GATITA MALA

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Maria:

Cinco minutos antes

—¡Paco! Te dejo aquí la radio.

El jefe me había pedido que acudiera al desván de la otra casa a por ella.

—Gracias. Puedes retirarte —me contestó Susana por él mientras desayunaban.

—¿O qué? ¿Me vas a sacar una foto? —vacilé.

Me acerqué al armario de la comida, me hice con la caja de Crujilatitas y me senté con ellos.

—Mochuela. —Vintage me apuntó con una tostada—. Al ir a la otra casa, ¿has visto a Leo?

«Sí que lo he visto, sí. Y muy bien...».

—¿Maria? —Me hizo aterrizar.

—No. No lo he visto. Pero desde el desván he oído ruidos. Creo que se estaba preparando. ¿Por qué?

Le pegó un mordisco a la tostada.

—Porque quiero mandarle a hacer un recado importante.

—¿Un recado importante?

—Importante.

—¿Cómo de importante? —quise sonsacarle.

—Muy importante.

—Ah.

Vintage era un señor basto, orgulloso, testarudo... Pero una vocecita en mi interior me decía que también era un gran tipo y que, en el fondo, se sentía solo. Sospechaba que este último era el verdadero motivo por el que había decidido contratarnos.

Él y yo habíamos acabado llevándonos bien —más o menos—, y tenía la suficiente confianza como para preguntarle:

—¿Y por qué no me lo encargas a mí?

—Porque es algo divertido y tú estás castigada —explicó Susana—. ¡A limpiar!

—Paco, ¿en serio?

—Sí. —La influencer del pajar no podía mantenerse al margen—. Así aprenderás y te reintegrarás como es debido en la sociedad.

—Pero...

Apreté los puños. Deseaba que se electrocutara con la radio que acababa de enchufar y trataba de encender.

No ocurrió.

Logró sintonizar la emisora que quería y celebró:

—¡Ay! ¡Ahora sí! ¡Desayuno divino! Con mi hombre y la mejor música.

—¿Qué canción es? —No encajaba en los gustos musicales de Paco.

—Una muy famosa. Es tendencia en Tiktok. —Susana alzó las manos y nos hizo sufrir con un baile.

—Madre mía. —Me mofé—: La Lola Yayita.

Vintage descartó:

—No me gusta. Pon alguna de Mocedades. La de —se vino arriba—; «Eres tú... Como el agua de mi fuente...».

La marchosa música de la radio luchaba contra la grave voz de Paco y los chillidos de Susana, quien le ordenaba que se callara.

«Qué escena».

Estuve a punto de estamparles la caja de cereales.

Menos mal que pronto llegaron refuerzos:

—¡Ya estoy aquí! —Leonardo entró a la cocina.

—Joder. Otra vez con el pechito al aire. ¿No te has lucido lo suficiente después de la ducha?

—Perdonad, muchachos. —Vintage dejó de cantar—. ¿De qué narices habláis?

—De nada serio. —Cambié el rumbo de la conversación—: Paco, ¿cuál era esa tarea tan importante que guardabas para Leo?

Se dirigió a mi compañero:

—Te dije que tendrías que ir a casa de Antonia a hacer un recado, ¿no?

—Claro. Pero no me quisiste decir de qué se trataba.

—¡Era sorpresa! —Susana aclaró—: ¡Vas a por un gatito!

Leo me robó un puñado de Crujilatitas y repitió:

—¿Un gato?

—Sí. —Paco nos informó—: La gata de Antonia dio a luz a una camada hace poco y como el último gato que tuve falleció el año pasado, he pensado en traer otro. Necesito que espante a las ratas que se pasean tan campantes por las casas.

—¿Y yo no puedo ir? —Rogué—: Por favor.

—Querida, no —Susana no daba el brazo a torcer.

Por ello, modifiqué la estrategia:

—O sea, Susi...

—No me llames Susi.

—Bien, Susi —comencé—: Lo que pasa, es que quieres que me quede aquí con Paco y contigo, ¿no? En el fondo me amas.

Cogió una bocanada de aire, como si hubiese soltado la mayor de las ofensas.

—¡Qué estupidez! ¡Ojalá te perdiera de vista!

—Pues mándame a casa de Antonia.

—Pero eso te haría feliz.

—Más feliz me hace quedarme aquí con vosotros dos, rompiendo la magia del romanticismo —aseguré—: Y en eso soy una experta.

—Oh —Susana se amedrentó—. Eres mala.

—Soy una gatita mala.

—Ojalá —intervino Paco—. Si te comieras las ratas me serías más útil.

—No le des ideas —se pitorreó Susana.

—Tranquila, que si quisiera comerme algo con pelo de rata hubiese masticado el bolso que llevas hoy.

—¿Te metes con mi outfit?

—Solo espero que no sea de piel de animal.

—Es sintética.

—Menos mal.

—Sí. Ya me cancelaron en Twitter una vez. Hashtag: la Cruella más hortera. Ay... —Se afligió—. Lo pasé fatal.

—Y el animal que despellejaste seguro que se lo pasó en grande —ironicé—. Te lo merecías.

—Qué mal educada. ¿Siempre te comportas así?

—Al principio iba de beata —recordó Paco—. Pero ahora entiendo por qué mi hermano Conrado me la encasquetó.

—Uy —me intrigó—. ¿Por qué?

—Quería alejar a una diabla de la capital.

—Pues puede ser.

Ante aquello, Susana chascó los dedos y por fin decidió:

—En tal caso, Paquitito, aprende de tu hermano y despáchala.

—¿En serio? —me emocioné—. ¡Leo, que nos vamos de excursión!



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¡¡¡Espero que os haya gustado!!!

SIGUIENTES ACTUALIZACIONES: 7 de mayo.

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