EL REENCUENTRO

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Leonardo:

Volvía enfadado. Muy enfadado. Habían pasado unas veinticuatro horas desde el plantón y aún estaba igual de cabreado. O incluso más.

—Es que soy gilipollas —me decía mientras conducía hacia Trespadejo.

La mañana anterior Vintage me había mandado a apoyar a su sobrina, quien sufría un gravísimo ataque de ansiedad. Aquella era la teoría. Porque en la vida real una crisis como la que describieron era algo grave, algo que tomarse en serio, algo que no se solucionaría improvisando un viaje a Canarias.

Leonard! —A menos de tres kilómetros de la ciudad, mi novia me llamó—. Ya estoy perfect. Con mi astucia he solucionado el problem.

—¿Qué?

—Me voy de vacaciones a Lanzarote. I need It.

—¿Te han dado la baja?

—Más o menos.

—¿Más o menos?

—Confía en mí.

Tenía que ser una broma.

—No te habrás automedicado, ¿no?

—¡No! ¡Que ya estoy bien! He encontrado la solución. I need to relax.

Debía de estar tomándome el pelo.

—Verás —Cómo decirle lo que opinaba con delicadeza—, yo...

Come on! Al grano que pierdo el vuelo —presionó.

—¿Te vas ya? ¿Ahora?

Yes.

—¿Y nuestro encuentro?

Leonard, no seas egoísta. Parto por mi bien. You know.

Me tentaba estrellar el coche contra un árbol.

—Eh, oye...

Come on!

Me di por vencido:

—Nada. Guay. Si es por tu bien, que disfrutes mucho.

Yes. —Dio un besito al altavoz—. Y thanks por acercarte. Un detalle innecesario, but bonito. —Se despidió—: Me voy al aeropuerto. ¡No se te ocurra presentarte allí!

—Descuida. No estaba en mis planes.

Se rio.

Bye, bye.

Aquella fue la conversación. Tan surrealista. Tan ridícula. Había transcurrido un día entero y aún no la asimilaba.

Necesitaba contarle a Maria todo lo ocurrido, desahogarme con ella. Hasta echaba en falta a Paola y a Paco.

Trespadejo se había convertido en mi burbuja, donde me resguardaba de toda la mierda. Como fanático de Stephen King, deseaba que ocurriese lo mismo que en Chester's Mill y apareciese una cúpula que nos aislase del resto del mundo.

—Sería maravilloso.

Ya llevaba casi cinco horas de viaje, estaba llegando a mi queridísimo destino, pero... Se me presentó un contratiempo:

—¿Qué cojones? —Me pareció ver un fantasma cruzando la carretera.

Paré el coche y eché un vistazo. Allí no había nada.

—Tengo que dejar de leer al rey del terror.

Reanudé la marcha y... Lo volví a ver. Aquella vez más cerca.

HUYENDO DEL VICIO (EN LIBRERÍAS Y WATTPAD)Where stories live. Discover now