventanilla les advirtió que la casa era un laberinto y podían perder mucho tiempo dentro, y que lo aconsejable era entrar por parejas para mantener la calma.

—De acuerdo —habló Thomas—. Entremos por parejas.

Extendió su mano en dirección a Spencer para poder agarrarla de la propia, acto que no llegó a realizar puesto que Bruce fue más rápido, sujetándola del brazo y trayéndola para sí.

—Spencer vendrá conmigo —declaró sin soltarla. A la joven se le antojó que parecía un animal marcando su territorio, aunque a la par su pecho latió de la emoción.

La sonrisa del DiabloWhere stories live. Discover now