Capítulo 2 - Esa Alma

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Esa Alma


"Es un espectáculo hermoso y encantador contemplar el cuerpo de la Luna" ―Galileo Galilei.



¿Cuáles son los más grandes deseos de un fotógrafo? De uno muy bueno en su área. ¿Tener miles, cientos de costosas cámaras? ¿Un estudio propio y una compañía con su nombre en ella? ¿Quizás ganar un premio o varios por su trabajo y ser reconocido? 

Para el joven Robert Greenwood todo lo anterior era válido cuando tenía dieciséis años y pensaba hacerse una vida de la fotografía sin la necesidad de seguir las reglas impuestas por los demás. Nacer en una excelente posición social lo acercaron a ese ideal pero la realidad siempre es y será mucho más cruda que cualquier fantasía de muchacho ingenuo. 

Veinte años después y cientos de millas viajeras Robert sabía que los lujos materiales y de renombre, si bien gratificaban hasta cierto punto, no llenaban del todo la vida de un fotógrafo. ¿Qué lo hacía entonces? Él se atrevería a responder con toda sinceridad en este instante: La lealtad hacia su trabajo. 

Mantenerte fiel a tu deseo artístico, a pesar de tener que hacer mil y un trabajos a parte para mantenerte fiel a tus convicciones. 

Y esa lealtad que tanto admiraba en si mismo era la estaba por romperle a su amigo y jefe de muchos años, Jared Leto. 

Por eso se encontraba allí, sentado detrás del volante de su camioneta con la vista perdida en el estacionamiento de la nueva casa del vocalista; una mucho más grande que la anterior que ahora quedaría atrás solo para el laboratorio de Mars, mientras él se mudaba a ese lugar junto a sus cientos de obras de arte. 

Suspiró, aferrando sus dedos al volante hasta que perdieron ligeramente el color. 

Sin duda su amigo se encontraba en una buena racha monetaria gracias a sus películas y música, pero el hecho de que no fuese así últimamente con los medios lo pondría de mal humor al saber la noticia que estaba por darle. 

Tenía muchas escusas válidas para salirse del paquete de la culpabilidad y mientras caminaba en dirección a la casa con la cabeza gacha y las manos en los bolsillos las enumeraba mentalmente. El problema era que contar no evitaba la sensación de traición que sentía, pero ya era hora, era hora de ponerse de primero en las elecciones de su vida y esa sería la primera de ellas. 

Como siempre que pisaba su casa, fuese cual fuese, esta se encontraba llena de gente en movimiento, y esa tarde no fue la excepción. Al parecer aun quedaban cosas por trasladar al lugar y varios hombres entraban y salían con cajas en sus manos. Tres minutos después lo encontró en la terraza del piso superior, una que daba una gran vista de la montaña y algunos de los techos de las casas vecinas. 

― ¡Ey! Qué bueno que estas aquí ―dijo Jared acercándose a su persona con entusiasmo, extendiendo su brazo en el proceso con la mano abierta para estrecharla― Tengo algo que contarte y cómo ves estoy con los preparativos. 

Extendió los brazos a ambos lados y Robert tuvo de fijarse, por primera vez desde que había subido, que tenía el suelo lleno de instalaciones y luces de LED. 

― ¿Te preparas para navidad desde Octubre? Eso es raro ―admitió Robert― Aunque eres Jared, tú eres raro por naturaleza. 

― Serás imbécil ―se quejó de vuelta, tratando de parecer ofendido pero rápidamente sonrió mostrando sus incisivos de conejo― Estoy preparando una fiesta de auto-bienvenida a mi nueva casa y como estamos cerca de Halloween me pareció una excelente idea usar esa festividad. 

AntebelluM - 30 Seconds to MarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora