Capitulo 3:

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"Los peores momentos de tu vida se pueden convertir en los mejores"

El dolor de mi muñeca ya forma parte de mi cuerpo. La piel que recubre la articulación se torna de un color rojo intenso como el de la sangre que surca las venas. Esto hace que permanezca quieta sobre aquel colchón que suavizaba la dureza del suelo.

Que ironía que hace solo tres meses, me escondiera en mi cama durmiendo todas las horas posibles los días de fiesta, viendo películas en el ordenador tumbada o escuchando música y teniendo miles de discusiones con mi nodriza por no querer madrugar o siquiera levantar de aquella acogedora cama.

Esas discusiones que ya me parecen lejanas son una de las muchísimas cosas que siempre recuerdo de mi antigua vida. ¡Seguro que con tanta suciedad, mi nana estaría limpiando durante todo el día mientras decía una barbaridad de blasfemias, que luego negaba haber dicho!

Aquel "es por tu bien" que siempre decía mi madre después  de un castigo o sermón, odiado siempre y tan ausente y necesitado ahora. Aquellos consejos escondidos tras largas charlas o regañinas, las cuales todo niño u adolescente dice que no cometerá con sus hijos pero siempre se dicen pues son necesarias. Cuando somos pequeños pensamos que nuestros padres lo saben todo, en la adolescencia no saben nada, en nuestra edad adulta son consejeros, y en nuestra vejez deseamos tenerlos de vuelta con sus consejos y sermones y aquella frase que usaban de coletilla.

Si es una gran contradicción. El ser humano es la contradicción con un corazón latente. Siempre se va a contradecir el corazón y la mente, la conciencia y el deseo, la lógica y los sentimientos. Somos puras contradicciones durante toda la vida, de forma consciente o inconsciente, pero lo somos. El problema sucede cuando no sabemos decidirnos por uno o el otro; si usamos demasiado la lógica o somos un caballo desbocado de pasiones; si no tomamos en cuenta ni a los demás ni a nosotros mismos. Tampoco debe tomar nuestras decisiones otra persona o una máquina. Esto hace que las personas pierdan su personalidad, su capacidad a razonar y amar y su propia vida.

Pero todo esto solo eran reflexiones de una niña ingrata que lo había tenido todo y ahora estaba sola, en sentido material y figurado. La soledad es un gran enemigo, y a mí me estaba devastando por segundos en aquel maldito agujero mugriento del que no veía salida. 

En tres meses me estaba perdiendo a mi misma día tras día, lamentando no haber cambiado cualquier acción en mi rutina de aquel último día de libertad para seguir con mi vida de adolescente. 

Y ahora, miro mi muñeca pensando si es buena idea dejarla atrás para salir corriendo. 

Porque ya he pensado todo, y solo veo como salida la muerte. 

SecuestradaWhere stories live. Discover now