|8| Bienvenido

108 12 2
                                    

Tal vez todo iba a ser mucho más complicado de lo que Kazuma había previsto.
No, definitivamente TODO era mucho más complicado de lo que Kazuma había previsto.
Con el lento paso de los días, Kazuma fue acostumbrándose a dormir en el salón. Cada noche, antes de dormir, iba al dormitorio, sacaba el futón del armario y se lo llevaba a la sala de estar, dejándole a Nozomu la cama individual. Este último se había sentido mal al hacerle dormir en el suelo y otra habitación pese a que el mayor le había dicho en reiteradas ocasiones que no había problema alguno y que prefería que él usara la cama en su lugar.
Esto resultó ser una gran idea pues inesperadamente Kazuma se vio teniendo algún que otro sueño caluroso y despertándose con la ropa interior abultada, lo cual no le pasaba con tanta frecuencia y brevedad de tiempo desde que era un adolescente. Después de la metedura de pata el día de la granizada, lo menos que quería era asustar al joven con sus sentimientos por él y su deseo de hacerle el amor. Obviamente, no se sentía orgulloso de aquello. Una cosa era enamorarse, y otra muy distinta desear el cuerpo de un menor de edad.
El desencadenante de todo aquello pudo haber sido una vez que Nozomu olvidó la ropa en el dormitorio y, avergonzado, salió a toda prisa del baño con la toalla atada a la cintura y gotas de agua sin secar resbalando por su piel. Tropezó en el pasillo con Kazuma, al que miró con gesto preocupado, ruborizado de la cabeza a los pies. El hombre, que estaba perplejo, no podía creer lo que estaba viendo. El chico tenía el cuerpo lleno de cicatrices y se le marcaban las costillas. Algún que otro hematoma se dejaba vez en aquella tez casi transparente.
El deseo sexual entonces terminó de surgir de tanta impotencia al verlo tan indefenso y herido. Anheló en ese momento atraerlo hacia él, estrecharlo entre sus brazos, prometerle que todo estaría bien a partir de entonces, sanar aquellas heridas con besos y caricias, absorber sus lágrimas y proporcionarle calor. Darle amor.
Llegó a pensar que se volvería loco cuando descubrió por tercera vez en dos semanas sus boxers húmedos y apretados al despertar.
Se levantó a toda prisa al escuchar los pasos de Nozomu acercarse por el pasillo, probablemente porque era más un poco tarde de lo habitual y el chico acudiría a llamarlo para asegurarse de que no se había quedado dormido. Cuando la puerta se abrió de golpe, Kazuma se las había arreglado para agarrar el futón entre sus brazos con manta y almohada incluidas y tapar el bulto que sobresalía de entre sus piernas. Sería muy embarazoso que el joven lo viera en esa situación.
Nozomu se sorprendió al verlo agarrando el futón así. Pues la postura era un tanto extraña (normalmente, cuando llevas una cantidad de ropa grande o pesada, levantas los brazos para que pese lo menos posible, pero él lo sujetaba contra la zona abdominal) y Kazuma tampoco acostumbraba a recogerlo hasta después de haber desayunado.
—Me preguntaba si ya te habías levantado. A este paso puedes llegar tarde —dijo únicamente.
—¡Ah! ¡Sí! Como ves sí.
—¿Ocurre algo? —preguntó parpadeando.
—No, nada... Voy a ducharme en un momento... Ahora hago el desayuno... —respondió con nerviosismo. Se acercó a la puerta saliendo por el pasillo mientras Nozomu se alejaba prudentemente.
—Si te duchas ahora, no va a darte tiempo.
—¡Ah! No, no... Es que apesto a sudor y no será agradable ni para mí ni para los clientes.
—Yo no huelo nada...
—Pero yo sí... En fin... ¡Ahora vengo!
Corrió hacia el baño como una bala llevando consigo el futón. Nozomu no entendía qué acababa de suceder. Su comportamiento era demasiado extraño. Se preguntaba si se debía a que no estaba acostumbrado a compartir piso con otra persona y por ello se sentía un tanto incómodo. Se ocupaba de todas y cada una de las tareas de la casa, sin pedirle ayuda siquiera, como si se sintiera más aliviado haciendo cada cosa él solo. El chico también quería sentirse de utilidad...
Se mordió el labio y cruzó los brazos, pensativo. A ese paso, Kazuma corría riesgo de llegar tarde al trabajo. No había nada que pudiera hacer más que ocuparse de un pequeño pero importante detalle...
Mientras tanto, Kazuma sentía caer el agua fría sobre su piel desnuda, tratando inútilmente de serenar aquella parte de él donde se acumulaba sangre caliente. No quería recurrir a sus manos bajo ninguna circunstancia, pero el agua helada no conseguía el resultado que él esperaba. Justo cuando, con reticencia, había envuelto su erección con los dedos, un grito atravesó sus oídos. No se lo pensó dos veces: agarró la toalla y salió corriendo de la ducha atándola torpemente alrededor de su cintura. En la cocina todo era un completo desastre. Nozomu se hallaba encogido sobre sí mismo, tapando con su mano buena la carne roja de su brazo. Los utensilios para cocinar estaban desparramados por la encimera y la clara de huevo se extendía por la superficie.
Sin decir nada antes ni preguntar, Kazuma apagó el fuego enseguida y tiró del brazo del chico hasta meterlo bajo el chorro de agua fría del fregadero.
—L-lo siento, Kazuma-san —se disculpó.
Sollozaba, aunque podía ser dolor de la quemadura.
Kazuma salió un momento y regresó a la cocina llevando consigo un tubo de pasta de dientes. Se sentaron el uno frente al otro en las sillas para comer y le untó con el dedo la pasta de dientes por la piel herida con una concentración casi antinatural.
Nozomu no supo si debía a la vergüenza, al dolor, si porque Kazuma era un hombre, o porque se trataba de él, que aquel pequeño contacto lo perturbó ligeramente. No le pasaban de inadvertidas las gotas de agua fría que se resbalaban con lentitud por las ondas del cabello de Kazuma y que esbozaban el contorno de su cuerpo. Sólo llevaba una toalla que no cubría más allá de la mitad de sus muslos. El olor del jabón era fuerte en él.
Cuando Nozomu quiso darse cuenta, tenía rojo hasta en las orejas. ¿Qué se suponía que había cruzado por su mente? Ni siquiera él lo sabía. Se le ocurrió que era adolescencia. Después de todo, la incomodidad en su espina dorsal no podía ser otra cosa... ¿verdad...?
Finalmente, Kazuma casi llega tarde al trabajo.

Unexpected Plan [Yaoi]Where stories live. Discover now