|5| Lucero

258 14 4
                                    

Kazuma se miró el rostro en el espejo. Aún tenía restos de espuma para afeitar en la piel. Abrió el grifo, terminó de lavar la cuchilla y se enjuagó la cara. Se secó y se apoyó en el lavabo con ambas manos. Suspiró al verse. Estaba pálido y tenía unas grandes ojeras alrededor de los ojos. Era normal. Se había desvelado y apenas había logrado dormir bien por culpa de un crío.
—Nozomu Suzuki, ¿qué me has hecho?
Ese niño le gustaba, eso lo sabía con certeza. Demasiado para su agrado. El problema no era que fuera un chico, de hecho, pese a que afirmaba no estar interesado hombres, tampoco lo estaba en mujeres. Siempre había pensado que era raro, pero nunca se había sentido atraído de ninguna de las maneras por alguien que no fuera Shizuka. Ni física, intelectual, emocional o sexualmente. Sospechaba incluso que quizá el hecho de que su primer y único amor fuera una mujer era tan solo casualidad. Y lo habría comprobado al conocer a Nozomu. Cómo había pasado exactamente, no lo sabía, pero ese chico hacía latir su corazón, y eso le resultaba patético. Apenas lo conocía y era un menor de edad.
Se sentía estúpido. Él era una persona que había hecho lo imposible por no enamorarse, y ahora había llegado un niño y le había destruido todo el esfuerzo ejercido en cinco años. Era consciente de ello. No quería admitirlo, pero tampoco debía ser deshonesto consigo mismo. Había faltado a su propia palabra. Por supuesto que era consciente de que uno no puede controlar de quién o cuándo se enamora, pero él había intentado negarse a pasar por lo mismo otra vez. Claro que el hecho de que le gustara Nozomu, no cambiaba su postura con respecto al amor. Pensaba en ocultárselo a los demás, aunque su hermana se hubiera dado cuenta. Incluso ya había renunciado a él, reafirmándose en que los vínculos amorosos se rompen como cristal en menos de un segundo. Además, ¿cómo iba a poder Nozomu siquiera llegar a quererlo?
Se mordió el labio y se dio la vuelta, reflejando en el espejo su tatuaje y la cicatriz que había marcado el doloroso recuerdo de aquel día. Tomó su jersey y se lo puso junto a la chaqueta y los guantes reforzados. Se colgó la mochila, cogió las llaves y su casco de moto y bajó a la calle, donde estaba aparcada su motocicleta. Estaba un poco vieja y la había tenido que llevar a reparar varias veces por más de un «accidente» que había tenido en el pasado a causa de ir a demasiada velocidad y sin ningún tipo de precaución; motivos sobrantes por los que sus padres y Rina le habían aconsejado ir al psicólogo más de una vez. No es que hubiera intentado suicidarse ni mucho menos, pero cuando se sentía especialmente triste, no se daba cuenta de las locuras de las que era capaz, y cuando se percataba de la condición en la que se hallaba por culpa de su poca cabeza, se arrepentía. Por suerte, conforme pasaba el tiempo, su época temeraria había ido disminuyendo poco a poco, y pese a que seguía amargado, su vida ya no estaba tan mal por aquel entonces.
Quitó la funda que cubría la motocicleta y abrió el candado de la rueda. Pasó la pierna por encima del vehículo, se puso el casco y la arrancó. Se dirigía al hospital de nuevo, pero antes debía ir a un sitio.
Se detuvo frente a un bloque de apartamentos y sacó el teléfono móvil. Al instante, bajó Rei con una bolsa en la mano, llena de lo que parecían libros.
—Buenos días, senpai —saludó—. Aquí tienes lo que me habías pedido.
—Gracias —dijo mirando el contenido de la bolsa.
—¡Uah! Es preciosa esta moto.
Kazuma hizo una sonrisa torcida.
—¿Verdad? Está un poco estropeada, pero intento que se vea bien. Oye, ¿esto es manga, no?
—Así es. No tenía nada más. Traté de que hubiera temas variados. También metí algunos libros.
—Siento las molestias, no conozco los gustos de ese chico y tampoco puedo comprar nada en estos momentos —dijo guardando la bolsa en la mochila y colgándosela a la espalda de nuevo—. Hasta luego, muchas gracias.
Y así se alejó de allí en dirección al hospital. Dejó la moto en el parking y se dirigió con paso ligero a la habitación de Nozomu. No obstante, justo antes de que abriera la puerta, Rina lo detuvo.
—¿Qué haces? —preguntó.
—Nocchan se está lavando, ahora mismo no puedes entrar. No le gusta que lo vean desnudo.
Kazuma resopló.
—Normalmente a la gente no le gusta, ¿verdad? —La mujer le dirigió una mirada que él creyó entender. Tragó saliva—. ¿Lo mantenían desnudo?
—Cuando le hacían esas «pruebas» lo desnudaban. Y te aseguro que no quieres saber qué otras cosas le hacían...
Kazuma abrió los ojos y separó los labios para hablar, pero Rina lo interrumpió.
—No sufrió abusos sexuales, si es lo que ibas a preguntar.
Suspiró de alivio.
—Oye, Kazuma, ¿puedo hablar contigo en otro lugar?

Unexpected Plan [Yaoi]Where stories live. Discover now