Capítulo 12:

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Una presión de angustia me impulsó a liberarme en desesperados gritos. Salté y caí al suelo alejándome lo más que pude de aquella cama y de quien se encontraba allí. Incapaz de abrir los ojos, me ovillé en una esquina empujándome a la pared; a pesar de los salientes hincados en mi columna vertebral.

-Tranquila, no quise asustarte.-Al escucharle mi cuerpo se relajó dejando escapar las lágrimas de aquella pesadilla imaginada.

Se agachó junto a mí y me abrazó protegiéndome de mi misma. Me sentía protegida, a salvo de aquella pesadilla continua, libre de esos ojos verdes que tantos sueños agonizaban. Por primera vez desde que desperté en este horrible lugar, no eran los brazos de la muerte los que me sujetaban.

-Yo... -comencé a balbucear con una voz rota- siento haber gritado. No creía que eras tú. No pensaba con claridad, debí...

Antes de terminar, cortándome, me abrazó aún más fuerte, si eso era posible, escuchando los silenciosos sollozos de su garganta. Esta vez, era yo quien lo abrazaba entre mis delgados brazos; sosteniéndolo entre sus lágrimas.

Después de unos minutos manteniéndonos el uno al otro, él se separó mirándonos a poco centímetros de distancia. Los surcos de las lágrimas seguían destacando entre su piel, como la pequeña cicatriz situada en el lado izquierdo de su cabeza.

Pero nada destacaba tanto como sus ojos rojos asustados, igual que el primer momento en el que lo vi; descubriendo cada uno de mis mayores secretos, haciéndome confiar en él, abriéndome el camino desde los brazos de mi pesadilla hasta un futuro claro e incierto.

Aparte la mirada hacia sus manos que sostenían a las mías y, aunque eran mucho más grandes, estaban igual de rasguñadas; cicatrizando los errores del pasado.

En ese momento, él, sin saberlo, me mostró un futuro claro y lejano de aquella pesadilla presente; pero sin olvidar nuestras cicatrices del pasado.

En ese momento, él, sin saberlo, me mostró un futuro claro y lejano de aquella pesadilla presente; pero sin olvidar nuestras cicatrices del pasado

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